Alto. Antes de leer, ¿Ya has leido el Capitulo 53?
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Trauerquel se había levantado antes incluso que la diosa de la luz cómo de costumbre, siendo solo uno de sus asistentes de confianza el único en ayudarlo a vestirse para ir a donar maná a la fundación.
Estaba exhausto cuando tomó su segunda poción de recuperación pero era lo de menos. El país necesitaba de su maná con desesperación luego de la guerra. En su corazón, Trauerquel esperaba que los dos Ducados recién creados lograrán aligerar su pesada carga y que Ferdinand o bien Rozemyne pudieran preparar un proyecto benéfico para ellos aún a costa de dejar entrar a los Lanzenavianos. No era algo que deseara, sus hermanos mayores habían tenido una relación complicada con el vecino país de la puerta de la oscuridad y que ahora existiera una segunda puerta abierta lo tenía demasiado nervioso.
Muchas cosas podrían salir mal.
Cuando llegó a su despacho, sin embargo, pudo respirar tranquilo. No había ninguna carta urgente de la asistente de Rozemyne esperando por él para que su desayuno de nuevo cayera de nuevo en la fosa de slimes como los últimos tres días. Si al menos la cultura en Klassenberg fuera menos invasiva en cuanto a sus formas de cortejo... ¿cómo su consorte klassenbergina no le advirtió de ello antes? Habría insistido en enviar a Rozemyne sin la compañía de sus otros dos hijos adoptivos para evitar todo este...
"¡Oh, no!" Un escalofrío demasiado conocido le recorrió la espalda, llevándolo a ponerse en pie, excusándose con sus ministros y haciendo una seña a su médico particular de tenerle preparada una poción para el estómago. Con algo de suerte no sería una llamada de Klassenberg, sino algún otro asunto.
"¿Rozemyne?"
Era como si Chaocipher, la diosa misma del caos, hubiera decidido estirar su hilo un poco más para desgastarle algunas hebras y divertirse en tanto Glückität hacía lo posible porque no muriera a pesar de todo.
Luego de dar un suspiro resignado, el Zent notó a Aub Klassenberg detrás de su hija adoptiva con el rostro pálido y la sonrisa más falsa y artificial que hubiera visto en toda su vida
"Padre, quiero volver a la Soberanía AHORA. Entiendo que acordé venir aquí a tratar de ayudarlos a limpiar y reformar el Templo, además de averiguar si hay algún modo en que pueda ser de apoyo para el Aub, pero en verdad, Glückität parece estarme dando más de lo que puedo tolerar. Tengo la temible idea de que mi honor y mi virtud están en juego aquí."
Otro suspiro cansado. Trauerquel estaba bastante seguro de que moriría pocos años después de que Rozemyne alcanzará la mayoría de edad a este paso.
Fastidiado por los incesantes informes de Lady Margareth y la desfachatez de su tercera esposa para desvalorizarlas, Trauerquel ni siquiera se tomó la molestia de poner una sonrisa noble, optando por dejar que Angriff y Schneast tomaran control de sus gestos.
"Rozemyne, sal de la habitación por favor mientras hablo con Aub Klassenberg. Estoy más que seguro de que está consciente de todas las formas en que ha estado poniéndote en riesgo. Yo estoy al tanto. He leído cada uno de los minuciosos informes de tu sombra."
"Lo agradezco mucho, padre. Esperaré por su veredicto afuera."
Zent se sintió bastante agradecido en ese momento de que tanto Rozemyne como Ferdinand estuvieran bendecidos con paciencia y buenos modales... una de las razones para aprobar que sus hijas con su consorte de Hauchletze comenzaran a residir en Eisenreich bajo la tutela de Lady Verónica. Galtero, estaba seguro, se habría y negado a abandonar la sala, limitándose a pararse un metro o dos detrás del Aub con los brazos cruzados y un gesto amargo y hostil.
"Aub Klassenberg..."
"Zent, ¡Le ruego me perdone y me escuche, por favor! Yo solo intentaba ayudar."
"¿Evitando que mi hija pasara tiempo de forma equitativa con Galtero y Ferdinand como se le indico? Debería dar gracias a los dioses de que mis hijos son tan distintos entre sí o Ferdinand habría enviado muchos más informes al respecto, sin olvidar que alguna de sus hijas habría sufrido un accidente fatal."
El Aub pareció tener dificultad para tragar, tensándose antes de retomar la palabra con menos arrogancia.
