49

5.9K 355 208
                                    

Capítulo final de esta historia que he disfrutado mucho en escribir, luego habrá un epílogo y tal vez unos cuantos capítulos extras. Muchas gracias a esos lectores fieles que me motivaron. Un abrazo.

Altar y luna de miel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Altar y luna de miel

Todo había pasado tan rápido para mí, fueron meses. Actualmente, tengo 24 años, los cumplí hace dos meses, pero lo sentí tan especial que a veces siento que pasó ayer. Faltan alrededor de tres días para mi boda, he invitado a Viviana y a Tiffany, tal vez no son amigas tan cercanas como Natalia, pero no las quería dejar de lado cuando me case. Sí, se sorprendieron cuando se enteraron de que me iba a casar.

―Lo admito, este pueblo es muy lindo, nunca había visto tantas vacas y caballos en mi vida ―comenta Tiffany, quien come Platos de miel con helado de fresa―. Necesito la receta de esto.

―Los pueblos no son mi estilo, estoy acostumbrada al ruido del tránsito. ―Viviana se encoge de hombros―. Cambiando de tema, ¿cuándo veremos al novio? ―me pregunta con una sonrisa pícara.

Ellas alquilaron algunas habitaciones en una posada por unos días, les había dicho que podían venir el día de la ceremonia, pero insistieron en conocer un poco el lugar donde vivo.

―Icarus vendrá de paso ―les anuncio.

No miento, Icarus iba a supervisar algo y le pedí que pasara por este lugar para saludar un momento, menos mal y accedió.

―Te veo mejor que antes ―comenta Tiffany―. Ya no tienes el cansancio grabado en tu cara, estar en tu casa te ha sentado bien.

―Gracias, Tiff. Por cierto, quiero pedirles algo.

―Dinos lo que quieras ―contesta Viviana.

―Cuando vean a Icarus, les pido que no lo miren tan raro, puede que lo hagan sentir incómodo, como dije antes, tiene cicatrices en la cara. También pido que no hagan ningún comentario sexual. ―Miro a Viviana de reojo, quien solo me da una sonrisa como si fuese inocente―. Sí, él es un adulto, pero no se toma esas libertades y menos con personas que acaba de conocer.

―Sí, entendemos que las personas de este pueblo son más reservadas y eso ―comenta Viviana―. No te preocupes, me voy a comportar.

―Casi le dijiste a nuestro arrendador que querías ser el jabón con el que se bañaba ―le dijo Tiffany entre risas―. ¡Por Dios, Viviana, era un señor como de 50 años!

―Un señor de 50 años que estaba como el vino. No me considero una asalta-tumbas, pero tengo que admitir que ese señor está muy guapo.

―Tienes un novio ―le dije.

―Un novio al que le hubiese dicho el mismo comentario a ese señor. ―Se encogió de hombros―. Ya saben cómo somos.

Tiffany y yo rodamos los ojos al mismo tiempo, ¿cómo no hacerlo? Viviana y su novio no tenían remedio, no lo conocía del todo, lo he visto un par de veces y si no fuese porque me dijeron que se trataba del novio de Viviana, pensaría que se trataba de un amigo.

El rostro de IcarusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora