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Verakko

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Verakko

Los nervios recorrieron cada parte de mi piel, miro el sobre de manila en mis manos sin abrir, son los resultados finales de la prueba prematrimonial. Suspiré, coloqué mejor mi mochila antes de irme a casa de Natalia, ella siempre me ha ayudado a animarme y necesito estar al lado de alguien si voy a reír o llorar como magdalena.

Coloqué mi bici cerca de la casa de Nati y toqué la puerta unas tres veces, antes de que esta chillara al abrirse, dejándome ver al señor Daniel, quien me miró con una ceja alzada, bueno, es cierto que llegué de sorpresa.

―Buenas tardes...

―Natalia está en el jardín trasero ―me informa, antes de dejarme pasar.

Intenté no verme con ganas de correr hasta el jardín trasero, aunque mis pasos fueron más rápidos de lo que yo quería. Vi a Natalia con Caramelo en brazos, acariciando su pelaje mientras este parecía comer una hoja de lechuga. Cuando ella me vio, alzó una ceja, con evidente confusión.

―Denise, no te esperaba.

―Sí, lo sé y perdón por no avisar, pero necesito a alguien a mi lado para esto ―lo dije tan rápido que casi me quedo sin aire.

―Tranquila, respira ―me dice―. Toca a Caramelo, te va a calmar.

Miro al conejo de orejas gachas y acerco una de mis manos a su pelaje, da un pequeño respingo ante mi tacto intruso, pero luego se tranquiliza. Intento no arrugar mucho el sobre de manila que sujeta mi otra mano.

―¿Qué es ese sobre? ―me pregunta.

―Son los resultados de la prueba prematrimonial.

―¿Lo abriste?

Niego con la cabeza, me siento un poco calmada al ver el rostro adorable de Caramelo masticando su hoja de lechuga, con aquellas orejas caídas que tanto se me hacían adorables.

―No, no lo he hecho ―le digo, creo que pude transmitir todo mi nerviosismo―. No quiero estar sola a la hora de mirar el resultado.

Nati se me quedó mirando, un atisbo de comprensión inundó su mirada, estuvimos en silencio por un buen rato hasta que ella me dijo que me sentara en algunas de las sillas de su patio para conversar. Soltó a Caramelo y ella fue a la cocina a preparar algo de tomar. Por mi parte, miré el sobre de manila en la mesa redonda del patio trasero, con la simple vista, mi interior ardió de expectación. Esto era como el maldito gato de Schrödinger, había posibilidades de que fuese un resultado negativo como uno positivo.

Caramelo saltó por el patio, hasta que fue hacia la puerta con cautela, esperando a su dueña mientras su nariz se movía de forma constante y tierna, veo cómo se alza en dos patas por un momento y mueve su cola pomposa. Al tiempo, apareció Natalia con dos bebidas frías a base de limón, naranja y miel.

El rostro de IcarusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora