26 de junio, 00:12 AM
Desde luego como le gusta a esta gente hacer espectáculo.
Después de una más que decente y reparadora ducha, quería relajarme tranquilamente en el patio de entrenamiento mientras disfrutaba medianamente del fresco, aprovechando que a la tarde dejó de llover.
Me senté en una de las mesas aisladas de lo que parecía un chiringuito improvisado y antes de que me diera cuenta una mujer regordeta, simpática y de piel cobriza se acercó a preguntarme si quería tomar algo.
Ha pasado tanto tiempo, que se me hizo extraño verme en una situación así, como si estuviera pidiendo una caña en un garito corriente.
Como me pilló un poco de sorpresa, le di las gracias y rechacé la oferta, tampoco sabía que pedir la verdad.
La mujer se limitó a decir "Ok cielo" y a comentar que si cambiaba de idea le avisara.
Mientras pensaba en silencio mis cosas, el sonido de la radio me hizo girarme a en dirección a la barra donde la señora se afanaba limpiando una taza abollada.
El colgado que tienen aquí por presentador de ese cutre programa empezó a emitir su transmisión, comentando cosas sobre nosotros y causando que algunas de las personas que estaban por aquí se me miraran sonriendo mientras saludaban desde lejos.
Yo hubiera preferido pasar desapercibido la verdad.
Cuando me volví a girar para apoyar los codos sobre la mesa, me encontré cara a cara con los depredadores ojos color esmeralda de Samanta que me observa de cerca "muy de cerca" con una sonrisa felina.
Menudo susto me dio. Ni siquiera la había oído llegar.
—Tranquilo. —Sonrió mientras se descojonaba. —Parece mentira que te achantes tan fácil.
—Pues no te acerques a mi como si fueras el puto Michel Mayer. —Le repliqué.
De repente se puso a tararear la banda sonora de la película mientras me hacía gestos con los dedos. Cuando terminó su teatrillo sonrió sentándose frente a mí.
—Bueno. ¿Qué se siente a ser el caballero que salva a la doncella en apuros? —Arrancó mientas levantaba el brazo pidiendo dos bebidas a la camarera.
—Si lo dices por la emisión de tu...
—Descuida. —Me interrumpió divertida. —A Jax le gusta vacilarme de vez en cuando. No desaprovecha una.
—Ya veo. —Comenté con desgana.
—No me malinterpretes. —Continuó, mirando con ternura a la gente del campamento. —Puede resultar un poco irritante, pero te aseguro que es un buen tipo. Además, siempre trata de animar y hacer reír a la gente sobre todo con su programa de radio.
—Sinceramente, no te creas que me gusta mucho el programa.
Hizo una sonrisa muda antes de proseguir.
—Y aun así has registrado muchas de sus emisiones.
—Una forma de no perder la cordura.
Ahí lo tienes, incluso a un huraño como tú le ha ayudado.
La simpática camarera dejó dos tazas llenas de whisky y se marchó a seguir con sus cosas.
Yo por mi parte me había quedado un poco mudo por lo que me había dicho Samanta. La verdad es que nunca lo había pensado, resulta que al final le voy a tener que agradecer algo a ese chalado.
—Y volvió a quedarse serio y en silencio con sus misteriosos pensamientos. —Me agitó lentamente un dedo en círculos frente a mis ojos.
Rápidamente volví a mí mismo.
—Perdona yo...
—Está muy mal distraerse cuando una chica guapa te habla. —Bromeó como si me regañara.
—¿Qué?... —No supe que contestar.
De repente estalló en carcajadas agitando la mano.
—Te estoy vacilando. Ojo lo difícil que es conseguir hacer que sonrías.
Me apoyé en el respaldo del banco como si no entendiera nada. Y realmente era así.
Después de dejar de reír, suspiró pesadamente y terminó su copa de un trago.
—Bueno capitán seriedad. Yo me retiró. No te metas en líos. —Me guiñó un ojo.
Me quede un rato pillado mirando como se alejaba antes de agitar la cabeza para volver a mis cosas. (Para ser sinceros ninguna, me había quedado en blanco).
Decidí retirarme y por el camino pude ver a mis compañeros cada uno a lo suyo. Sanzo y Silvia acurrucados en lo alto de la muralla cual parejita en una noche de verano y el vejete de Claus para mi sorpresa compartiendo un "Bastón del Vacío" (Porro, peta, leño o como lo quieras llamar). Junto a Jax, los dos ahí sentados en un par de sillas de camping, haciendo anillos de humo.
Jooooder, vaya tropa. Está claro que algunos van a hacer buenas migas.
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Apocalipsis Z: Caos
Ciencia FicciónEn una sociedad inmersa en la rutina y la comodidad, la vida tal como la conocemos llega a un repentino y desgarrador final. Un apocalipsis se ha desatado, transformando las calles familiares en lugares de terror, y las rutinas cotidianas en luchas...