El nuevo amigo de Denise
Busqué entre los estantes y saqué un libro de It de Stephen King, un hombre de alrededor de treinta años esperaba detrás del mostrador, al encontrar el libro, casi se me cae la mandíbula del asombro, es un libro ancho, pero muy ancho, incluso la propia Biblia no tenía tantas páginas como este libro. Pongo el encargo encima de la mesa y digo el precio marcado:
―Son 110, señor, ¿quiere que lo ponga en una bolsa?
―Sí, por favor.
Este hombre se nota que no es de aquí, su forma de hablar, de vestir y de moverse da el aire de no pertenecer a este pueblo, lo más probable es que vino a visitar a un familiar y aprovechó a comprarse algo. Yo solo saco mis conclusiones apresuradas.
―Aquí tiene, señor, que tenga buen día.
―Gracias.
Él se va y yo me alivio, dejo de sonreír y me acaricio las mejillas, agradezco que no haya hecho comentarios inapropiados, ya que noté que se fijaba en mis pechos, lo más probable es que también me haya visto el trasero, pero bueno, admito que me vestí un poco sexy el día de hoy con una camisa de escote sin mangas, incluso me puse una chaqueta para cubrir mis brazos y unos jeans ajustados.
Se escucha la campanilla y veo a Natalia con dos cafés, yo no pedí nada, así que asumo que ella invita el café el día de hoy, lo cual me hace sonreír, creo que por poco y termino gastando mi sueldo en los desayunos de la cafetería, debería tener un mejor hábito para despertarme antes de ir a trabajar.
―Ay, Nati, qué bueno que has venido, tengo ganas de hablar ―le digo con un tono de falso cansancio.
―Ya me lo imaginaba, por algo traje mi café también. ―Pone los dos vasos en la mesa―. Espumoso, como a ti te gustan.
―Gracias. ―Agarro el café que me señala―. Eres la mejor, Nati. ―Tomo un sorbo y suspiro de satisfacción.
―No hay de qué.
―Ayer fue un día de mierda, mi atuendo perfecto fue arruinado por una gallina, tierra y por el mal tiempo ―me quejo―. Lo único interesante fue que vi la casa de Icarus Cadín, por cierto, es muy bonita, creo que es más grande que mi casa...
―¿Qué hiciste qué? ―habló de forma tan lenta, que dio un poco de miedo―. ¿Fuiste a la casa de Icarus Cadín?
―Sí, solo quería reclamarle porque su caballo ensució mi ropa ayer, nada más. ―Tomé un sorbo y esquivé la mirada de Natalia.
―Hiciste algo muy imprudente, como siempre.
Me da miedo su tono, no está gritando, pero la forma acentuada y lenta ―como para que me quede claro lo que dice―, hace que me dé escalofríos.
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El rostro de Icarus
Teen FictionEn un pueblo tranquilo, vive Denise, una chica que está harta de su entorno y cotidianidad. Trabaja en una librería reconocida, pero ella desea salir de allí y conocer más allá de su pueblo, alejarse de todas las personas que considera aburridas. ...