"Solo intentaba ofrecer algunas opciones más de matrimonio al príncipe Ferdinand, Alteza. Escuché que, a pesar de haber sido esculpido por la misma Kuntzeal, no parece muy dispuesto a permitir que Liebeskuhilfe guíe su hilo a más de las damas disponibles y..."
"Voy a fingir que te creo y deseabas jugar a ser Liebeskuhilfe para Ferdinand..." suspiró Trauerquel más que harto de estar solapando a este Archiduque que cada vez parecía más y más un fracaso, decidiendo que está era, de hecho, la última vez que lo perdonaba por la vieja gloria de Klassenberg y todo el apoyo brindado durante la guerra civil.
Zent sabia que su consideración hacia ese ducado debió terminar mucho antes. En el momento en que rozaron la traición. Si lo hubiese hecho. El Aub no se hubiese tomado tantas libertades hacia su zent.
"Lo que me lleva a preguntarme ¿Por qué solo para él?"
Aub Klassenberg puso una cara rara en el espejo antes de volver a sonreír de forma zalamera "Bueno, ahm... El príncipe Galtero ya tiene una esposa, y dado que la princesa Rozemyne será la consorte de uno de ellos..."
"¿Cuándo decrete que mi hija sería relegada a consorte?" interrumpió el Zent sin poder creer lo corto que estaba Aún Klassenberg de las bendiciones de Seheweit "¡Ella ya estaba en la carrera de zent! Existe la posibilidad de que mi heredera sea Rozemyne... Entonces, mejor que dejes de jugar a ser Liebeskuhilfe, no sea que mi hija te dé una bendición caótica. Yo no la seguiría molestando si fuera tú."
De verdad esperaba que su sugerencia no cayera en sacó roto. Rozemyne era la más amada por los dioses de entre todos los nacidos en Yurgensmith en los últimos quinientos años. Estaba más que seguro de que si su hija decidía hundir a un Ducado, los dioses estarían de su lado. Que el ducado no se hubiese convertido ya en arena blanca era un verdadero milagro.
"¡Lo tendré en cuenta, Zent! De hecho, ¿hay algo con lo que pueda ser de ayuda para enmendar este...?"
"Aleja a mi hija de mis hijos, asegúrate de que vuelva contenta y procura que Ferdinand y Galtero se lleven mejor. Si lo logras, tal vez está no sea tu última oportunidad para que tú Ducado no caiga al puesto número diez o más abajo incluso y tu familia no sea removida como familia archiducal."
"¡Cómo su majestad ordene!"
La llamada terminó, Trauerquel estaba sobándose las sienes, doblado sobre el artefacto mágico en un intento desesperado por mantener el desayuno en su estómago y respirar.
"Ahora entiendo porque los comprometieron en primer lugar, aunque estaban compitiendo." Dijo con un suspiro a su reflejo, dejando que el silencio de su oficina fuese la única respuesta que recibió, redoblando su determinación decidió corregir sus errores del pasado.
Ferdinand que debía ser un consorte o familia colateral estaba recibiendo más apoyo que Galtero, la gente confiaba en él. Ayanando su. No cometería el error de dejarlo fuera. El país no estaba en condiciones de dejarse guiar por la sangre. Y si aun la exigían...
No era su juego, nunca lo había sido.
Sin embargo, ahora era el momento de iniciar un partido propio. Haría su trabajo como Zent y guiaría las piezas del partido a las posiciones certeras. Acomodaría el tablero de ajedrez.
Usaría su mente estratégica e ignoraría todo lo demás.
"Dejemos todo cómo funciona y que compitan entre si. Tendré que hablar con Magdalena para ver cómo le daré la noticia a Galtero de que está fuera de la competencia." Murmuró el hombre para sí antes de enderezarse y suspirar "Algo me dice que ni él ni su madre se van a tomar esto a bien."
La imagen de hijo destello en su mente un segundo o dos. Sintiéndose amargado por un mero momento.
"Si tan solo hubiese apoyado a Anastasio no habría sellado su destino. Tendré que divorciarme de ella primero y mantenerla como una mera concubina tal y cómo se me aconsejó hace poco. No es un apoyo, es una carga. Cuando él se vaya, ya no tendré motivos para mantenerla a mi lado. No hay nada de Realeza en ella."
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El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!
FanfictionTenia cinco años cuando sus recuerdos volvieron Había sido un importante Cientifico Investigador. Un cientifico loco, como su mejor amigo solía llamarlo. Pero ahora no importaba, había renacido en un mundo cuya civilización y cultura le impedían seg...