11 de Febrero, 09:42 AM
La casa se siente extrañamente silenciosa, como si el tiempo se hubiera detenido. La familiaridad del lugar contrasta con la desconcertante ausencia de vida. Los pequeños detalles, como el olor a la comida favorita de mi madre o la chaqueta de mi padre colgando en el perchero, son un recordatorio punzante de su ausencia.
"No hay nadie." "!NO HAY NADIE!"
Me siento en el sofá de la sala, el mismo sofá donde solíamos ver películas en familia. Todo parece un sueño, uno de esos en los que intentas correr pero tus piernas no se mueven. Me siento impotente y, por primera vez en mucho tiempo, las lágrimas amenazan con desbordarse.
Sanzo se sienta a mi lado, su expresión es de genuina preocupación. "No estás solo en esto," dice suavemente, pasando un brazo por mis hombros. "Puede que hayan sido evacuados."
Intento aferrarme a esa posibilidad, pero no me consuela, el silencio de la casa y del pueblo entero se siente opresivo.
"Papa, mama... ¿Dónde estáis"
Decidimos explorar las casas cercanas en busca de pistas. Muchas de las puertas están abiertas, como si las personas hubieran salido con prisa. En algunas casas encontramos alimentos en las mesas, televisores llenos de polvo con la pantalla en negro y juguetes de niños en el suelo.
La desesperación crece con cada casa vacía que revisamos. En uno de los hogares, encuentro un radio de pilas. Lo enciendo con la esperanza de recibir alguna transmisión, pero solo se escucha un zumbido constante.
Pasamos por la plaza del pueblo, donde se solían celebrar las fiestas locales. Ahora, las sillas y mesas están dispersas por el viento, y hay papeles y folletos esparcidos por el suelo. Recogiendo uno, leo un mensaje borroso que dice "Diríjase al punto seguro en..." pero el resto está ilegible debido a la lluvia y al paso del tiempo.
Mi mente comienza a divagar. Rápidamente las imágenes de Toledo golpean mi mente como un fatídico látigo. Las posibilidades me atormentan, y la falta de respuestas claras solo agrava mi angustia.
Sanzo sugiere que busquemos en el ayuntamiento o en la iglesia. Podría haber registros o algún tipo de información sobre las evacuaciones. Como un autómata, me encojo de hombros con la voluntad por los suelos y nos disponemos a visitar esos sitios. Por mi parte sin mucha esperanza, esto ha sido un golpe muy duro.
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Apocalipsis Z: Caos
Science FictionEn una sociedad inmersa en la rutina y la comodidad, la vida tal como la conocemos llega a un repentino y desgarrador final. Un apocalipsis se ha desatado, transformando las calles familiares en lugares de terror, y las rutinas cotidianas en luchas...