Cap40. Confesiones al inicio del Invierno

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Era la tarde previa al inicio de las festividades y celebraciones de invierno. Debería estar preparándome para presidir los bautizos y las presentaciones, sin embargo, mi madre fue muy puntual en que nos quería a Laurenz y a mí en casa. No era algo habitual, incluso solicitó si podíamos traer a Alerah para que cenara con nosotros. Por supuesto, todo esto quedó claro cuando fue Justus y no uno de los sirvientes, quién nos recibió en la entrada con una enorme sonrisa que me daba mala espina.

"¡Esto es tan emocionante! Me alegra de verdad que mis amados hermanitos estén en casa desde temprano para prepararnos y..."

"¡¿Justus?!"

Los tres bajamos del carruaje. Quizás por mi tono, Justus guardó silencio, sonriendo de un modo que no auguraba nada bueno.

"¿Mamá no les dijo?" preguntó mirándonos a Laurenz y a mí antes de notar a Alerah, sonriendo aún más "¡Oh, vaya! Incluso convocó a nuestra futura cuñada. ¡Esto se pondrá bueno!"

"Justus, en serio" dijo Laurenz en medio de risillas conspiratorias "¿qué está pasando aquí? Ferdinand está a punto de arrancarse el cabello por tanto suspenso."

"Gudrun viene con su adefesio" respondió el hombre encantado, como si no sintiera cierta repulsión por el consorte de nuestra hermana "por favor, lúzcanse con sus bromas, sean tan descarados como quieran, de hecho, Lady Alerah, ¿le importaría ayudarme a ponerme mi maquillaje?"

"¿Maquillaje?"

Antes de que pudiera protestar, Justus se llevó consigo a Alerah, dejándonos a Laurenz y a mí algo confundidos en diferentes formas. Laurenz parecía divertido, yo en cambio no tardé nada en evocar la última vez que Gudrun estuvo de visita, durante el verano. Yo solo pude verla de pasada en algunos momentos dado que estuvo trabajando para Eglantine y mi hermana se dedicó a visitar diferentes localidades la mayor parte de su estancia junto a padre Bonifatius.

"¿Eglantine vino de visita? Pareces fastidiado." Comenté uno de esos días en que tuve que quedarme en el castillo debido a la insistencia de Sylvester de tenerme de chaperón durante la estancia de Lavinia.

"No, Lady Eglantine viene dentro de dos semanas..." confesó mi hermano con el rostro demasiado serio y algo raro en su mirada, el único indicio de su descontento conforme terminaba de arreglarme "mandó a Gudrun y a ese payaso de la Soberanía primero."

El verano anterior al de este año, nuestra hermana mayor había tomado por esposo a uno de los eruditos de Eglantine, un archinoble de Klassenberg con el que yo no había cruzado más que alguno que otro saludo y que por algún motivo no terminaba de convencer ni a mi madre ni a mi hermano.

"Sólo ignóralo..." le indiqué a Justus recordando de pronto mi brevísima última visita en aquel entonces "y no vuelvas a disfrazarte de Gudrun para tomarle el pelo. Hasta yo te vería raro si me hicieras una broma como esa."

Justus, que estaba en uno de esos bizarros momentos en que estaba mezclando su trabajo de asistente con su rol de hermano solo giró los ojos y dejó salir un suspiro cargado de fastidio, pasando a mi espalda para comenzar a arreglar mi cabello con gel, cepillarlo y trenzarlo.

"Solo le estaba dejando en claro que la heredera de la finca es Gudrun, no él." Siguió explicando como si fuera la cosa más obvia del mundo "Hacer como que soy Gudrun considerando tomar un segundo esposo no era para tanto."

"¿Y tenías que mencionar a Leberech?" esa parte podía recordarla porque el sujeto decidió acusar a Justus justo cuando yo estaba por despedirme de mis padres antes de volver al Templo.

"Para darle más realismo." Se había defendido mi hermano mayor con una sonrisa viciosa desde el espejo, haciéndome sentir lástima por el pobre individuo que Gudrun tomó por esposo.

El ascenso de un científico loco, ¡Descubrire como funciona el mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora