Parte 107

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25 de mayo, 10:42 AM

La luz del amanecer se filtra suavemente entre las hojas, bañando el campamento en una cálida luz dorada. Hoy, decidimos darle un giro a nuestra rutina y explorar un poco más allá de lo habitual, impulsados por el deseo de encontrar algo nuevo, algo que rompa la monotonía de los días recientes.

Y vaya si lo hemos encontrado.

Resulta que mientras viajábamos rumbo al norte, en una de las zonas boscosas donde nos encontramos, cerca del arroyo de Viñadero encontramos otro grupo de supervivientes. Bueno, más bien ellos nos han encontrado a nosotros.

Mientras llenábamos unas cuantas botellas de agua para luego filtrarlas y depurarlas, fuimos sorprendidos repentinamente por un grupo de vestidos de militar, con el emblema del ejército y la bandera española bordada en el brazo.

La sorpresa inicial y el breve alivio de encontrar a personal militar se desvaneció rápidamente cuando sus armas se alinearon apuntando hacia nosotros.

Tras cachearnos minuciosamente y despojarnos de todas las armas y pertenencias, incluidos nuestros caballos. Nos pusieron un saco a cada uno de nosotros en la cabeza y nos llevaron hasta su campamento.

Nuestros intentos de entablar una conversación fueron totalmente inútiles. Cada vez que alguno de nosotros trataba de comunicarse con ellos solo recibíamos silencio o un despectivo mandato para cerrar el pico. Incluso creo que alguno de mis compañeros recibió algún golpe por insistir pero no estoy seguro.

Tiempo después de dar unas vueltas, con el propósito de desorientarnos terminamos en un improvisado campamento semifortificado con palos, estacas, vehículos blindados, tiendas de campaña e incluso algún con algunos puestos de vigilancia dispersos en los árboles.

Tras retirarnos los sacos de la cabeza, observe todo el conjunto del campamento y a la cantidad de militares armados que nos rodeaban mientras estábamos de rodillas con las manos atadas. Eran alrededor de treinta hombres, la mayoría con expresiones duras y poco acogedoras.

Cuando pensaba que sería nuestro final, un hombre de mediana edad con cicatrices visibles en el rostro y la mirada desafiante, finalmente se acercó a nosotros mirándonos desde arriba.

Después de mirarnos de arriba abajo ladró un par de ordenes a sus hombres que inmediatamente nos desataron y ayudándonos a ponernos de pie.

Se acercó a nosotros con su mirada desafiante y finalmente sonrió bonachonamente antes de estrecharme la mano y darnos un abrazo a todos uno por uno.

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora