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Un día tranquilo

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Un día tranquilo


No sé cuándo me dormí, solo sé que lo hice, no recuerdo mucho de mi sueño, solo fueron muchos sucesos borrosos y sin sentido, creo haber tenido una pesadilla entre todas esas secuencias extrañas en mi inconsciente, pero debió ser algo tan fugaz que apenas la pude percibir como un mal sueño.

Estiré mi cuerpo, emití un quejido mientras lo hacía, empecé a abrir un poco los ojos y parpadeé varias veces; Mis ojos empiezan a enfocar mejor lo que veo: la manta que me cubre y una ventana con las persianas cerradas.

«Espera, ¿persianas?»

Alzo mi torso para poder sentarme, miro mejor mi alrededor y me doy cuenta de que ya no estoy en el sofá de Icarus, estoy en su cama, la ventana de su habitación es la única que posee persianas de bambú. La respuesta más lógica es que Icarus me cargó y me colocó en su cama mientras estaba dormida. Pasé una mano por mis ojos para espantar todo rastro de sueño, me siento en la orilla de la cama, me fijo en las pantuflas rosadas bien acomodadas que están esperando por mí y esbozo una sonrisa.

«Icarus es demasiado lindo para su propio bien.»

De repente todas las imágenes de la noche anterior vienen a mi mente, haciendo que mi rostro se caliente y mi corazón se acelere por el pánico. El tacto de las manos tiernas y un poco torpes de Icarus sobre mi piel, sus besos, su aroma y la frescura de su piel, lo recuerdo de forma vívida. ¿Icarus recordará todo?, ¿cómo demonios lo miraré a los ojos a partir de ahora?

Cada vez me paso más de la raya.

Por suerte, mi celular está en la mesa de noche, enciendo la pantalla y veo que son las 7:23 am. Me coloco las pantuflas, voy al baño, hago mis necesidades y veo la maraña de pelo rojo, suspiro e intento peinarlo con el peine de plata que está en el lavamanos. Por mera curiosidad, abro el cajón que queda debajo del lavamanos, solo me encuentro con una espuma de afeitar, desodorante y una botella de crema para la piel irritada; la crema está por debajo de la mitad, así que es algo que Icarus utiliza con frecuencia, es de una marca farmacéutica, especialmente para la irritación de la piel por alergias o cicatrices. Viene a mi mente el recuerdo de Icarus rascarse con frecuencia.

Salgo del baño, doy un suspiro profundo antes de abrir la puerta de la habitación. Mis fosas nasales son bendecidas por el olor a comida que proviene de la cocina, fue lo único que me animó a acelerar el paso por el pasillo hasta dirigirme a la cocina. Icarus está de espaldas, ya no usa el pijama, solo una camisa gris de tirantes, unos pantalones de un gris más oscuro y sus pantuflas.

Mi estómago ruge y se me hace agua la boca con solo el olor de lo que sea que estuviese cocinando, solo sé que huele a carne.

―Buenos días... ―digo en voz baja con algo de timidez, por suerte, me escuchó, pero no se volteó.

El rostro de IcarusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora