Narra Roberta:
Terminé de meter mis cosas dentro de mi valija, y sonreí, satisfecha. Si todo salía como esperaba, Diego y yo estaríamos camino a nuestras hermosas vacaciones en menos de una hora.
Si, lo sé, un poco tarde estaba empacando, pero yo suelo dejar siempre todo para último momento.
Unos golpes en mi puerta me sacaron de mis burbuja de imaginaciones, en donde nos veía a Diego y a mi en la playa. Me acerqué y abrí, mi mamá estaba ahí, y por cómo me estaba mirando, claramente estaba preocupada. Era muy obvia, generalmente, y esta vez tenía la preocupación estampada en el rostro.
Alma: ¿Ya tenés todo listo?
Roberta: Si, por suerte.
Alma: Ay hija.. sé que no te gusta que te lo diga, pero tengo que repetirlo, ¿estás segura de esto?
Roberta: Si mami, estoy muy segura. Confiá en mi, todo va a salir bien y cuando vuelva las cosas van a ser tal y como ustedes quieren.
Alma: ¿Querés saber que pienso yo sobre el trato eso que tenemos entre los tres?
Roberta: Supongo..
Alma: No me interesa, hija, es tu padre el que está empeñado en cumplirlo. No voy a negar que a mi no me gusta que estés con un chico mayor, pero yo no soy nadie para impedir tu felicidad..
Roberta: Gracias por abrir tu cabeza y pensar más en mi que en la imagen pública, mamá, me hacés bien, de verdad. Pero desgraciadamente es tarde ahora, porque le dí mi palabra a papá y no puedo fallarle, por mucho que me duela.
Dí media vuelta y tomé uno de mis bolsos. Ella se acercó y me ayudó con el otro bolso. Si, aunque no lo crean, logré conformarme solo con dos bolsos, aunque tuve que reducir mucho porque en total me quedaban como cinco en realidad.
Una vez abajo, me despedí de mis padres y esperé a que llegara Diego. Una vez que él llegó, tuvo que soportar la horrible cara que le puso mi papá. Yo no dije nada; bien podría haberme quejado, pero simplemente lo dejé pasar, no quería armar una escena y arruinarlo todo.
Una vez que estuvimos dentro del auto, solos, simplemente solté un suspiro y cerré los ojos, mientras el viento me pegaba en la cara. Escuché la risita de Diego, y lo miré, sonriendo.
Diego: Te veo muy contenta..
Roberta: No sabés cómo deseaba este momento.
Diego: Ya estás acá, ya podés disfrutarlo.
Roberta: Si, lástima que no pudo ser perfecto, pero bueno.
Diego: Supongo que lo decís por la forma en que tu viejo me miraba, no?
Roberta: Si.. (lo miré) Es que era imposible no notarlo.
Diego: Yo estaba seguro de que en cualquier momento saltarías sobre él o comenzarías a gritarle..
Roberta: Estuve a punto de hacerlo. (reí) Pero después me dí cuenta de que iba a ser ridículo y lo dejé pasar.
El me miró con una sonrisa, y después devolvió la vista al frente, porque claramente no podía andar manejando sin mirar, tampoco era un inconsciente.
Yo le subí el volumen a la música y tiré mi asiento hacia atrás.
Diego: Estoy de vacacaciones con una menor... nunca imaginé esto.
Roberta: ¿Las vacaciones o estar con una menor?
Diego: Ambas.
Roberta: (levanté los hombros) La vida te sorprende a veces, supongo. Pero por favor, no estés todo el tiempo recordándome que soy menor de edad..
Diego: ¿Por qué te molesta eso?
Roberta: No sé, es como que... mis papás están todo el tiempo repitiéndolo y ya me hartaron, no quiero escucharlo acá también.
Diego: Está bien señorita, como usted diga.
Roberta: Subile el volumen a la música..
Diego: Pero así no se puede hablar.
Roberta: Está bien, pero al menos subile un poco..
Diego: (asintió) Otra vez a sus órdenes..
Era temprano en la mañana, así que supuse que él necesitaba tomar algo de desayuno para no dormirse. Pero no hice café. Adivinen. Preparé dos termos de agua caliente para que tomemos mates.
Me estiré para tomar el juego de mate de los bolsos que estaban atrás, y cuando él vió lo que tenía en mis manos, simplemente no podía creerlo.
Diego: ¿Es en serio?
Roberta: Pero claro, yo compré estas cosas porque en mi casa no se usan, viste..
Diego: Entonces de verdad te gustaron..
Roberta: Claro, y además, sé que vos los amás y entonces..
Diego: Gracias.
Roberta: Eso si, tenemos un largo viaje por delante, asi que vamos a tener que parar en las estaciones de servicio para cargar más agua..
Diego: Claro, si con dos termos no es suficiente..
Roberta: Me imaginaba, pero tampoco quería parecer exagerada..
Sonreí, coquetamente, feliz por haberlo hecho feliz a él con algo tan simple, y después me puse a hacer los mates para ambos.
