En un pueblo tranquilo, vive Denise, una chica que está harta de su entorno y cotidianidad. Trabaja en una librería reconocida, pero ella desea salir de allí y conocer más allá de su pueblo, alejarse de todas las personas que considera aburridas.
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Capítulo narrado en tiempo pasado por parte de Icarus, del cap 20 hasta el 22.
Seré breve y confesaré lo que más me avergüenza a mi edad de 24 años: no sé interactuar con las mujeres. Bueno, tal vez sí lo sabía, pero por mi aislamiento y mi falta de socialización, me hicieron un poco torpe a la hora de interactuar con una mujer que no sea de mi familia. Me han enseñado a ser un buen anfitrión, me considero un buen oyente, pero no muy buen conversador en el tema personal.
Hice el intento de empezar una conversación con una mujer hace un buen tiempo, esperé que fuese un desastre, pero, todo lo contrario, ella pareció tomarme confianza y a conversar más conmigo, al punto en que insistió que fuésemos amigos. Eso fue lo que me pasó con Denise Iguera. Aquella chica que antes evitaba toparse conmigo y ahora me visita todas las tardes.
Tomé su palabra de que esta iba a ser una amistad ganar-ganar. Ella se sentía escuchada, en cambio, yo manejaría mi apatía hacia el sexo opuesto. Estoy en edad matrimonial y tengo una buena estabilidad económica, pero mi forma de ser y relacionarme me ha frenado ante la idea de casarme. Sí, quiero una esposa, pero para eso tengo que aprender a relacionarme con mujeres externas a mi círculo familiar. Lo bueno es que, Denise es una chica muy agradable, solo un poco terca. Admito que sus caras de frustración, cuando no podía sacarme respuestas más largas, son entretenidas de ver.
Pasaron muchas cosas en mi amistad con Denise, una de esas es que dejé de usar mi máscara en su presencia, ella me animó a hacerlo y me dijo que mi cara no estaba mal, lo cual, fue difícil de creer para mí. Le hice regalos, uno en el día de la amistad y otro para su cumpleaños. Dios mío, la noche de su cumpleaños. Ese beso me agarró desprevenido y para mi consternación, le correspondí y me dejé llevar sin saber por qué.
¿Por qué me besó?, ¿por qué le devolví el beso?, fueron las preguntas que más me mortificaron antes de irme a dormir. Se supone que somos amigos, ¿acaso ella ha malinterpretado mis acciones? Bueno, es cierto que se me hace linda y últimamente me gustaba ponerle atención a cada detalle, ¿ella sabrá que tiene un lunar en la parte trasera de su cuello? Lo noté cuando le coloqué el collar que le regalé.
«Sí, es linda, lo admito», pensé cuando los sucesos del día anterior volvieron a mi mente, aquella mirada, su sonrisa, su olor... Ok, tal vez si es más que linda.
Cuando fui a misa ese domingo y no la vi, sentí como si me hubiesen presionado el pecho. Me está evitando, debería ser lo correcto. Después de todo, he pasado varios años solo, ¿qué son otros años más? Bueno, la idea no me tranquilizó para nada, el solo hecho de que Denise me evite y que tal vez deje de hablarme, me dejó inquieto en todo el día. Ese beso pareció haber abierto una clase de caja de pandora en mí.
Y ya cuando creí asimilar que iba a volver a mi rutina de hace meses atrás, al día siguiente, ella viene a mi casa, usando un vestido que me dejó paralizado por un momento e hice el intento de intentar no mirarla por mucho tiempo y me concentré en ponerle las herraduras a Rocinante.