En un pueblo tranquilo, vive Denise, una chica que está harta de su entorno y cotidianidad. Trabaja en una librería reconocida, pero ella desea salir de allí y conocer más allá de su pueblo, alejarse de todas las personas que considera aburridas.
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Frágil
Fue una semana ajetreada y creo haber bostezado por décima vez ese día. No dormí muy bien, ante las quejas de Denise, ya que estaba muy incómoda, porque no encontraba una posición para dormir que no le dejara un dolor de espalda. Al final, todo se resolvió con poner dos almohadas debajo de la panza para que pudiese soportar el peso.
Iba a pedir el día libre, pero Denise me dijo que no me preocupara, que su hermano iba a venir a visitarla.
—¿Tienes sueño o hambre? —me preguntó mi primo Stephan—. Es raro verte cansado a estas horas.
—No dormí muy bien —digo, mientras veo el papeleo del contador con respecto a la granja Campestre—. Puedo ver que la ganancia es constante... ¿Es mi idea o bajó un poco la producción hace tres semanas?
—Aumentaron la seguridad, por lo que sé, parece que un grupo vándalos se están robando las vacas de estas zonas. Marco ha revisado los reportes y ha visto lo descrito en las cámaras de vigilancia.
Lo que nos faltaba, un grupo de personas que robaba vacas.
—¿Contactaron con la comisaría? —le pregunto.
—Así es y parece que los vándalos no son de este pueblo, son de la ciudad —responde con cierta aspereza—. Hemos encontrado algunas de las vacas que soltaron, una de ellas había sido atacada por lobos.
Arqueo una ceja.
—¿No se las llevan?
—Solo las sueltan, no sabemos con qué propósito lo hacen, pero por su culpa, tenemos dos vacas desaparecidas, una muerta y otra que sufrió un aborto espontáneo por el estrés.
—¿Y por qué harían eso?
—Son parvuchos, no les pidamos razonamiento.
—Hey, no uses ese término despectivo en el trabajo y menos en mi presencia, no quiero una demanda por intolerancia —le señalo—. Habla mal de ellos todo lo que quieras cuando no sea horario laboral.
—Genial, ellos pueden llamarnos cavernícolas, ratas, animales, manos sucias, pero uno no les puede decir parvuchos porque nos acusan con su mamá.
—Stephan, dejemos eso para después, no estoy de humor.
Stephan bufa ante mi reprimenda, pero no me discute. Parvucho era un término despectivo que se usa para la gente de Parvus, de los cuales, no habíamos tenido una buena relación en el pasado por cuestiones políticas y sociales. A pesar de que ya tenemos relaciones comerciales, era muy complicado que las personas de Parvus y los de San Pablo se trataran bien.
