Narra Roberta:
Yo no agregué nada más, solo quería quedarme mirándolo con esa sonrisita hermosa que tenía en la cara desde que quité mis manos de sus ojos. Claro que se me hacía raro que un chico de su edad nunca hubiera estado frente al mar, pero no quise ponerme a pensar mucho en eso, porque entonces comenzaba otra vez a culparme a mi por las desigualdades del mundo y realmente no me gustaba.
Fue él quién comenzó a alejarse de mi, bajando la colina de arena directo hacia el mar. Como no se giró a mirarme, solo me quedé ahí parada con una sonrisa, viéndolo acercándose con la felicidad de un nene pequeño.
Diego: ¿No venís? (se giró, y me miró, con sus ojitos divertidos)
Roberta: Estaba esperando que me invites.
Diego: Vení... (me acerqué y me tomó la mano) Esto es muy hermoso, pero sabés de qué me dí cuenta?
Roberta: ¿De qué?
Diego: De que ni siquiera la belleza del mar supera la tuya, preciosa.
Me mordí el labio inferior y sentí mis mejillas arder. ¿Cómo es que él podía ser así de hermoso, tierno y perfecto?
Me decía tantas cosas hermosas; que me lo terminaba creyendo todo.
Roberta: ¿Y te gustaría nadar?
Diego: (rió) Es que somos tan torpes que ni siquiera fuimos capaces de traer los trajes de baño.
Roberta: ¿Quién te dijo eso?
Me quité la remera, mostrándole que debajo tenía la bikini. El sonrió y sus ojos me recorrieron de pies a cabeza.
Diego: ¿Y por qué no me dijiste así yo también lo traía?
Roberta: Creí que te darías cuenta solo..
Diego: Ya ves que no..
Roberta: Bueno pero eso no es un problema.
Diego: ¿Así que no es un problema?
Roberta: Pero claro que no! Podés meterte en ropa interior.
Diego: No no, me muero de verguenza.
Roberta: (rodé los ojos) Entonces quitate la remera y metete en short. No me digas que te da verguenza mostrar tu abdomen porque entonces, ¿qué queda para mi?
Diego: Eso no me da verguenza.. y además vos sos demasiado hermosa.
Roberta: ¿Entonces quedamos así?
Diego: Si...
Yo me quité el short, quedando así con mi traje de baño y él se quitó la remera. Caminamos hacia la arena y dejamos nuestras cosas en un rincón. Habían varias personas, es decir, era verano... simplemente era la temporada.
Diego me tomó de la mano y nos fuimos metiendo poco a poco dentro del mar. Se lo veía feliz y avanzaba y avanzaba mientras el agua iba cubriédolo más y más.
Se detuvo cuando el agua le daba por el pecho y me miró. Yo estaba en las mismas condiciones que él, quizás el agua me quedaba un poco más arriba, pero hacía pie que era lo realmente importante.
Comezamos a jugar, mientras nadábamos. Diego me abrazaba y besaba cada vez que tenía oportunidad.
Me reí mucho; hasta el punto de sentir dolor de estómago y dolor en la mandíbula. Así quería pasarme el resto de mi vida. Ríendo con él.
(...)
Miré hacia el cielo y respiré profundo. Diego se acercó corriendo a mi, con el agua goteando por todo su cuerpo.
Se paró delante mio, tapándome el sol y me miró con el ceño fruncido.
Diego: ¿Qué es lo que tanto te gusta del sol?
Roberta: Me gusta broncearme..
Diego: Después te vas a quejar de que estás toda roja y quemada.
Roberta: No, traje protector, sé hasta que punto quiero broncearme.
Diego: Pero qué inteligente.. ¿por qué no te dejás de tantas tonterías y venís al mar conmigo?
Roberta: En realidad me gustaría quedarme acá.
El suspiró y se sentó a mi lado. Le dí el protector solar y comenzó a pasar por su torso, brazos y piernas.
Roberta: Si querés estar en el agua, andá.
Diego: Más que estar en el agua, quiero estar con vos.
Roberta: (me mordí el labio inferior) Emm.. voy a hacerte una propuesta.
Diego: A ver señorita, dígame.
Roberta: ¿Qué te parece si te quedás acá conmigo y tomamos unos mates, y después vamos los dos juntos al mar?
Diego: No voy a negar que es tentador..
Roberta: ¿Su respuesta es...?
Diego: Pero claro que quiero; si ya te dije que me desespero por estar cerca tuyo.
Me dió un beso corto en los labios y después se acomodó perfectamente a mi lado para comenzar a tomar mates.
