Cap38. Bendiciones de Forsternte.

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"Yo le dije que no saliera hasta que pudiera asegurar un primer hijo. También convencí a Christine", confesó Lady Lavinia dos días después de la unión de las estrellas de Sylvester mientras tomaba el té conmigo y con Brunhilde en el Templo, luciendo de algún modo... abatida.

"¡Oh, dioses! ¡Lavinia, no debí preguntarte si estabas..."

"No te disculpes, Brunhilde. Somos amigas y tienes curiosidad. Estoy bien. Esto era inevitable."

Sin importar lo que dijera, se notaba deprimida en su mirada y en la lentitud de sus movimientos.

"Sylvester necesita asegurar un hijo con Christine lo antes posible, de ese modo, cuando sea mi turno de atar mis estrellas con él, no será necesario que nos preocupemos por mi propio control de natalidad. Habrá un heredero asegurado y alguien que pueda suplir mana en mi lugar si... logrará hacerme con la carga de Geduldh... ¿no es cierto?"

Estaba deprimida. Luego de más de dos meses conviviendo con ella podía notarlo, entonces recordé que ella se había puesto mala una semana antes del enlace de Sylvester y Christine. Esto no eran celos por Christine, no cuando había bajado tanto su voz al comentar sobre si... si lograba...

"Lady Lavinia..."

"Solo Lavinia, Ferdinand. Seremos familia en dos años."

Le sonreí con amabilidad y reformulé. Esta era una de esas raras ocasiones en qué Lavinia bajaba su guardia, después de todo.

"Prima Lavinia, ¿despertaste tu detección de maná?"

Ella solo asintió. Sus ojos se llenaron de lágrimas que no derramó en modo alguno. Brunhilde también lo notó, una de sus manos se apoyó de pronto en el hombro de Lavinia y yo me apresuré a ofrecerle mi pañuelo, mismo que ella declinó luego de agradecerme.

"¿Te preocupa que no puedas sentir a esos dos?" dijo Brunhilde de pronto y yo me aseguré de que la barrera antiescuchas siguiera en su lugar. Lavinia debió notarlo porque su gesto cambio en ese momento por una sonrisa noble, justo a tiempo para simular que todo estaba bien, cubriendo su boca en lo que simulaba tomar algo de té.

"No puedo sentir a Christine... y Sylvester está muy arriba de mí... no pensé que la brecha sería tanta."

Asentí comprendiendo. No estaba segura si solo sentía celos o miedo también, lo cierto era que de pronto tenía mucho sentido que volvieran a Christine parte de las personas autorizadas a dar maná a la fundación desde el día previo a atar sus estrellas, que la llevarán a proporcionar mana una campanada antes de la ceremonia y que pidiera prestado el cáliz de Geduldh por el resto de la semana.

Por alguna razón, quería consolar a Lavinia, quién ahora estaba tomando una galleta, observándola con tristeza y mirando los intrincados detalles en la decoración, tan similares a las decoraciones en los postres de Christine

"Le diré esto para estar a mano", anuncié en un suspiro, levantando mi taza y hablando lo siguiente dentro de ella, "Sylvester está enamorado de ti, aunque no lo diga. Supongo que no quería asustarte o solo está demasiado acostumbrado al circo que montan ustedes dos."

Bajé mi taza y la miré. Estaba conmovida de verdad. Brunhilde por su lado nos miraba de uno a otro como si estuviera perdida. Era obvio, ella no los había visto interactuando con Christine como para notar la diferencia en el trato... o cuan preocupado estaba de lo que Lavinia pudiera pensar de Christine.

"Si te preocupa tanto... te daré la primera parte de su método de compresión de mana. Tengo entendido que funciona incluso en adultos."

"¿De verdad? Pero ¿solo así?"

El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora