La sexta campanada sonó sin que Galtero despertara.
La angustia era visible en mi esposa, quien se negó a salir de la oficina hasta que su primo despertara. Justus y Laurenz colocaron un biombo y una tumbona para que ambos pudiéramos descansar, y lo agradecí.
Aun no estaba recuperado del todo.
Margareth y Alerah estaban preocupadas por el espacio, diciendo que una tumbona no seria suficiente para los dos, sin embargo, mis hermanos aseguraron que seria suficiente y luego me miraron en silencio, de esa forma que decía 'Todavía nos debes explicaciones'.
Solo asentí de forma casi imperceptible antes de que salieran de la oficina mientras yo seguía revisando los informes pendientes.
Media campanada más tarde, nos llevaron nuestras cenas en cajas bento. Rozemyne sonrió mientras la abría y comenzaba a comer con confianza, seguramente recordando los días que pasamos juntos en su niñez.
Hablamos a volumen bajo para no despertar a Galtero y, cuando terminamos de cenar, me acomodé junto a Rozemyne en la tumbona para descansar.
Poco antes de que el día cambiara de fecha, desperté.
Galtero seguía dormido, al igual que Rozemyne, quien descansaba entre mis brazos. Me levanté teniendo cuidado de no despertarla y volví al escritorio para seguir revisando los informes, sintiendo como mi angustia crecía poco a poco con cada nueva línea que leía.
"Ferdinand." Me llamó Rozemyne con suavidad saliendo de detrás del biombo. "¿Qué haces despierto? El día apenas cambió de fecha."
"Lo siento, no puedo dormir."
Mi esposa caminó hasta mí antes de sentarse en mis piernas y colocar su mano en mi mejilla. Cerré los ojos disfrutando de su contacto. Cubrí su mano con la mía antes de abrir los ojos y mirar esas lunas que tanto amaba.
"¿Qué está pasando, Ferdinand?" preguntó entonces, dejando que la preocupación se mostrara en su rostro. "Esto no es solo porque Galtero tomó tu encargo como castigo. Hay algo más. Tus ojos perdieron... vida." Murmuró al final, arrancándome una sonrisa irónica.
Aun no le había dicho que acabé no con una, sino con dos personas poco después de que ella naciera. Ni que el peso de esas muertes aun rondaba en mi conciencia.
No lo había hecho, no porque quisiera ocultarlo, sino porque estaba seguro que Rozemyne se había encargado con sus propias manos de unas cuantas molestias para protegerme.
Podía recordar su expresión mientras exigía la medalla de bautizo de Gloria para eliminarla del jardín e impedirle conocer a la pareja suprema. Su rostro miraba al frente sin duda ni vacilación. Ella también había hablado de ordenarle morir a Galtero si se volvía un problema como si no fuese nada.
Era culpa de mi moral, que parecía desvanecerse cuando mi persona más amada estaba en peligro, ...solo para regresar al momento siguiente.
Una parte de mi creía que también era culpa de la bendición de Ewigeliebe.
"Te lo contaré después, mi diosa. Solo necesito poner en orden mis pensamientos primero."
Rozemyne solo asintió un poco antes de recargarse del todo en mi pecho y mirar a su primo que seguía dormido.
"¿Cómo te sientes?" preguntó de pronto.
"¿Rozemyne?"
"Galtero era tu hermano, ¿cierto?" me cuestionó levantando un poco la vista para verme. "En el otro tejido."
Asentí apenas. La verdad era que, incluso tras dos años, no logré dejar atrás los sentimientos filiales que sentía por él.
"En ese tejido, solo podía salir de la soberanía las noches santas, cuando los dioses estaban más cerca de los mortales. Esos días iba al castillo. Como era Zent, tenía que estudiar algunas de las herramientas y hacer preparaciones para mi inminente partida. Aun así puedo recordar a Galtero diciendo: 'el hermano mayor definitivamente querrá este libro.' 'Ferdinand estará feliz con un material tan raro.' 'La próxima semana iremos a Eisenreich, me llevará a su expedición de investigación, ¡no puedo esperar!' ...me sentía un poco celosa." Confesó.
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El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!
FanfictionTenia cinco años cuando sus recuerdos volvieron Había sido un importante Cientifico Investigador. Un cientifico loco, como su mejor amigo solía llamarlo. Pero ahora no importaba, había renacido en un mundo cuya civilización y cultura le impedían seg...