Narra Roberta:
Me senté en uno de los bancos altos de la cocina, justo en frente de donde estaba mi mamá, y la miré directo a los ojos. Ella estaba como intentando decirme algo, pero por la sonrisa que tenía en la cara, la "emoción" no la dejaba soltar palabra.
A pesar de que ella se veía tan feliz, yo sentía una cosa fea e insoportable en el estómago, y cuanto antes ella hablara, me iba a sentir mejor.
Alma: ¿Es necesario que te lo explique, hija?
Roberta: Am, si. Me parece que si decís una cosa como la acabas de decir, me merezco una explicación.
Alma: Está bien.. (soltó la lapicera con la que estaba escribiendo algo en un papel y se concentró en nuestra conversación) Bueno, como ya sabes, quedaste en la escuela.
Roberta: De danzas, canto y actuación si, pero eso no me dice nada. (la interrumpí)
Alma: Si no me vas a dejar terminar de hablar, prefiero no decirte nada y dejar que saques tus propias conclusiones.
Roberta: Ay no mujer! no hagas eso, no ves que quiero saber? (murmuré, algo harta de tanto suspenso)
Alma: Como decía.. los jueces vieron tu talento, y es por eso que dentro de dos semanas vas a viajar a Europa para comenzar con tu carrera.
Roberta: ¿Qué? Espera.. yo.. no soy profesional, solo tomé algunas clases particulares..
Alma: Te vas a ir perfeccionando a medida que tu carrera avanza.
Roberta: ¿Por qué tengo que irme a Europa? Por qué no puedo quedarme acá?
Alma: Los artistas que intentan hacerse un lugar en el mundo del espectáculo en este país nunca tiene éxito hija, la fama les dura pocos meses, en cambio allá, podes hacerte conocida en todo el mundo en solo unas pocas semanas.
Yo me levanté despacio, todavía asimilando la idea de que tendría que irme. Me sentía partida en dos. Dividida entre dos sentimientos.
Por un lado, estaba deseando con mi vida entera esa oportunidad y claro que no pensaba dejar ir, ¡era mi sueño! simplemente era estúpido dar un paso al costado. Pero por otro lado, sabía que debía dejar muchas cosas atrás. Quizás la idea de dejar de ver a Diego era la que más dolía. Yo no podía hacerle eso, no podía irme de la noche a la mañana y dejarlo acá, olvidado.
Alma: Decime algo hija, por favor.
Roberta: Yo... necesito tiempo para pensarlo.
Alma: En serio? Hubiera jurado que ibas a aceptar sin cuestionarte nada. ¿No es este tu sueño desde que tenes uso de la razón?
Roberta: Pero las cosas cambiaron ma.. y ahora, no estoy segura
Alma: Sé por donde va la cosa.
Roberta: Por favor no quiero que me digas nada malo respecto a él, yo sé por qué siento lo que siento.
Alma: No iba a decirte nada malo respecto a nadie. Pero sé que quién te retiene acá es Diego.
Roberta: Si, claro que es él.
Alma: Solo te pido que consideres una cosa. Nadie te está diciendo que nunca vas a volver al país, nadie te está asegurando que jamás vas a volver a ver a Diego.. en cambio, si te están ofreciendo una oportunidad única e irrepetible. Decime Roberta, ¿Cuántas posibilidades hay de que esto se repita en alguna otra ocasión? Son una en un millón.
Roberta: Ya lo sé.. pero por favor, me darías hasta mañana para pensarlo por favor?
Alma: Si mi reina, pero de verdad.. pensalo bien.
Roberta: Te lo prometo.
Le dí un beso en la mejilla y después dí media vuelta para subir a mi cuarto, me quedé helada cuando ví a mi papá parado ahí, con el cuerpo apoyado en el respaldo de la puerta, mirándome de esa manera que me hacía sentir que estaba en problemas.
Roberta: ¿Por qué estás mirándome así?
