Cap29. Descubriendo el velo de Verbergen

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La fiesta para vivir la primavera llegó con rapidez después de habernos encargado de las ceremonias de mayoría de edad y bautizos de los plebeyos. Fue entonces cuando el Aub llamó a Rozemyne por primera vez por la investigación que estaba en curso. Le pidió que dijera exactamente qué había pasado desde que llegó, hasta la cena con Zent y el momento en que entró en su jureve.

Por desgracia ella fue muy ambigua al responder, como si no quisiera que siguieran investigando el asunto.

"Cené con Zent y al volver a mi habitación, sentí los efectos del veneno. Lamento no poder decir nada que resulte útil."

"¿Estás segura?" inquirió su padre una vez más, pero ella solo asintió, "Muy bien. Antes de retirarte, ¿por qué Ferdinand pudo pasar la barrera?", preguntó el Aub y yo casi me atraganté. No había pensado en eso desde el inicio del invierno.

"Se necesitaba un permiso especial", explicó con una sonrisa de dama en el rostro.

"¿Por qué no dárselo a Margareth? ¿Por qué Ferdinand?"

"Sus... atributos. Para poder pasarla sin ser afectado se necesitaban los siete atributos. ¡Y tener más o tanto maná como yo!", aseguró ella provocando que tanto el Aub como yo suspiráramos. No había forma de corroborar o negar su afirmación.

Después de los infructuosos intentos por parte de Aub para que su hija hablara, se nos permitió regresar al templo y comenzar la oración de primavera. Esta vez, Rozemyne se encargó de toda la parte norte. En una de sus visitas a la biblioteca subterránea terminó encontrando información sobre los escenarios que llamaban la primavera y, tan pronto como lo tuvo transcrito, lo mandó a su padre.

Durante el invierno se construyeron los escenarios faltantes y ella quería probarlos en persona. Por ese motivo, no pude verla sino hasta que regresó a la capital.

Durante este tiempo, los adultos estuvieron ocupados rastreando los venenos, así como los compradores y vendedores. Gustav, el jefe del gremio de comerciantes, estuvo investigado también, pero sin llegar a un culpable. Muchos murieron de manera misteriosa y otros estaban desaparecidos.

Estábamos en un callejón sin salida.

Como Margareth dijo, toda la evidencia, aunque circunstancial, apuntaba a la primera dama de Eisenreich.

La mujer, cansada de todos los intentos de acusarla, como los llamaba, optó por permitir a su esposo que mirara sus recuerdos.

Habíamos mantenido al margen a Rozemyne hasta ahora. No entendíamos porque callaba, pero todos consideraron que era mejor mantenerla ignorante hasta que descubrieran algo sólido.

"Lord Ferdinand, Lady Rozemyne, Aub los espera en su despacho", nos informó uno de los asistentes del castillo, interrumpiendo nuestra improvisada cita en el jardín.

Vi el puchero de insatisfacción en el rostro de mi novia por un segundo, antes de sonreír y entregar su harspiel a Tusnelda.

"Parece que deberemos dejar la composición para otro momento", comentó mirándome con una sonrisa coqueta antes de aceptar mi escolta para ir a la oficina de su padre.

'¡Si claro! Lo último que haremos cuando vayas a mi habitación será componer.' 

Caminamos manteniendo una charla casual hasta llegar al edificio principal.

"Lady Rozemyne y Lord Ferdinand están aquí, Aub."

Cuando entramos en el despacho, noté que Lady Verónica estaba sentada en una silla y frente a ella se encontraban mis guardianes.

El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora