Narra Roberta:
Cuando me dí cuenta de que Diego me estaba llevando hacia uno de esos barrios oscuros y peligrosos que solía frecuentar él, comencé a asustarme.
Antes sabía que estaba a salvo con él, pero ahora ya no estaba tan segura. No tenía idea de qué era lo que él planeaba hacer conmigo; no sabía si de verdad él quería protegerme o solo seguir burlándose de mi y lastimándome.
Si hubiera podido, me hubiera tirado de la moto en movimiento; pero si lo hacía probablemente me iba a partir la cabeza e iba a morirme, porque no tenía casco.
Lo único que me quedó fue quedarme ahí, sentada en esa moto, esperando a que él me llevara a dónde se le ocurriera.
Quería irme a mi casa, quería estar tranquila, quería que todo esto se terminara cuanto antes... quería tantas cosas; pero ninguna de ellas estaba cerca de cumplirse.
Roberta: ¿A dónde me llevás?
Diego: Me sorprende que no recuerdes este lugar.
Roberta: Si que lo recuerdo.
Diego: ¿Y entonces por qué preguntás algo que ya sabés?
Roberta: Vos sabés muy bien que estos lugares no me gustan.
Diego: Bueno, tenía que venir no podía faltar, no estaba en mis planes traer conmigo a la estrellita.
Roberta: Bajame acá, puedo llamar a mi chofer para que pase por mi y..
Diego: Y en el tiempo en que te quedes sola podés ser el blanco perfecto para todos los ladrones y violadores que andan rondando, verdad?
Roberta: ¿Por qué me traés a un lugar tan peligroso?
Diego: Porque mientras estés al lado mio nadie te va a hacer nada.
Roberta: Seguramente sos muy respetado por este lugar horrible, y eso te da orgullo, verdad?
Diego: Adivinaste.
Roberta: Quiero irme a mi casa, por favor.
Diego: Te voy a llevar a tu casa; pero antes tengo que hacer esto.
Roberta: ¿No podías llevarme antes?
Diego: Ya te dije que no. Te salvé la vida, no? Bueno, ahora vas a tener que hacer esto. Me lo debés.
Roberta: ¿Hacer qué?
No me contestó y eso solo me confirmó que no me iba a gustar lo que íbamos a hacer.
Algo me decía que esto ya lo había vivido... por algún motivo, sabía cómo terminaría todo esto.
Y desgraciadamente, no me equivoqué para nada.
Diego frenó la moto en el mismo lugar en el que hace años atrás jugamos la carrera. Me sorprendí al darme cuenta de lo poco que habían cambiado las cosas. Incluso ví varias caras conocidas... y me quedé pasmada porque me miraban de una forma tan horrible, que parecía que me había metido directamente con ellos en algún momento de mi vida.
No me quería bajar, y de hecho, no lo hice por mi cuenta. Diego se bajó y me tomó del brazo para hacerme bajar, porque yo estaba pegada al asiento.
Roberta: ¿Por qué me trajiste acá?
Diego: Hay una carrera de parejas, y hay mucha plata en juego.
Roberta: ¿Qué? Yo no voy a correr.
Diego: Claro que si vas a correr, para eso te traje.
Roberta: No! Yo no te pedí que me trajeras! ¿Qué no tenés a otra para traer? Si seguro tenés miles de minas...
Diego: ¿Me parece a mi o eso fue un reclamo?
Roberta: No, un reclamo un carajo, quiero irme a mi casa, y me quiero ir ahora!!
Le grité y me cruzé de brazos. Lo estaba mirando con el ceño fruncido, de la forma más seria que me salió.
Diego no parecía sentirse intimidado con mi mirada asesina; solo me miraba como esperando a que yo me cansara de hacer mi showcito y terminara aceptando que tenía más opción que correr la carrera.
Me sentía abrumada. ¿Por qué me hizo esto? ¿Cuál era la necesidad de traerme a este lugar?
Ya habíamos aclarado las cosas; ya hasta habíamos "terminado" aunque eso era ya una obviedad; nos dijimos cosas horribles, él me trato de cualquiera, yo lo llamé basura y mentiroso; ¿Y ahora íbamos a correr juntos? Sonaba patético y completamente sin sentido.
Nuestra conversación quedó completamente interrumpida cuando escuché la voz de alguien más dirigirse hacia nosotros.
