"Teresia, Milady, ¡ustedes siempre lucen tan hermosas!" suspiró Alerah, la pequeña niña de primer año que acababa de volverse parte oficial del séquito de Lady Constance.
Estaba cepillando el cabello de su señora mientras Teresia se encargaba de pintarle el rostro con una especie de crema aromática con una brocha para cara, disfrutando de las risitas soltadas por las dos chicas mayores.
El resto de las jóvenes del séquito estaban ocupadas limpiando, acomodando arreglos o terminando de anotar los informes que Lady Constance solicitara ese día por la mañana.
"Cuando crezcas un poco más, te enseñaré las recetas de las mascarillas que ocupamos, Alerah" le ofreció Teresia sin dejar de sonreír "aunque te advierto, tendrás que conseguir los materiales por tu cuenta."
"¡Por supuesto! Quiero ser tan hermosa y refinada cómo ustedes dos."
Más risillas apenas controladas y los hermosos sonrojos de ambas la hicieron sentir la joven más afortunada de toda la academia real.
.
La primera vez que Teresia le dio una lista de materiales para hacer los cosméticos y las mascarillas se dio cuenta de que no podía pagarlos. Si bien su padre le había asignado una cantidad mensual de dinero, técnicamente debía escoger entre conseguir materiales para sus clases prácticas además de pergamino y tinta para tomar o conseguir la mitad de los materiales de la lista. Pensó que quizás podría ahorrar el dinero de las siguientes dos temporadas... pero entonces sus compañeras de séquito comenzaron a discutir sobre el futuro.
Lady Constance no dejaba de buscar un matrimonio con un Ducado del sur.
No tenía que ser exactamente en el sur, solo un Ducado donde no hiciera frío, ni nevara.
"¿Hizo qué?" preguntó una de las eruditas en shock durante el postre, mientras otras compañeras se encargaban de servir a Constance en la mesa de los candidatos a Archiduques.
"Te digo que la escuché preguntarle a Lady Georgine si podría hablar con sus padres para comprometerla a ella con Ahrensbach."
"¿Pero, y Lady Georgine?"
"Lady Georgine declinó su solicitud con tanta gracia que casi parecía estarle explicando las diferencias entre los dioses como una hermana filial y amorosa." Respondió la chica de cuarto año hablando al respecto.
"Yo no quiero irme de aquí." Se quejó una de sus compañeras de segundo año "¡Soy la heredera de mi casa! ¿En serio espera que renuncie para ir a perseguir a Leidenschaft?"
Alerah solo tuvo que levantar un poco la vista para observar a Lady Constance siendo servida por Teresia, ambas brillando y sonriendo ante la conversación que estaban teniendo los tres hijos del Aub cómo si fueran dioses disfrutando de paz y tranquilidad en las alturas. Ella no podía entender que tenía de malo mudarse a otro Ducado para estar por siempre con esa joven amable y brillante a la que admiraba desde la sala de juegos...
"Milady sabe que les está pidiendo mucho, así que me ha dado permiso de hablar" comentó Alderon, el erudito preferido de su señora "No sabemos a qué Ducado nos vamos a mover, pero pueden estar seguros de que nos iremos, así nuestra señora deba casarse con un hombre de la edad de su padre cómo tercera esposa en el Ducado más pobre y bajo del ranking. Quienes estén dispuestos a seguirla deberán ahorrar dinero los próximos cinco o seis años. Lady Verónica no está de acuerdo con este plan, así que, a menos que Lady Constance se alinee con la agenda política del Ducado y se case con quién se le indique, no recibirá apoyo financiero más allá de una pequeña dote mínima el día de su nudo estelar."
Se hizo el silencio entonces.
Tiempo después, Alerah se enteraría que Constance iba a ser enviada a Klassenberg y se había negado con fervor. Eso solo convenció más a la pequeña Alerah de seguirla. Si Lady Constance tenía la fortaleza de perseguir sus sueños aún cuando carecía del apoyo de su familia, entonces ella también podría seguirla a dónde fuera.
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El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!
FanfictionTenia cinco años cuando sus recuerdos volvieron Había sido un importante Cientifico Investigador. Un cientifico loco, como su mejor amigo solía llamarlo. Pero ahora no importaba, había renacido en un mundo cuya civilización y cultura le impedían seg...