Martin: ¿Vas a permitir que ese chico interfiera también en tus sueños?
Roberta: (suspiré) Perdón, pero no quiero hablar de eso con vos papi..
Martin: ¿Por qué no? así como hablas con tu madre..
Roberta: (lo interrumpí) Porque ella no me intenta decir todo el tiempo lo que tengo que hacer. No me da órdenes, me deja hacer lo que siento.
Mi papá solo movió la cabeza afirmativamente, mientras en su rostro se podía ver una clara de expresión de desagrado y desilusión por mis palabras.
Yo no quería pelearme con él, ¿pero cómo podía hablar sobre esto con él si todo lo que me decía era "Aléjate de Diego", "Diego es malo para vos", "Te voy a dejar bien lejos de Diego"?
Simplemente no se podía.
Una vez dentro de mi cuarto, saqué mi celular y me deslicé por la puerta, hasta quedar sentada en el piso. Miré el teléfono como si me fuera a morder, dudando en llamar o no llamar a Diego.
Sabía que la noticia no le gustaría. De ahí a que me dijera que no tenía problema, ya era otra cosa. Yo sabía que no le gustaría de cualquier modo.
El me había dicho que así estuviéramos en distintos continentes, que ironía que ahora pasaría eso, no íbamos a separarnos, al menos no sentimentalmente.
Pero yo estaba segura que aunque lo quisiera con todo mi corazón, e intentara no perder contacto con él.. con el tiempo, la distancia lo arruinaría todo.
No sabía qué le iba a decir a Diego exactamente, cómo iba a empezar a decírselo ni nada de eso, así que opté por hablar primero con Mia.
Las mejores amigas siempre te dan consejos y supuse que como no sabía qué hacer ni como, ella podría darme las respuestas.
(...)
Mia: Vas a llamar a Diego y se lo vas a decir ahora.
Roberta: Es que en verdad no creo poder hacerlo sin llorar.
Mia: ¿Y quién dice que no tenes permitido llorar?
Roberta: Yo lo digo.
Mia: No seas tonta. El va a entenderte.
Roberta: (suspiré) Estoy aterrada por lo que va a pasar dentro de dos semanas.
Mia: Roberta.. (murmuró)
Roberta: ¿Qué pasa?
Mia: ¿Estás segura de dejar esta decisión tan importante para vos en manos de Diego?
Roberta: Es que.. de verdad, no quiero que él esté mal.
Mia: ¿Y lo que te pase a vos no importa?
Roberta: Estás sonando como mi papá...
Mia: No querida, estoy siendo realista. Es una locura dejar que tu reciente novio decida sobre tu futuro.
Roberta: No es tan así, solo quiero su opinión.
Mia: Está bien. Entonces toma el teléfono y llámalo.
Roberta: (suspiré) En cuanto tenga una decisión tomada, voy a llamarte.
Mia: Está bien.
Escucharlo de sus labios por ahí resulta un poco fuerte, pero en verdad no era tan así. Si, iba a hablar con él y posiblemente, dependiendo de cómo se lo tomara, yo elegiría qué hacer. Pero no estaba "pidiéndole permiso", solo quería que me ayudara a tomar una decisión. Solo eso.
Le hice caso a Mia, de todos modos, y marqué el número de Diego.
Diego: Roberta.. que raro que me estés llamando a esta hora.
Roberta: Si, ya sé que quedamos en hablar por las noches, pero esto no puede esperar.
Diego: Cuando hablas en ese tono, siento como que me da miedo.
Roberta: (sonreí) Me gustaría poder decírtelo en persona.
Diego: Espera, en serio es tan importante?
Roberta: Si, lo es.
Diego: Podemos vernos.
Roberta: No me van a dejar, Diego.
Diego: Sé que lo que te voy a pedir no es nada bueno, pero podrías escaparte, no?
Roberta: La verdad es la única opción que se me ocurre.
Diego: Está bien, entonces queres hacer eso?
