Parte 57

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16 de marzo, 18:30 PM

La tensión es palpable en el aire, como una densa niebla que se rehúsa a disiparse. El hombre, cuyo nombre hemos descubierto que es Borja, finalmente ha recuperado algo de color en su rostro, de hecho por lo que se ve, es un tipo muy sonriente y se recupera rápido. Silvia ha sido una diosa, cuidándolo con una paciencia que desconocía que poseía. Sanzo, por otro lado, ha estado inusualmente silencioso, aunque puedo decir que está observando, evaluando. Para mí que entre estos dos pasa algo.

Claus y yo hemos hecho otro reconocimiento de la zona. Con la llegada de Borja, ambos sentimos que nuestra seguridad podría haberse visto comprometida. No encontramos nada, pero eso no ha servido para calmar mi nerviosismo. Siento que estoy esperando que el otro zapato caiga, y no me gusta nada esa sensación.

Borja ha hablado un poco, entre toses y bocanadas de agua. En ningún momento ha perdido la sonrisa. Vino de un grupo, dijo, pero se dispersaron o... peor. No ha dado detalles, y no estoy seguro de querer oírlos si los tuviera. A pesar de cada palabra que le he escuchado decir, no puedo evitar mantener mi distancia.

No se si es debido a que me importa una mierda o a que no le conozco y no me fio de él, es posible que cada vez me este volviendo más frio.

Es extraño, pero en medio de este caos, ver a otras personas ayudarse me resulta muy raro. Recuerda que somos humanos, que aún sentimos. Pero esa humanidad, esa empatía, cada vez la entiendo menos, es un lujo que no podemos permitirnos por mucho tiempo. Al menos, yo no puedo. No si quiero mantenernos a salvo.

A medida que la tarde da paso a la noche, y el sonido de la lluvia persiste como un murmullo constante, me encuentro inquieto. He revisado nuestras defensas, he verificado nuestras armas, he trazado rutas de escape en mi mente. El viejo Claus parece entenderlo; me ha dado unas palmadas reconfortantes en el hombro y ha compartido una mirada que dice: "Estoy listo también".

Por ahora, mientras el mundo exterior continúa su despiadada cacofonía de lluvia y viento, nos aferramos a la frágil sensación de seguridad dentro de este recinto abierto.

De alguna manera, eso tiene que ser suficiente. Por ahora.

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora