ㅤdo i wanna know?ㅤ★ㅤbakugo katsuki !

quince

QUINCE
"i watch the moon,
let it run my mood..."

    —Que linda vista... —murmuró la chica con una pequeña sonrisa al ver como Katsuki la había llevado al balcón que tenía en su hogar.

    —¿Nunca habías estado en un balcón o qué? —preguntó con el ceño levemente fruncido, inclinando su cuerpo en la barra que separaba el balcón del segundo piso con el suelo allá abajo.

    —S-Sí que lo he estado —rio un poco nerviosa—. Sólo que no mucho. En mi casa, el cuarto de papá es el que tiene el balcón. Y es zona prohibida para Shimada y para mí.

    Bakugo hizo un sonido con la garganta a modo de respuesta. Notó como Shiori se colocaba a su lado, apoyándose también en el concreto del balcón. Los ojos de la chica brillaron un poco al ver la luna desde la perspectiva en la que ellos se encontraban. El ceño fruncido que tenía Katsuki se suavizó.

    —La luna es realmente bonita —susurró Shudai por lo bajo, más que todo para ella misma. Una linda sonrisa se cruzó por los labios femeninos, y por un ligero segundo el cenizo bajó sus ojos hacia sus labios para ver la sonrisa.

    Shiori lo miró. Bakugo se tensó, pero ella no se dió cuenta.

    —¿Ves seguido la luna, Bakugo? —le preguntó en un tono extremadamente suave y dulce. Katsuki mentiría si dijera que aquello no lo dejó algo anonadado—. Yo sí. Me tranquiliza mucho. Cuando estoy sola, acostumbro a ponerme en la entrada de mi casa a apreciar la luna.

    Bakugo parpadeó un par de veces. Se aclaró la garganta, mirando hacia otro lado.

    —No —contestó—. Ver la luna es una pérdida de tiempo.

    Katsuki tuvo que contener una risa al ver la graciosa expresión ofendida de Shudai. Ella rodó los ojos, aunque sabía que él lo había dicho en serio.

    —¿Tienes el balcón más grande que he visto en mi vida, y nunca te tomas el tiempo de ver la luna? —preguntó de manera incrédula. El cenizo asintió con la cabeza—. Bueno, si tú no lo aprovechas, pues yo tendré que venir todos los días a apreciar la luna.

    No lo había dicho de una mala manera, pero no había pensado en lo que había dicho. Volvió a mirar hacia la luna con los ojos brillando debido al reflejo de la luna en sus ojos. Katsuki se quedó unos segundos callado.

    —Puedes venir mientras no estorbes —murmuró, mirando hacia abajo. Shiori parpadeó confundida, poniéndose algo nerviosa—. Suficiente tengo con la bruja.

    —No llames a tu madre así —rio para calmar sus nervios. Volvió a mirar el cielo, pero esta vez no la luna, si no las estrellas.

    Bakugo frunció el ceño de la misma manera que veía a Shudai para replicar, pero sólo pudo ver la sonrisa que aparecía en el rostro de la chica al mirar la luna y las estrellas, y el repentino y hermoso brillo que estaba en sus ojos. ¿Ese brillo siempre estuvo ahí? ¿Es por la luz a sus alrededores o es obra del cerebro del chico? Porque le resultó completamente extraño el pensar que ese brillo hacia de los ojos de Shiori únicos y hermosos.

    Apartó su mirada repentinamente y de manera brusca. Shudai pareció salir de su trance preguntándose que le había pasado al chico, pero el ceño fruncido y la vena en su mente la hizo pensar que había dicho algo que le molestó.

    —¿Ocurre algo? —preguntó ella, mirándolo. En cambio, Bakugo negó con la cabeza sin mirarla y sin querer verse vulnerable ante ella.

    —No —respondió, todavía con su mirada hacia otro lado. Las manos en sus bolsillos temblaban un poco, y se sintió incómodo ante la sensación de sentirse nervioso a su lado—. ¿Cuánto falta para que tu hermano pase por ti?

    Shudai apretó sus labios a medida que sacaba su celular lentamente. Entendió que Katsuki ya no la quería ahí, aunque lo entendió debido a que se acercaban las ocho de la noche. Eso fue lo que pensó.

    —No tarda en llegar —habló, todavía con el celular en la mano—. Lo siento por quedarme hasta tarde. Se te pasará tu hora de sueño otra vez.

    Bakugo sólo chasqueó la lengua mientras rodaba los ojos. Miró hacia abajo. Tiempo después llegó un taxi, por lo que asumió que era Shimada.

    —Ya llegó- —Katsuki la miró, dejando de hablar cuando ella ya lo había estado mirando de manera algo extraña—. ¿Qué?

    —Estas extraño —susurró, analizándolo.

    —Tsk, igual que tú —Bakugo rodó los ojos—. Ya, vete.

    Shiori rio, caminando detrás de Bakugo. Se despidió de él, notó como su hermano lo saludaba pero el cenizo no le devolvió el saludo, terminando por cerrar la puerta detrás de él. La Shudai menor rio al ver como su hermano había sido ignorado.

    —Que maleducado —susurró Shimada cuando ambos estuvieron en el taxi de camino a un restaurante.

    —Bakugo estuvo extraño al final —le contestó pensativa—. De seguro no te saludó por eso.

    —Le estás prestando mucha atención a cómo se comporta Bakugo —su hermano se dirigió de manera burlesca hacia ella, y escuchó una risa por parte de él cuando se sonrojó—. Al final de todo sí te gusta.

    —No lo sé, Shimada —Shiori negó algo cabizbaja—. Él es mi amigo.

    —¿Y? Eso no significa que no te pueda gustar.

    —Sí, pero... —la menor suspiró, poniendo su cabeza en el hombro del mayor—. No lo quiero arruinar. Es obvio que Bakugo no sentiría nada por mí.

    —Es muy orgulloso —siguió el universitario—. Pero puedes dedicar tu tiempo a aclarar tus sentimientos. Si en verdad te gusta, pueden ir lento. Conocerse un poco más. Eres simpática, linda, amable y divertida, si te rechaza el que pierde la oportunidad es él.

    Shiori no pudo evitar reír y su hermano rio con ella. Despejó sus pensamientos gracias a lo que él le había dicho, quedándose un poco más tranquila respecto a los pensamientos que la agobiaban.

    La chica no sabía que Katsuki estaba de nuevo en el balcón, apreciando la luna. Nunca lo había hecho, y no sabía porque lo estaba haciendo en ese momento. Dejó que el sentimiento extraño que tenía fluyera y se fuera con la luna, dándose cuenta que desde hace unos momentos no podía dejar de pensar en Shiori y sus ojos brillosos, preguntándose si él era la única persona a la que ella veía con ese hermoso brillo.