Cap66. El Enviado: Asegurando la bendición de Daoareben.

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Después de materializarme de nuevo en un lugar aislado, me permití odiarme por un corto periodo de tiempo. Las flores que conocía fueron plantadas por mí en primer lugar. Siempre me pareció extraño que esas flores no florecieran como las demás plantas silvestres, pero como éste es un mundo de magia y durante mi infancia me negué a satisfacer mi propia curiosidad, jamás me planteé la posibilidad de que fuesen plantadas ahí por alguien.

O, en realidad, si que lo hice, pero me negué por todos los medios a seguir ese hilo negro.

Activando el amuleto de Verbergen puse fin a mi periodo de autodesprecio y en cambio me puse en marcha para averiguar donde y cuando estaba, así como qué era lo que debía hacer.

'Este lugar...'

Sobre mi cabeza escuché el aleteo de bestias altas en el cielo. Podía decir a simple vista que los caballeros llevaban prisa. Los seguí sin más, usando mi propia montura.

Desde la distancia fui capaz de ver un enorme trombe, similar al último con el que ayudamos aquella vez que aparecieron tres en simultáneo.

"Rozemyne..."

La Rozemyne que estaba descendiendo de la montura de Bonifatius era más pequeña que la que conocí por primera vez. Llevaba un velo, así que no podía verle la cara, ni corroborar su edad.

"Un día, poco después de que llegué a Eisenreich escuché que apareció un trombe. Mi tío es el comandante de caballeros. Yo estaba con él cuando un ordonnaz llegó. Recuerdo haber pensado, me gustaría ofrecer una oración por su seguridad y un momento después estaba frente a la orden. Mi tío entro en pánico, pero lo único que pude hacer fue rezar."

'Es cierto, comenzaron a llevar a Rozemyne con ellos por seguridad.' Recordé mientras veía como la pequeña alzaba la voz, pidiendo las protecciones de los dioses del panteón del fuego con su voz de campana que parecía cantar. En realidad... '¿Esta cantando la bendición de ditter...? ¡¿Cómo la aprendió?!

"¡Luchar!"

Luces azules salieron de Rozemyne, quien miró a todos a través de su velo, evitando que los caballeros miraran su rostro.

"Me quedaré aquí y rezaré por su seguridad."

"No te alejes de Gertrudis e Ivonne, Rozemyne. Ellas te protegerán."

"Si, tío."

A pesar de mantener mi distancia con todos podía ver el peligro al que se enfrentaban haciéndome sentir la imperiosa necesidad de unirme a la lucha, pero no podía intervenir aquí, aun no sabía que estaba pasando, ni porque me habían mandado aquí.

Junto a Rozemyne se quedaron dos mujeres caballero. No podía distinguir sus rasgos más allá del color de sus flequillos. Naranja y rosa.

Vi a Rozemyne caer de rodillas y unir sus manos en oración. Luces verdes salían de ella en ocasiones mientras seguía sumida en su labor.

Las dos mujeres caballero observaban atentamente el entorno.

"Schwert" cantó la mujer de cabello naranja en cuanto me miró.

"¿Ivonne?"

"No, no es nada. Me pareció sentir a alguien observándonos y una rama moverse, pero... no puedo sentir ningún maná en esa dirección. Rucken" Explicó descartando su espada.

Solo entonces pude volver a respirar.

La joven llamada Ivonne miró a donde yo estaba de pie aun bajo el amuleto de ocultación, entrando en guardia de inmediato, obligándome a usar mejoras físicas para saltar a la rama de un árbol, usándola de trampolín para saltar más alto en el aire y forman mi caballo antes de comenzar a caer, elevándome varios metros en el cielo, lejos de cualquier zona que pudiera detectar.

El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora