SS Lavinia: Los candidatos del viento

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"Lavinia, ¿qué te parecería visitar Eisenreich este verano?" preguntó su madre poco después de que volvieran a Drewanchel luego de la Conferencia de Archiduques.

En realidad, le parecía una idea adecuada. Negar qué sentía curiosidad por su futuro Ducado sería tonto e ingenuo. Sin importar cuanto amara Drewanchel o que tan familiarizada estuviera con la ciudad principal, apenas se graduará y llegará la siguiente Conferencia Archiducal, se casaría con Lord Sylvester y se mudaría a Eisenreich.

¿Por qué no acelerar un poco el proceso de transición entonces?

"Creo que sería beneficioso para mí obtener la bendición de Besuchweg antes de asentarme en mi nueva Geduldh, madre. Sin embargo, intuyo que no es del todo para mí propio beneficio. ¿Podrías ser Anhaltung para mí entonces?"

En Drewanchel destacaban solo los más aptos. Los más inteligentes. Los que más investigaban. Los que desarrollaban más mana también. Ella lo supo en el momento en el que la presentaron con sus hermanos mayores algunas semanas previas a su bautizo, Drewanchel era la tierra de Mestionora y como tal, no podían ceder nada a nadie que no se lo ganara, después de todo, el conocimiento no solo se transmite, se forja y se gana a base del esfuerzo propio y conjunto.

Lavinia no tenía idea de quién sería el siguiente Aub Drewanchel y, a pesar de ser hija biológica del actual Aub Sebastián y de su primera dama, eso no le aseguraba de que fuera a tener éxito en ello. Incluso con todos sus esfuerzos y sus notas, no estaba segura de que ella sería la siguiente en ocupar el asiento. Conocía bien a sus hermanos. Sus motivaciones. Sus logros. Sus áreas de especialidad. La competencia era salvaje, por llamarlo de algún modo y aun cuando ella misma disfrutaba de la competencia, también era realista. No estaba entre los primeros cinco siquiera.

"Tu padre y yo hemos notado un incremento en la capacidad y calidad del maná de algunos no les de Eisenreich. Estoy segura de que tú también lo has notado, Lavinia querida."

La joven de trece años tomó un sorbo a su taza de té, recordando de inmediato a los sacerdotes ennoblecidos de Eisenreich y como destacaban siempre, no solo por ser sacerdotes o doncellas del templo, sino por sus propios esfuerzos

"Lo he notado, madre. ¿Qué tendría eso que ver con dejarme visitar la tierra del viento antes de que Dregarnuhr me conduzca a ellos de manera inevitable?"

Su madre le sonrió, llevándose un postre a la boca como si con eso pudiera considerar sus palabras un poco más.

"Imagino que notaste que tu padre y yo intercambiamos algunas palabras con el Aub de Eisenreich y su primera dama durante el Torneo Interducados."

"Si, madre. Lo noté." Respondió Lavinia sonriendo. Había sido bastante divertido solicitar que su prometido la escolta a recorrer los puestos de los otros Ducados mientras los adultos hablaban. La reticencia de Lord Sylvester a escoltarla o las muecas que hacía conforme hablaban solía ser refrescante y gracioso. No importaba cuántas veces le ganara en gweginen, o que comentarios hiciera ella al usar una herramienta antiescuchas, él no se separaría de ella hasta que ella o algún adulto lo liberara.

"Nosotros mostramos interés por mejorar nuestro templo y durante la Conferencia, ellos hablaron con nosotros sobre su interés por conocerte mejor. Es casi seguro que Lord Sylvester será el siguiente Aub de Eisenreich, así que Lady Verónica y yo acordamos un pequeño intercambio."

No sabía si molestarse o preocuparse. Optó por ir directo al punto.

"¿Quién vendrá mientras yo estoy allá?"

"Lady Rozemyne, por supuesto."

La infame Lady Rozemyne. Hermana menor de Sylvester. La muy amada por los dioses. La mismísima Princesa Santa cuyas notas impecables en cada asignatura provocaban dolores de cabeza en su dormitorio. ¿Cómo vences a la perfección misma? ¿Cómo la haces ceder terreno?

El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora