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Sueños absurdos

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Sueños absurdos


Miro a mi alrededor, las paredes, vitrales y asientos me dan a entender que estoy en la iglesia; las personas, en vez de orar, me están mirando sin parpadear, lo cual, me causa escalofríos, no sé por qué sus caras se me hacen irreconocibles, todos parecieran tener facciones parecidas. Miro a mis pies, están descalzos, mi cuerpo tampoco posee prenda alguna; rápidamente me cubro los pechos y cruzo las piernas.

Mi corazón latió de forma tan turbulenta, cerré los ojos con fuerza, luego los abrí, lo primero que vi fue el techo de mi habitación, miro a los lados y respiro con alivio al saber que todo aquello fue un sueño. Rufu está en el suelo, lo levanto, sacudo y vuelvo a ponerlo en mi cama, ahora entiendo el porqué tuve una pesadilla.

«¿Qué hora es?», me pregunté al ver la poca luz que se cuela por la ventana, lo más probable es que sea las siete de la mañana. Me levanto, me dirijo a mi mesa de estudio y desconecto mi celular; la pantalla brilla, mostrando la hora: son las 6:48 a.m., casi le acierto.

Quisiera volver a dormir, pero creo que la pesadilla me espantó el sueño. Suspiro, me quito los bóxeres que uso para dormir y me coloco un pantalón de pijama, luego salgo de la habitación. Voy al baño a cepillarme los dientes, ya que el lavamanos del mío siempre se tapa.

―¿Denise?

Volteo ante el llamado, es mi madre, quien se asomó de la cocina, parece que madrugó más que yo.

―Sí, mamá, soy yo.

―¿Por qué estás despierta a esta hora?

―Se me fue el sueño, ya me arreglaré para ir al trabajo.

Ella pone una cara de extrañeza.

―Denise, hoy es domingo.

«¿Tan rápido?» Parece que perdí la noción del tiempo.

―¿Me acompañarás a misa el día de hoy? ―me pregunta.

Al principio, ya estaba preparada para negarme, ya que aquella pesadilla me afectó un poco, sin embargo, Icarus Cadín se me viene a la cabeza de repente, él siempre va.

―Sí, iré contigo ―le digo antes de entrar al baño.

︵‿︵‿୨♡୧‿︵‿︵

El día estaba tan helado que tuve que hacer a un lado mis planes de ponerme alguna prenda ligera, necesito usar mejor ropa para estos climas, pero se me hacen pocos atractivos. Detesto las camisas cuello de tortuga, por eso no tengo ninguna en mi closet, sin embargo, mi madre mi insistió en ponerme una suya; como era de esperarse, era una camisa muy ancha por la diferencia de tamaños en los pechos.

El rostro de IcarusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora