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Daisy

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Daisy

Mi mente se sintió llena, tan llena que me dolía la cabeza, tal vez por el hecho de que se me pasaba por la mente el recuerdo de mi cercanía con Icarus, en un abrazo muy íntimo, que yo misma había provocado. Es cierto que me arrojé a él por el mero impulso de travesura que me inundó, sin embargo, algo dentro de mí, ―a pesar de sus reacciones―, deseaba otro tipo de reacción.

El solo hecho de querer que hubiese ocurrido algo más, me hace sentir incómoda conmigo misma, ¿qué era lo que esperaba de Icarus?, él no es como los hombres de mis libros, tampoco como mis ligues anteriores, quienes aprovechaban cualquier insinuación de mi parte. No sé si Icarus es demasiado decente o está hecho de piedra.

Después de cenar, me dirigí a mi alcoba, con pies a rastras y con baja energía. Mi frustración ante lo cuidadoso que era Icarus al no tocarme se desvaneció cuando su risa viene a mi mente, tengo una debilidad por ella. Al tirarme en mi cama, tuve unas ganas inmensas de desquitarme con alguien, así que le marqué a Natalia, cuando me atendió, le conté todas mis inquietudes y lo que he hecho, a lo cual, era más que obvio que ella no le iba a gustar mi actuar.

―Denise ―deja escapar un suspiro a través de la llamada, antes de añadir―: Deja de estar jugando con los cuernos del toro. Ya me has demostrado tus actitudes imprudentes, pero estás llegando muy lejos.

―Calma, Nati, no pasó nada, solo fue una travesura mía ―digo en un tono cansino―. Evitó tocarme y no tuvo ninguna reacción... obscena.

Hubo un silencio en la llamada, antes de que Natalia dijera:

―Bueno, me alegra saber que te respetó a pesar de todo. Icarus tiene mis respetos.

―Pero yo...

―Sé que querías que pasara algo más, pero créeme, si él no te ha aceptado más que como una amiga, olvídate de fantasear con que te ponga las manos encima, Denise.

―Es tan... frustrante. Un hombre, por muy conservador que sea, podría tener una reacción ante el apego de una mujer que no sea de su familia ―argumenté―. Y no creo que Icarus batee para el otro lado, no le he visto tener ningún interés en hombres y me ha dejado en claro que quiere una esposa.

―Entonces debe estar hecho de piedra ―soltó―. Eso o no te vio con... ―se quedó callada.

Sentí cómo mi pecho se contrajo, como si alguien me hubiese golpeado el pecho a puño limpio. A pesar de que no terminó su frase, mi mente la completó por ella, "no te vio con deseo. "

―Perdón, Denise, no estaba intentando decir que... Sabes que tú eres hermosa, tienes una cara preciosa y cualquier hombre se quedaría fascinado contigo y... ―No supo qué más decir.

―Gracias, Nati.

Después de mi abrupta despedida, abracé mi almohada y miré a Rufu, también mi habitación entera cubierta de rosa, ¿era ese el problema?, ¿Icarus me veía como una niña? No me extrañaría que lo hiciese. Desearía tener curvas más pronunciadas, soy alta, mucho más que el promedio de las mujeres del pueblo, pero mi complexión era delgada, mis pechos habían demorado en crecer y apenas los cubren las palmas de mis manos.

El rostro de IcarusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora