ㅤdo i wanna know?ㅤ★ㅤbakugo katsuki !

tres

TRES
quirkless

    —¿Por qué siempre llevas ese maldito suéter? —cuestionó el chico después de un tiempo de silencio, con su ceño fruncido.

    —Por mi quirk —contestó mientras seguía haciendo el trabajo, sin mirarlo.

    Bakugo se quedó callado, miró un rato a la chica para después volver a prestar su atención total al trabajo.

    «Esa idiota no tiene quirk. Claramente sólo me quiere engañar» pensó el rubio, mirándola de reojo. La chica parecía estar completamente concentrada en hacer el trabajo, mientras que en pequeños segundos le daba algunas mordidas a las galletas que había hecho.

    Bakugo no había comido ninguna desde que las probó. Es obvio que le gustaron, sólo que sentía que si comía más no se controlaría y se las acabaría todas.

    —¿Qué ocurre? —cuestionó la chica, dejando todo lo que estaba haciendo para mirarlo.

    —¿De qué? —Katsuki rodó los ojos, fingiendo que estaba haciendo su parte del trabajo.

    —Desde que me hiciste esa pregunta me has estado mirando, ¿qué ocurre? —volvió a preguntar, sin dejar de mirarlo.

    —¿Por qué te miraría? Fea —insultó el chico. La chica sólo rio, y Bakugo al escuchar su risa frunció el ceño—. ¿De qué te ríes?

    —Me da risa como me dijiste.

    —¿Te da risa que te diga fea? —preguntó Katsuki de manera irritada. Shiori asintió con una sonrisa—. Entonces no te diré más así. Que horrible risa tienes.

    —¿Por qué tantos insultos? ¿Me tienes rabia o qué? —cuestionó la chica, pero no de manera enojada ni ofendida, si no de manera burlona.

    Ella notó como Bakugo la miró por unos segundos cuando preguntó eso, y él sólo parpadeó un par de veces para apartar su mirada rápidamente y hacer sus asuntos de repente, como si hubiese recordado algo.

    Shiori frunció el ceño confundida, pero de igual forma siguió con su trabajo. Hasta que, un tono de llamada los interrumpió.

    —Lo siento, es mi celular —se excusó la chica cuando Katsuki alzó su mirada con una mirada irritada. Aún así, la chica no atendió la llamada cuando vio el propietario, y sólo dejó que el tono siguiera sonando.

    —¿Por qué no atiendes? Tu tono de llamada me molesta —Bakugo frunció su ceño, quejándose.

    —Es mi padre. No quiero hablar con él —hizo una ligera mueca. El ceño fruncido de Katsuki se suavizó, más no se perdió.

    —Entonces desvía la llamada. Me desconcentra —contestó, para volver a trabajar. La chica hizo lo que le dijo, aunque segundos después el tono volvió a sonar—. Joder, tu padre es un viejo muy intenso.