En un pueblo tranquilo, vive Denise, una chica que está harta de su entorno y cotidianidad. Trabaja en una librería reconocida, pero ella desea salir de allí y conocer más allá de su pueblo, alejarse de todas las personas que considera aburridas.
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He disfrutado mucho escribir este capítulo, creo que fue de mis favoritos, espero que también les guste.
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Una sonrisa encantadora
Por mucho que fue tarde, le avisé a Icarus que no podría visitarlo por ciertos temas personales, obviamente ese tema personal se trata de mi exnovio, pero Icarus fue comprensivo. Todas las noches, antes de irme a dormir, le mandaba mensajes a Icarus, preguntándole cómo le fue en su trabajo y otros temas más en la que nos hemos extendido.
Una vez, por la noche, antes de dormir, recibí un mensaje de Icarus que decía:
Por tu culpa me he estado durmiendo tarde.
A lo cual, no sé por qué, pero sonreí al saber que ha estado pendiente de mis mensajes, a pesar de que durmiéramos tarde charlando. Cuando pasaron cuatro días, admito que me la pasé bien con Axel, me he divertido y me he puesto melancólica, ya que recordaba cuando tenía quince años; sin embargo, la culpa era más fuerte que mi alegría momentánea, ya que sentí que estaba abandonando a un amigo solo para complacer a mi ex.
Y así, poco a poco, mis momentos con Axel se resumieron en un vaivén entre alegría, añoranza y culpa. Mi madre no estaba feliz por estar pasando demasiado tiempo con Axel, lo mismo ocurre con mis hermanos.
Es un viernes, tuve que ir a trabajar. Normalmente trabajo doble jornada, pero me sorprendo al ver que mi jefa viene a la tienda, me saluda como siempre y me dijo:
―Hoy no tendrás que hacer doble jornada, querida ―me dice mientras descuelga su cartera―. Hoy me encargaré de atender por la tarde.
Es cierto que así se me reduciría el sueldo un poco, pero me alegro de saber que no tengo que trabajar por la tarde. Como nadie más lo sabe y normalmente Axel no viene a la tienda, así que me puedo colar a la casa de Icarus.
―Muy bien, señora Tiana.
Saco el celular con la intención de avisarle a Icarus, pero algo dentro de mí me dice que no lo haga, que le dé la sorpresa. Me pregunto qué hace los viernes mientras no estoy, espero que no tome horas extras en su trabajo o algo así.