"¡Vive!" la orden salió de mis labios al tiempo que canalizaba maná a una de las piedras colgando de la jaula en mi cintura, impulsada solo por la sensación sofocante que amenazaba con hacerme perder la conciencia.
La orden salió incluso antes de que pudiera recuperarme de la visión borrosa y mirar a mi alrededor.
¡Era un desastre!
Me costaba trabajo respirar y no sabía si era por la impresión de escuchar la voz de Rozemyne desesperada ordenándome mantenerme consciente y vivir o por su desaparición en sí, lo cierto es que el Gran Salón estaba sumido en el caos absoluto.
Mientras me sobreponían e intentaba usar mejoras mágicas en mis propios pulmones para seguir respirando, comencé a buscar a Laurenz, quién se lanzó de cabeza desde el palco donde me encontraba con el resto de la Familia Real.
No tardé mucho en encontrarlo saliendo de alguna parte de la zona de asistentes con su esposa en brazos y... Margareth.
"Fer... ¡Príncipe Ferdinand!"
Más que un llamado era una súplica por parte de Justus, cuyos ojos estaban inmóviles sobre el cuerpo aparentemente estéril de su esposa.
"Ve por ella, Justus. Póngalas en jureve." Logré decir antes de ganar suficiente fuerza para ponerme en pie y voltear.
El rostro de Zent Trauerquel y la reina Magdalena, así como el de mi madre de adopción estaban pálidos como el papel de la imprenta. No tenía tiempo que perder y tampoco podía solo salir corriendo por mucho que lo deseara. No con todos los nobles gritando y moviéndose de un lado al otro abajo.
"Padre, buscaré a Rozemyne en el Templo, en las puertas y en la Sala más lejana, pero... ¿Podrías encargarte de esto, por favor?"
El Zent pareció recobrar algo de color y de propósito. No tardó nada en ponerse en pie y tomar la herramienta mágica para elevar el volumen de su voz de inmediato, sin dejarme partir todavía.
"¡Silencio!"
El rugido de mi padre descendió entonces como el trueno de Verdrena, provocando que el tiempo pareciera detenerse, convirtiendo en silenciosas estatuas a los nobles presentes ahí.
Salvo por Justus y Laurenz que estaban saliendo para resguardar a sus esposas en mi villa o en la de Rozemyne, nadie más se movió por un par de segundos, cómo si la razón estuviera tardando en volver a todos. En menos de medio minuto, los nobles presentes estaban mirando hacia el palco donde nos encontrábamos. Sus rostros y miradas cargados de preocupación, confusión y esperanza.
Padre no tardó en mirarlos a todos y pararse tan erguido cómo pudo, siendo respaldado por sus dos esposas y sus hijos que también se pusieron en pie.
El movimiento de Galtero, aun en las túnicas ceremoniales que estaba usando para celebrar las ceremonias, llamó mi atención el tiempo suficiente para notar que, en lugar de tomar su lugar junto a la familia real, se retraía a una zona donde no sería visible para los nobles. Si no me costara tanto mantenerme en pie habría profundizado en sus motivos.
"Cómo bien sabemos, los dioses solían llevar a la princesa Santa a dónde consideraran adecuado para servirlos. Es posible que eso sea lo que ha pasado justo ahora."
Hubo algunos murmullos y pronto, uno de los asistentes, el actual Aub Klassenberg nos miró desdeñoso, señalando al escenario de forma acusatoria y despectiva.
"¿Y cómo explica el círculo mágico que apareció recién en el escenario? ¿Es algo que suceda siempre que la princesa ha sido, supuestamente, arrastrada por los dioses?"
El ruido subió de nuevo, escalando a una velocidad vertiginosa y por alguna razón, tanto Eckhart como el resto de nuestros escoltas se pusieron en guardia en ese momento.
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El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!
FanfictionTenia cinco años cuando sus recuerdos volvieron Había sido un importante Cientifico Investigador. Un cientifico loco, como su mejor amigo solía llamarlo. Pero ahora no importaba, había renacido en un mundo cuya civilización y cultura le impedían seg...