Roberta: Si.. voy a ver qué les invento, y nos vemos en algún otro lado.
Diego: En mi departamento, te parece?
Roberta: Si, voy a ir para ahí.
Diego: Nos vemos, suerte y te amo.
Roberta: Yo también te amo, mi amor.
Corté el teléfono y me levanté del piso. Era poco probable que lograra irme de mi casa con una simple excusa. En pocas palabras, mis padres ya no caían en esa historia de que iba a casa de una amiga o cualquier otro invento, después de que se enteraran lo de Diego y yo, se habían avivado y mucho.
No me arreglé demasiado, casi nada en realidad, para no levantar sospechas, agarré una pequeña cartera y salí de mi cuarto.
Mis padres todavía estaban en la cocina, y parecían en verdad muy metidos en su conversación.
Roberta: Mamá, papá... (murmuré)
Alma: Roberta.. vas a algún lado?
Roberta: Voy a salir a dar unas vueltas. Necesito pensar.
Martin: En verdad esperas que creamos eso?
Roberta: ¿Por qué me tratas tan mal siempre?
Alma: No peleen por favor. Martin, podemos pedirle al chofer que la lleve hasta donde ella quiere para que te quedes tranquilo.
Martin: (suspiró) Está bien.
No era nada agradable tener que estar demostrando que no mentía a mis padres. Está bien, si mentía, pero no era agradable de todos modos.
Me subí al auto del chofer y le dije que me llevara a un parque que había cerca de la casa de Diego.
Chofer: No puedo dejarla bajar acá señorita.
Roberta: ¿Por qué?
Digamos que no se lo pregunté, se lo grité como una loca histérica. Solo quería bajar de ese auto y encontrarme con Diego, ¿por qué tenía que ser tan difícil?
Chofer: Porque este no es el tipo de lugar en el que tengo permitido dejarla bajar.
Roberta: No entiendo. ¿A vos te dicen donde bajarme y donde no?
Chofer: Su padre me dió órdenes claras.
Estaba tan irritada, que no me detuve ni siquiera medio segundo a pensar en lo que hacía.
Aprovechando que él me estaba hablando y por tanto, todavía no había puesto el auto en movimiento, estiré mi brazo, abrí la puerta, y me bajé tan rápido que hasta me sorprendí a mi misma.
Chofer: Señorita Roberta!
Roberta: Voy a estar bien.
Chofer: Pero no puedo..
Yo comencé a correr, sin escucharlo, mientras escuchaba como él bajaba de su auto para ir detrás de mi.
Para su desgracia, me metí entre unas calles que ni siquiera yo conocía y me perdió de vista.
Cuando me aseguré de que él ya se había rendido, miré a mi al rededor.
Bueno, estaba en el barrio de Diego, claramente, lo sabía por las calles oscuras, las pinturas en las paredes y todo eso que simplemente me daba a entender que no estaba en mi barrio privado.
No sabía donde estaba con exactitud. Yo sabia llegar a casa de Diego "de memoria" únicamente, y solo desde la calle principal de la que había escapado corriendo como una desesperada.
Ahora estaba en una extraña calle, sola, y no tenia ni la menor idea de hacia donde debía irme.
Xxx: Pero miren a quién tenemos acá...
Yo dí media vuelta, la voz de esa chica se me había extrañamente conocida.
Xxx: ¿Estás perdida?
Ella no estaba sola. Había varios tipos de esos con chaqueta de cuero como las que usaban los que corrían carreras con Diego.
Entonces, al mirar lo ojos verdes e inconfundibles de la chica, supe que era Luz.
Roberta: Yo.. no, no estoy perdida.
Luz: Tu carita dice otra carita.
Roberta: Yo.. bueno, estoy buscando la casa de Diego, ustedes, podrían llevarme con él?
Luz: Emmm... tengo planes un poco más interesantes... Si queres podes venir conmigo.
Continuará...