Hasta yo me sentía sorprendida de hasta qué punto me había llegado a enamorar de los mates; y todo gracias a él. Estaba bien segura de que cuando tuviera que irme a Europa y perder contacto con él, solo con ver uno de esos me agarraría la nostalgia.
Hasta hacía unos minutos atrás, cuando él todavía estaba en el mar, yo me puse a pensar en nosotros, en lo que quedaría de nuestra relación cuando yo volviera de Europa. No sabía cuándo sería eso; y por mucho dolor que me causara reconocerlo, tampoco estaba segura de que seguiríamos juntos.
Me aterraba perderlo, y por supuesto que me arrepentí por haberle prometido a mi papá lo que le prometí. En ese momento no pensé, recién ahora comprendía mi enorme error.
¿Y si él no me lo perdonaba y decidía dejar de hablar conmigo pero para siempre?
Luego de varios mates, Diego se levantó de golpe con toda la energía del mundo y extendió su mano hacia mi.
Diego: Llegó la hora de meterse al mar, chiquita.
Roberta: Ya me esperaba que no ibas a aguantar mucho tiempo más.
Diego: Es que es genial, voy a empezar a ahorrar cada año para venir a la playa durante las vacaciones, algo nunca antes pensé en hacer.
Roberta: ¿Y por qué no?
Diego: Tenía otras prioridades.. pero ahora, muero por irme de vacaciones cada fin de año junto a vos.
Tomé su mano, luchando por no mostrar mi tristeza en mi cara. El acababa de decir que ahorraría para irnos de vacaciones el próximo fin de año; pero yo no sabía si estaría en el país para ese entonces.
Ignorando la horrible angustia que me agarró, corrí hacia el mar junto con él.
(...)
Me metí dentro de la cama después de salir de la ducha. Diego estaba ahí acostado a mi lado, mirando la televisión, pero sin encontrar nada que llamara su atención.
Lo miré de reojo y me acosté sobre su pecho. En uno de los canales, ví a un chico sobre una moto y entonces nuevamente me picó el bichito de la curiosidad.
Roberta: Diego...
Diego: ¿Qué pasa?
Roberta: Espero que no te molestes por esto pero.. ¿no querés contarme sobre tu.. pasado?
Diego: Roberta.. ya te dije que..
Roberta: Por favor. Te juro que no me voy a poner como loca ni me voy a asustar ni nada. Quiero conocerte. ¿De acuerdo?
Diego: (suspiró) De acuerdo.
Yo me puse muy feliz. Por fin había logrado que él me contara eso tan horrible que había pasado antes en su vida.
Diego: Yo.. me metí en eso de las carreras cuando era muy chico. Tenía quince años la primera vez que me subí a una de esas. Lo recuerdo como si fuera ayer.. la adrenalina que recorría mi cuerpo.. es indescriptible. Pero pronto las cosas se me fueron de las manos. Había comenzado como un pasatiempo; y de la nada me encontraba subido a una moto y en medio de una peligrosa carrera cada noche. Cuando tenía 16, un chico me jugó una apuesta. Tenía mi misma edad, así que todos los demás se emocionaron por el duelo. Apostamos mucha plata.. mucha.. y la carrera comenzó. Yo no tenía mucha experiencia.. y en una de las curvas, choqué su moto sin querer. El choque no fue muy fuerte, pero íbamos a tanta velocidad que salimos disparados. Yo solo me rompí un brazo... el chico murió.
Yo lo miré, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
Diego: Iba a alejarme de todo eso, porque no podía soportarlo. Era menor, así que no fui a la cárcel, solo hice trabajos comunitarios.. El que no quedó conforme fue su hermano mayor. Él me obligó, desde ese día, a seguir corriendo carreras... cada cantidad de dinero que gane, va a parar a su bolsillo. Cree que así estoy pagando por la muerte de su hermano. Fue mi culpa.. y lo sé.. por eso lo hago.
Roberta: Pero Diego vos.. eras chico y.. los dos fueron culpables.
Diego: Pero él se murió y yo sigo vivo, Roberta. Las cosas son diferentes.
Sentí un escalofrío. Realmente no me gustó para nada eso, pero no iba a alejarme como él imaginaba.
Lo rodeé con mis brazos, abrazándolo con fuerza.
Roberta: Todo eso ya pasó.. ahora me tenés a mi, y sos una persona completamente diferente.
Diego: Por eso te amo, porque desde que te conocí, sacaste lo mejor de mi.
Continuará...