Conversamos muchísimo, de verdad hablamos de tantas cosas que nunca antes pensé que hablaría con él. Lo único que no logré fue que él me dijera qué era eso tan malo que había hecho en el pasado como para no poder zafarse de las carreras ilegales de motos.
(...)
Abrí los ojos porque sentía que alguien estaba moviéndome de un lado a otro. Lo primero que ví fue la cara de Diego, que por supuesto tenía su hermosa sonrisa en el rostro como si estuviera pintada. Era simplemente perfecto; ojalá me fuera posible despertar con esa imagen todos los días.
Diego: Es hora de levantarse, Bella durmiente.. llegamos a nuestro destino.
Roberta: De verdad?? Pensé que no llegábamos más, las horas se hicieron eternas.
Diego: Pero acá estamos, el lujoso hotel que tus padres nos pagaron.. (rodó los ojos) Aunque no era necesario, pero bueno.
Roberta: Ya te expliqué cómo fueron las cosas, Diego..
Diego: Si si, ya lo sé, no te preocupes.
Roberta: ¿Vamos a conocer nuestra habitación?
Diego: Vamos preciosa..
Creo no haberlo dicho antes, pero estábamos en Mar del Plata. Claro que con el pasar de los días iríamos hacia otras playas que estaban cerca, porque yo quería que Diego las conociera todas, o al menos la gran mayoría.
Los dos bajamos nuestras cosas con cuidado, no era mucho, pero si estábamos bastante cargados.
En recepción nos dieron las llaves de nuestra habitación y después nos subimos al ascensor para conocerla.
Cuando Diego abrió la puerta, yo simplemente tuve ganas de golpear a mi papá en la cara porque al parecer, había pedido específicamente que nos dieran un cuarto con dos camas completamente separadas. Y es literal, porque una estaba en una punta, y la otra, en la otra punta de la habitación.
Diego se rió por lo bajo, mientras dejaba los bolsos dentro de la habitación. Al parecer, lo que a mi me irritaba, al señorito le causaba gracia.
Roberta: Esto es increíble..
Diego: Entendelo, pobre hombre, él no está acá para cuidarte.
Roberta: Se supone que sabe que..
Diego: ¿Qué cosa?
Roberta: Nada..
Diego: El solo quiere cuidarte, no tiene que molestarte, porque es algo completamente normal. Yo también lo haría si mi hija tuviera que compartir una habitación a solas con su novio.
Roberta: Pero somos novios Diego, qué espera eh? que solo nos tomemos de las manos?
Diego: Simplemente se madura y ponete en su lugar.
Rodé los ojos y metí mis bolsos. Yo sabía que entre nosotros no pasaría nada respecto a lo sexual, porque a pesar de quererme mucho, él sentía que no podía tocarme por mi edad. Tampoco es que yo quisiera desesperadamente que eso pasara. Solo me gustaba la idea de dormir abrazada a la persona que quería, sin nada impuro de por medio.
Yo a Diego lo quería de la manera más inocente que puedan imaginarse. Me gustaba abrazarlo, besarlo, sentir su perfume, sus manos entrelazadas con las mias, sus besos, sus caricias.. era eso lo que más me gustaba. Eso.
Diego: Estaba pensando que podíamos juntar las camas..
Roberta: Alguien vió la película "Juego de Gemelas" (me reí)
Diego: Si la ví y qué? Esa película es más conocida que... (pensó unos segundos) no sé qué...
Roberta: Si bueno, pero fuera de broma, la idea me encanta..
Así que antes de desempacar, ambos empujamos nuestras camas hasta juntarlas en el medio. Me tiré de mi lado, mientras me reía por las cosas tontas y divertidas que decía él, y pocos segundos después, Diego estaba de su lado, pero abrazándome con sus enormes brazos.
Diego: Te amo mucho, sabés? Mucho.. mucho... mucho..
Roberta: Yo te amo mucho mucho mucho más.. (lo besé, delicadamente) Todo esto lo hago por eso, porque te quiero.
Diego: Hablás de las vacaciones, no?
Roberta: Claro, de qué más?
Me reí, pero en realidad no quería reírme. Yo estaba hablando de otra cosa, y ustedes saben muy bien qué es. El trato. El maldito trato que me tendría lejos de él quién sabe por cuánto tiempo...
(...)
Después de un rato en la habitación, fuimos a comer a un restaurante que estaba cerca del hotel, ya que moríamos de hambre.
Eran cerca de las cuatro de la tarde, cuando el condujo hacia la playa. Al llegar, lo obligué a caminar hacia el mar a ciegas, es decir, le cubrí los ojos con mis manos. Una vez que estuvimos sobre la colina de arena, le destapé los ojos, y lo abracé por atrás, rodeando su cintura con mis brazos.
Ver su carita sonriente, sorprendida, encantada por ver por primera vez las olas del mar en persona, fue lo más hermoso que me había pasado hasta ese momento.
Roberta: ¿Y? Qué te parece?
Diego: Me encanta Roberta, me encanta!!