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Una notable tensión

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Una notable tensión


Esa noche, mi madre preparó nubes de canela, un tipo de pan pequeño, tan esponjoso y suave, tiene un ligero sabor a canela, a veces me gusta remojarlos en chocolate derretido, pero nuestra madre no está de acuerdo que comamos cosas dulces antes de dormir, ya que dice que nos provocará pesadillas. A mi mente se me viene la cena que tuve en la casa de Icarus cuando dormí allí, eso podría explicar la pesadilla que tuve. Tal vez no todas las creencias de mi mamá sean tan disparatadas como creí.

«¿Icarus tendrá muchas pesadillas?», me pregunto mientras muerdo una nube de canela. Icarus es un fan de lo dulce, es cierto que no es abusivo con ellos, pero es como una de sus debilidades, junto con la carne de res y del cordero.

―Parece que comer nubes de canela hizo que tu mente esté en las nubes ―comenta Uriel después de chasquear los dedos cerca de mi cara.

Doy un brinco y parpadeo varias veces para espantar mis pensamientos.

―¿Qué? Perdón, estaba distraída ―digo.

Uriel abre mucho los ojos y suelta un silbido, mi madre también parece extrañada, estoy segura de que no dije nada sorprendente.

―Últimamente adquieres la costumbre de disculparte ―comenta mi madre, agarrando otro pan―. Creo que juntarte con Icarus te está haciendo bien.

Uriel frunce el ceño y luego lo relaja, es como si estuviera intentando leerme la mente, algo que me parece divertido. Bueno, reconozco que ya se me está volviendo una costumbre el disculparme, algo que detestaba hacer a muerte, prefería cortarme la lengua que pedir perdón.

―Incluso andas un poco más tranquila, ¿será contagioso? ―Uriel esboza una sonrisa burlona.

Yo pongo los ojos en blanco y de una mordida, termino con mi último pan, ya sé que sus comentarios tienen un doble sentido. Me parece divertido, mi familia, quienes se opusieron a muerte sobre mi relación anterior con Axel, ahora anda animándome a que haya algo más entre Icarus y yo. Bueno, supongo que sería conveniente, Icarus es un soltero cotizado por todos sus logros; su buen comportamiento, su aportación en negocios y su abultada billetera debe ser lo que más atractivo le ven.

Termino de beber la leche caliente que está a mi lado, lo termino al mismo tiempo que Uriel, el cual, nos quedamos mirando a los ojos con cierto desafío, sabemos lo que queremos, por eso decimos al mismo tiempo:

―¡El televisor es mío!

Salimos corriendo de nuestra mesa, escuchando el regaño de nuestra madre, es cierto que Uriel corre más rápido que yo, pero empleo una técnica infalible, que consiste en arrojarme al sillón, al hacerlo, agarro el control y siento que él casi me aplasta al sentarse.

El rostro de IcarusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora