Era cerca de medianoche cuando salimos de aquel terrible prostíbulo disfrazado de villa. Lo primero que noté era el aspecto extraño a nuestro alrededor... cómo si la Soberanía hubiera sido recortada o minimizada, al menos en apariencia.
Me encontré con edificios que no recordaba, ocultos en claros por aquí y por allá de forma similar a como lo estuvo la casa que construí para nosotros durante el año que pasamos juntos en el pasado.
Al no estar seguros de a dónde ir, mi esposa y yo optamos por volar hasta la biblioteca, el punto más cercano donde podríamos conseguir información inmediata.
Autómatas creados para mantener a Rozemyne, los grises y los azules ennoblecidos a salvo dentro del templo parecían deambular por alguno de los pasillos cercanos. Ver solo a Schwartz y Weiss recibirnos fue tranquilizador. Al menos la invasión de los shumils autómatas no aumentó su población en la biblioteca.
"¿Ferdinand...?"
La voz de Justus, como un susurro atónito, invadió en lugar. Laurenz estaba a su lado.
Rozemyne se movió un poco cuando ambos se acercaron demasiado rápido, abrazándome con fuerza. Mi hermano mayor era más bajo que yo, por lo que terminé agachándome para abrazarlo. Laurenz tampoco se quedó atrás, envolviéndome como pudo en un abrazo que me hizo trastabillar
"¡Mi señora!"
"¡Milady!"
Un poco más lejos, Margareth y Alerah se acercaron a mi esposa. Debido a la naturaleza de su relación, el contacto físico entre ellas era mínimo, al menos en público. Hartmut y Clarisa también se acercaron, arrodillándose frente a ella.
"Su partida nos hizo dormir, mi señora, por lo que no le hemos sido útiles durante su ausencia." Dijo el pelirojo.
"Aun así, nos atrevemos a solicitar un receso por unos días..."
"Incluso si no lo pidieran, pensaba dárselos." Interrumpió mi esposa a la pareja.
"¿Qué te pasó, hermanito? Te vez horrible." Solo pude asentir a las palabras de Justus.
Me sentía horrible. El poco tiempo que tuve con mis padres para despedirme antes de terminar el juego no fue suficiente para calmar mi alma o mi conciencia.
"Hombre... parece que te hubieran envejecido veinte años de golpe." Comentó Laurenz con algo de dramatismo.
"¡¿Qué?!"
Me llevé las manos a la cara y pellizqué mi mejilla ligeramente antes de que Laurenz comenzara a reír a pierna suelta.
"Es broma, es broma. Lo siento." Se disculpó aun riendo. "Pero es en serio que te vez mal. Pareces muy cansado."
"Bueno. Parte de eso es culpa de un bebé escapista de tres años demasiado mimada que no me dejó dormir de forma adecuada o suficiente por varios meses."
"¡¿De qué estas hablando?!"
Rozemyne a mi lado se sonrojó por completo debido a la vergüenza, en tanto sus juramentados y los míos miraban a nuestro alrededor buscando a un niño prebautismal sin llegar a encontrar nada.
Me froté el rostro prometiendo que les explicaría todo después. No quería repetir la historia varias veces así que reuniría a mi familia y a la de mi esposa para contarlo todo en una sola sesión.
"Más importante ahora, ¿cuánto tiempo pasó?" pregunté mirando a mis hermanos. No lucían muy diferentes de como los recordaba, por lo que suponía no había pasado mucho tiempo.
Rozemyne me miró cómo si acabara de notar algo. Según sus palabras, el tiempo que estuvo en la biblioteca equivaldría a unos dos meses, no más, pero yo estuve en este juego por casi dos años.
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El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!
FanfictionTenia cinco años cuando sus recuerdos volvieron Había sido un importante Cientifico Investigador. Un cientifico loco, como su mejor amigo solía llamarlo. Pero ahora no importaba, había renacido en un mundo cuya civilización y cultura le impedían seg...