Era un tipo, alto, bien grandote, lleno de tatuajes y con una voz realmente grave.
Xxx: Pero no me digas que volviste a traer a la muñeca, Dieguito...
Diego: ¿Y a vos qué te parece?
Xxx: Pensé que se había convertido en una estrella rica y famosa...
Diego: Si, eso es exactamente lo que es.
Xxx: ¿Qué estás haciendo acá? (me miró a mi)
Roberta: Eso es exactamente lo que yo quisiera saber. (miré a Diego)
Diego: Venimos a correr la carrera.
Xxx: ¿De verdad? Pensé que correrías con Paula.
Diego: No tengo por qué darte tantas explicaciones, quiero correr la carrera y punto.
Xxx: (me miró a mi) ¿Y vos, también?
Roberta: Yo no voy a correr ninguna carrera.
Diego: Si, va a correr conmigo.
Xxx: (rió) Va a ser mejor que se pongan de acuerdo.
Me sentía observada por todos los que estaban al rededor. Muchos de ellos seguramente ya me conocían, pero de todos modos eso no explicaba por qué me miraban de esa forma tan horrible. Además se reían, de mi, o de Diego quizás, no lo sé.
Diego me agarró del brazo y me llevó a un lugar con un poco menos de gente, lo miré de reojo; estaba cansada y harta de él, luego de todo esto no tenía ganas de volver a verlo nunca más.
Diego: Escuchame una cosa, vos vas a correr conmigo quieras o no.
Roberta: No podés obligarme.
Diego: Todos en este lugar se ríen de mi por tu culpa, me lo debés.
Roberta: ¿Qué? Yo jamás hice nada para que se rían de vos.
Diego: Me hiciste cornudo delante de todo el mundo, eso es hacer nada?
Roberta: Yo jamás hice eso.
Diego: (rió) Y seguimos mintiendo.
Roberta: Yo no miento, no me llamo Diego Bustamante.
Me miró con enojo una última vez, y luego me volvió a tomar del brazo y me acercó más a él.
Diego: Corré conmigo esta noche y te prometo que no te vuelvo a molestar nunca más.
Roberta: No te creo.
Diego: Quizás para vos no es importante porque tenés todo el dinero del mundo, pero yo necesito esa plata.
Roberta: No es la manera de conseguirla.
Diego: Cuando digo que la necesito es porque la necesito, y ya.
Roberta: ¿Por qué? ¿Estás metido en problemas?
Diego: Si..
Roberta: ¿Qué tipo de problema?
Diego: Uno jodido.
Roberta: ¿Deudas?
Diego: (suspiró) Si no pago una enorme cantidad de dinera mañana mismo me van a matar, Roberta.
Roberta: (abrí los ojos como platos) ¿Quién?
Diego: Eso no te interesa! ¿Vas a correr conmigo?
Estaba presionada. No sabía si él estaba siendo sincero conmigo, pero no sé, había algo en sus ojos... una mirada que conocía, esa mirada que tenía antes del viaje, cuando era mi Diego... esa mirada que decía la verdad.
Y si era verdad que lo matarían, yo no podía hacerme la estúpida, no podía; si algo le pasaba no podría quitarme la culpa nunca.
Roberta: Está bien, acepto.
Él sonrió y después me tomó del brazo otra vez y me llevó donde estaban todos los otros.
Yo me quité la enorme campera de Diego porque me sentía incómoda, y me gané las miradas de todos los hombres babosos y las mujeres celosas.
Solo tenía puesto un short dorado brillante y un top blanco (la ropa que usé para el show); además de unas plataformas blancas y con la parte de abajo del mismo color que el short.
Diego miró a nuetro al rededor y se acercó a mi, como cubriéndome.
Diego: ¿Qué estás haciendo?
Roberta: Solo me quité la campera.
Diego: Este no es lugar para vestir de esa forma.
Roberta: ¿No era que mientras estuvieras vos nadie podría lastimarme?
Diego: ¿Lo estás haciendo a propósito?
Roberta: Yo no tengo la culpa de que me interrumpieras y no me hayas dejado tiempo de cambiarme.
Diego: (miró a los tipos al rededor) ¿Y ustedes qué miran?
Yo no pude evitar sonreír de costado. No sé, sentí por unos segundos que estaba celoso... y se sintió agradable. Como si el tiempo no hubiera pasado.
Continuará...
