7 de Febrero, 3:12 AM
Los nervios están a flor de piel, acabamos de ser testigos de algo horrible.
Hace escasamente unos minutos mientras Sanzo hacia guardia, el sonido de un motor rugiendo a toda velocidad interrumpió el silencio apartándome del frágil sueño que había conseguido enganchar.
Un coche ha aparecido de la nada, corriendo calle abajo a toda velocidad por la avenida principal. Supongo que el conductor estaba intentando huir de la ciudad. Pero el pánico y la falta de visibilidad han debido jugar en su contra. El coche, un viejo Renault Clio, chocó de lleno contra el edificio de enfrente, soltando una chispa y un estruendo metálico que nos heló la sangre.
Sanzo y yo nos miramos, incapaces de creer lo que estábamos presenciando. El conductor logró salir del coche destrozado, tambaleándose y cojeando. Aunque estaba oscuro he pedido notar la desesperación y el terror de aquel tipo, incluso a esta distancia.
Como si hubieran oído la llamada de una cena recién servida, los no-muertos empezaron a surgir de entre las sombras, apartándose poco a poco de nuestra casa arrastrándose, caminando con torpeza hacia la fuente del ruido. El hombre, consciente de su situación, intentó huir, pero cojeando y en estado de shock, no podía moverse lo suficientemente rápido.
Luego de un par de disparos. El sonido resonó en el aire, acentuando el silencio que siguió. Los monstruos se abalanzaron sobre él y nosotros... Nosotros sólo podíamos mirar.
Durante unos segundos la calle se llenó de gritos ahogados.
Maldita sea, ¿es este el mundo en el que vivimos ahora? ¿Dónde un simple accidente de coche se convierte en una sentencia de muerte? ¿Dónde los muertos no descansan y los vivos no viven, sólo sobreviven?
No podemos quedarnos aquí, aunque lo que hemos visto siguiere lo contrario no podemos seguir viendo como nuestro mundo se desmorona desde esta ventana. Tenemos que actuar, pero debemos pensar bien cómo hacerlo.
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Apocalipsis Z: Caos
Science FictionEn una sociedad inmersa en la rutina y la comodidad, la vida tal como la conocemos llega a un repentino y desgarrador final. Un apocalipsis se ha desatado, transformando las calles familiares en lugares de terror, y las rutinas cotidianas en luchas...