SS Justus: El vize y Glückität

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¡Detente!

Tenemos un capitulo anterior a este SS 

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"¿Qué hacemos ahora?" preguntó Justus sentado junto a la mujer que más lo había despreciado a lo largo de su vida. Ambos con una copa de vize en las manos. Ambos preocupados y abochornados por lo que había sucedido en la mañana.

Una mirada de soslayo y Justus pudo apreciar como Margareth se encajaba las uñas de los dedos en los brazos con su trago todavía en la boca y la mirada ausente. Seguro que a ella le dolía bastante el tono mordaz y autoritario que Lady Rozemyne usó con ella antes de salir del dormitorio.

"Dejarla que lo siga intentando" respondió la peliazul con su cabello recogido en dos tensos rodetes trenzados que ocultaban sus orejas. "Si tu hermano es la mitad de hombre que milady asegura, no llegará al invierno con ella."

Esa era la cuestión aquí.

Su pequeño hermano menor, tan responsable y maduro, tan adelantado en tantas formas a la época que vivían a causa de sus recuerdos de una vida anterior en un mundo que Justus moría por explorar, había hecho lo impensable... o al menos Justus pensó que lo había hecho cuando los encontró a ambos desnudos y abrazados en el lecho de la habitación de su hermano menor... y justo al día siguiente de despertar de su jureve.

Había estado tan decepcionado y preocupado por ese desliz que no dudó en tirarle los dientes y romperle las costillas. Si, le había dolido hacerlo, pero era lo menos que podía hacer para castigarlo... o eso pensó hasta que Margareth bajó detrás de la próxima primera reina para asegurar que estaba intacta en la forma que más importaba.

"Muy bien, ahora, si me disculpas, le debo una disculpa a mi hermano."

Margareth levantó su copa de vize sin mirarlo, como deseándole suerte, haciéndole pensar que su señora no le había puesto nada fácil a ella la disculpa.

Mientras él peligris se dirigía a los aposentos de su hermano para arreglar todo, un par de preguntas no dejaban de darle vueltas en la mente. ¿La señorita parecía casi una adulta en la habitación de su hermano? ¿Y sería Ferdinand capaz de resistirse de verdad a los intentos de Lady Rozemyne? Porque si la niña había usado una herramienta mágica para simular que tenía una apariencia más adulta, iba a ser un verdadero dolor de sacos para su hermano.

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"¿Esto se va a volver una costumbre entre nosotros?"

Margareth sonaba más que desencantada, con media copa de vize en su mano y la cabeza colgando de forma lamentable al frente mientras se enderezaba en la pequeña salita para asistentes junto a la cocina.

Justus se sirvió una copa y se sentó a su lado, tragando el contenido completo de un trago antes de servirse más y ofrecerle rellenar su copa. Para su sorpresa, la asistente juramentada de Lady Rozemyne vacío su copa y alargó el brazo hacia él para que lo rellenara.

"Así que... la señorita fue de nuevo a su habitación." Era una afirmación. Lady Rozemyne había estado durmiendo con su hermano desde que le rompió las costillas. Lo supo por Laurenz la semana pasada, cuando volvió con muy poca información del baño de la diosa.

"No nos dejó acompañarla" se lamentó Margareth "nos estuvo permitiendo vestirla y llevarla, salvo por hoy."

"Y yo pensando que Laurenz estaba exagerando o inventando cosas cuando me comentó que ustedes le estaban llevando a la princesa."

"Es nuestro modo de cuidarla. No me gusta, Justus, pero tengo la sensación de que, si tu hermano sabe que sabemos, se controlará."

Una risa corta y amarga se le escapó. Era una maldita pesadilla todo esto.

"Me juró que no la deshonraría, ¿sabes? Tendré que hacer algo más que solo romper sus costillas y tirarle unas cuantas muelas si rompe su juramento."

"Suena justo", dijo su compañera de tragos de la noche un poco más tranquila, "que lo dejes incapacitado para reclamarla de nuevo en caso de que rompa su promesa sería muy apreciado."

No, la idea no le gustaba nada, pero asintió, chocando su copa con la de Margareth antes de beber junto con ella en un mudo acuerdo.

"Considéralo hecho"

Un breve silencio pasó entre ambos conforme bebían más despacio ahora. De pronto, la botella se levantó llamando su atención. Margareth le estaba sirviendo y luego se sirvió a sí misma

"¿Y dónde estabas, si puedo preguntar?"

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La sala de asistentes en verdad se había vuelto algo así como su lugar de encuentro usual. Incluso en el nuevo edificio, aunque esa fuera la primera vez que lo usaran.

Margareth entró y se sentó con él, aceptando de inmediato la copa con vize que Justus le tenía preparada. La observó bebiendo como si no hubiera tomado líquido alguno en meses y luego le sirvió más. Él acababa de hacer lo mismo de cualquier modo.

"Así que... ¿tu hermano no podía sentir a nadie?" Murmuró Margareth con un toque algo jocoso. La mujer debía estar muerta de cansancio si lo encontraba gracioso.

"Y al parecer, tu señora tampoco... es casi un chiste." Respondió él en el mismo tono que ella.

Estaba cansado de entrar a la habitación de su hermano y encontrarlo dando vueltas y vueltas sin poder dormir del todo, como si necesitara de la señorita para poder descansar. O tal vez fuera la preocupación de que haría a continuación lo que no lo dejaba. Ferdinand se había estado llevando frente a todos como si nada de lo que estuviera pasando le afectara. Aunque sí que le afectaba. Lo había visto estudiar a profundidad cada uno de los círculos mágicos que Margareth y Lady Tuuri le ayudaron a encontrar en el baño de la diosa, así como los materiales que recogió del lugar.

Soltó un suspiro pesado, las pequeñas vacaciones de otoño en Eisenreich no fueron suficiente para librarlo de todo el malestar y el cansancio que le provocaba ver a su hermano menor en ese estado. Al menos hasta ahora, una sonrisa de alivio brotó en sus labios conforme su interlocutora también se relajaba debido al alivio.

"Al menos no tendré que escoltarla a ya sabes dónde por un tiempo."

"Al menos no tendré que encontrarla ya sabes cómo a la primera campanada."

Ambos chocaron copas, bebieron de nuevo y pronto la mano de Margareth estaba sobre la suya. Una pequeña descarga de mana, casi como un aguijonazo venenoso le atravesó el dorso sin que pusiera resistencia. Él solo lo devolvió al tiempo que volteaba su mano para apretar la palma fría de Margareth antes de dejarla apretar con tanta fuerza como necesitara, mirándola con una pequeña sonrisa ladeada.

"¿Alguna idea de qué piensa hacer?" preguntó Justus.

Margareth lo miró del mismo modo curioso y juguetón, dejando escapar otro poco de maná sin dejar de estudiar su rostro.

"¿Quieres intercambiar información?"

"Quiero intercambiar muchas cosas, pero supongo que no es el momento... o el lugar."

Margareth le sonrió con coquetería, se bebió el resto de su copa y se puso en pie, caminando con ese paso tan silencioso que parecía una bendición del mismo Verbergen, deteniéndose en el marco de la puerta sin voltearse a verlo.

"¿Sabes? Solía pensar que eras un idiota, un pervertido y un metiche sin remedio."

"¿Y ahora?"

Ella solo levantó la mano para despedirse y seguir con su camino, dejándolo con una sonrisa torcida en el rostro. De pronto sentía que no podía esperar a que su compromiso con esa mujer se hiciera oficial, quién sabe, quizás compartir un par de tragos casi todas las noches había sido una inesperada bendición en medio de toda esa prueba.

El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora