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Un amorío del pasado

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Un amorío del pasado

Esas palabras por parte de Icarus me cambió mi humor, ahora me siento feliz, conduje de camino a casa mientras tarareaba alguna canción que se me venía a la mente. Esquivé unas cuantas carretas y camionetas, pero no se me quitó mi buen humor, algo que es muy poco usual en mí, ya que se me borraría la sonrisa muy rápido.

Cuando llego, veo a un hombre joven frente a mi casa, no tocó la puerta, está intentando ver a través de las ventanas, tiene una ropa holgada con diseños de colores luminosos y metálicos; pantalones rotos; unos visibles tatuajes en los brazos y cuello, gracias a eso, su piel se ve muy blanca y posee un aro en la nariz. El hombre me mira y sonríe, creo haber visto su cara, sus ojos azules son de mi gusto.

Él estira los brazos y dice:

―¡Denise, tiempo sin verte!

Algo se me viene a la mente, creo que sé quién es.

―¿Axel?

―¿Y quién más va a ser?, no me digas que ya me has olvidado después de... ¿Cuántos años sin vernos?

―Casi cuatro años ―le respondo un poco emocionada.

Axel fue mi primer novio, en estos momentos debe tener veinte años, nuestra relación fue algo que puso patas arriba a mi familia, incluso a la abuela de él.

―¿Qué haces aquí? ―le pregunté, sin bajar de la bicicleta―. Pensé que no ibas a volver.

―Problemas familiares, ya sabes, resulta que mi padre, mi madrastra, mi madre y mi padrastro, (así es, todos se pusieron de acuerdo), dicen que soy un vago que necesita hacerse hombre y eso. Ahora mi abuelo quiere que trabaje con él. ―Él saca un paquete de cigarrillos de su bolsillo―. Bajé por aquí a ver si aún vivías aquí. ―Saca un cigarrillo y me lo estira―. ¿Quieres uno?

―Estamos frente de mi casa, genio ―dije con sarcasmo.

―Cierto, se me olvidaba que tu mamá es una anticuada, como toda la maldita gente de aquí. ―Se puso el cigarrillo entre los labios y lo encendió.

Es mejor poner de excusa mi casa que decirle que no me gusta fumar, lo he intentado, pero al final sentí que me iba a morir de un paro respiratorio, es cierto que se ve genial la idea de fumar, pero parece que solo les lucía a mis hombres de novela.

―No sabía que seguías fumando ―comento.

―Querida, el cigarrillo es amigo mío desde que cumplí los catorce, dudo dejarlo. ―Ladeó una sonrisa.

Es cierto que me emociona la idea de volver a verlo, ya que terminamos con la idea de no poder mantener una relación a distancia, pero en estos momentos, no sé exactamente qué hacer, ni siquiera sé si estaría dispuesta a volver con él después de tres años de no habernos visto.

El rostro de IcarusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora