Parte 136

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23 de junio, 21:50 PM

(11:13) Me acaban de devolver el diario.

Tengo mucho que contar, pero en fin empezaré diciendo que como me temía, esto no es lo que mis compañeros esperaban. (Al menos no del todo).

El frío metal del cañón en mi nuca me hizo estremecer. Podía sentir mi corazón latiendo con fuerza, la adrenalina disparada en mi cuerpo. La voz femenina que había escuchado era firme y autoritaria, sin dejar lugar a dudas de que estaba dispuesta a disparar si hacía algo incorrecto.

—Despacito. —Repitió—. Gira lentamente y levanta las manos.

Obedecí, girándome con cautela para enfrentarme a la dueña de la voz. Me encontré cara a cara con una mujer de mirada dura y depredadora. De unos veintiocho o veintinueve años, su cabello oscuro recogido en una trenza hasta el pecho enmarcaba perfectamente su fino rostro de facciones afiladas. Llevaba una ajustada camiseta de tirantes azul, encima de unos oscuros pantalones negros ajustados a la cintura. Claramente esta chica estaba preparada para el combate, y sostenía la pistola con mano firme apuntando directamente a mi cabeza.

No tardo ni tres segundos en desarmarme. Quise hacer el intento de explicarme, pero ni me dio tiempo, antes de que pudiera darme cuenta, me había sacado fuera de la caravana a punta de cañón sin hacer preguntas y me encontraba rodeado de más gente que para mi sorpresa también tenían a mis compañeros rodeados con las manos en alto.

Sin palabras y entre gritos y revuelos, nos llevaron a una caseta cerca del edificio principal y nos encerraron allí. Es una especia de almacén de mantas y cajas que de poco nos sirven.

Ni que explicar tiene que la discusión que surgió entre nosotros ha sido monumental.

Decir me he cagado en Silvia, Sanzo y Claus es decir poco. Ni siquiera he querido escucharlos, aunque intentaban mediar queriendo hacerme entender que se tomó esta decisión pensando en que sería lo mejor para el grupo y que no tenía por que ponerme así.

No estamos en nuestro mejor momento, de hecho, ahora mismo estamos separados, ellos están en una mitad de la sala y yo en otra.

Pero bueno, eso ahora no es lo importante.

Después de pasar un día casi en total aislamiento, recibiendo únicamente las visitas de un par de tipos que solo venían a dejarnos comida. (Al menos tuvieron ese detalle). El tiempo en aquel cubículo se me hizo totalmente pesado. No paraba de recordar que ya habíamos vivido una situación similar hace tiempo con el mamonazo de Álvarez y ahora nos encontrábamos en una prácticamente en las mismas.

Si no hubiera sido por que repentinamente me sacaron de allí por pura casualidad seguramente habría llegado a las manos con alguno de mis compañeros y eso que ni siquiera me estaban diciendo nada. ...... .......... .............. (Me siento un poco mal al escribir esto la verdad).

En fin, que repentinamente una mujer pelirroja, con gafas, y vestida con una bata de medico blanca se presentó en la "celda" y tras saludarnos cordialmente sin presentarse. Alzó mi diario en la mano y pregunto de quien era ese cuaderno.

Por un momento yo me temí lo peor.

Aunque estuviera enfadado con mis amigos también tenía claro una cosa, que si en ese diario había algo que pudiera perjudicarnos no iba a dejar que mis compañeros pagaran por algo que yo hubiera escrito.

Rápidamente me adelante y con voz firme confese que era mío.

La doctora volvió a sonreír y con un rápido gesto con la cabeza me indico con voz suabe que la acompañara.

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora