Parte 84

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17 de abril, 21:47 PM

Hoy ha sido un día para recordar, uno de esos días que te recuerdan lo frágil que es la vida y lo implacable que puede ser este nuevo mundo.

Durante nuestro forzoso descanso, mis peores temores se hicieron realidad. Los infectados que pululaban por los alrededores finalmente dieron con nosotros.

Aún estábamos desorientados por la densa niebla y el frío penetrante. Con los nervios a flor de piel, el silencio y la relativa calma del entorno se quebró drásticamente cuando los infectados comenzaron a aparecer como sombras emergiendo del blanco opresivo, abalanzándose sobre nosotros con ese caminar torpe y lento que les caracteriza.

Apenas tuvimos tiempo de pensar. Mi primer instinto fue apuntar la escopeta hacia la niebla esperando para abrir fuego sobre la primera criatura que apareciera. Pero antes de poder apretar el gatillo, note como la mano de Claus de posaba firmemente sobre el caños de mi arma obligándome a bajarla lentamente.

"Nada de disparos". Susurró seriamente. "Podríamos atraer a más".

No le faltaba razón, por poco mi falta de prudencia podría haber empeorado la situación.

Avanzando unos pasos con el hacha en la mano Claus comenzó a blandirla contra el primer infectado que había delante.

Los caballos inevitablemente comenzaron a ponerse nerviosos a medida que mas de esas cosas seguían acercándose y antes de que pudiera decirles nada Sanzo y Silvia ya estaban a su lado tratando de tranquilizarles.

Yo por el contrario me sentía un poco impotente, vigilando a medio camino entre los caballos y cubriendo las espaldas a Claus por si fuera necesario pero sin poder utilizar mi arma.

Una de esas cosas apareció por mi lado casi sin darme cuenta. Tuerto con la cara llena de heridas y mugre lazando los brazos hacia adelante para atraparme con sus ennegrecidos dientes en un mordisco desesperado.

Con un acto reflejo y la sangre helada hasta el tuétano, me aparte de esa cosa a tiempo antes de descargar un devastador culatazo sobre la sien de la criatura, produciendo un crujido sordo en el cráneo.

Por unos segundos el infectado se derrumbo en el suelo, pero aun continuaba moviéndose, tratando de levantarse. Antes de que lo lograra, volví a golpearle repetidas veces con la culata hasta que su cráneo cedió a los pocos golpes.

Cuando me giré para ver los caballos, va a Sanzo con una enorme rama de árbol defendiéndose de un infectado que había llegado por detrás mientras Silvia totalmente pálida, luchaba por intentar mantener bajo control a los caballos.

Mas o menos la situación estaba controlada por allí, pero al mirar a Claus instintivamente me lancé corriendo hacia su dirección ya que por su espalda una de esas cosas se acercaba peligrosamente mientras el peleaba contra otros dos infectados.

Justo cuando la criatura estaba a punto de alcanzar a Claus logré derribarla con una fuerte patada en el costado aprovechando la carreta.

Claus se sorprendió muchísimo al verme y antes de que el infectado se recuperara hundió el hacha la nuca de aquel semimuerto asegurando para siempre su condición de fiambre.

Con visibles columnas de vaho escapando por la boca, Claus me golpeo en el hombro agradeciendo mi ayuda mientras mirábamos alrededor.

Por fortuna ese era el último. De momento.

Regresamos con nuestros compañeros asegurándonos de que todos estaban bien. Los caballos seguían nerviosos pero parecía que ya no sentían peligro cerca.

El aire se había llenado de un intenso olor a muerte y descomposición, pero al menos por ahora, estábamos a salvo. Nuestro breve enfrentamiento con los infectados había sido aterrador, pero nos había mostrado que éramos capaces de defendernos, incluso en las peores condiciones.

Antes de que se levantara la niebla, Claus se encargó de revisar el área cercana, asegurándose de que no quedaran más sorpresas ocultas o en camino. Sanzo y Silvia, todavía conmocionados por la experiencia, se unieron a él, buscando algo que pudiera representar una amenaza adicional.

Yo me quedé junto a Trueno, acariciando su cabeza tratando de tranquilizarle. Pese a la situación, no pude evitar sentir un cierto orgullo por cómo había reaccionado bajo presión. Al final es el quien me ha calmado a mí.

En cuanto se aseguraron de que todo estaba despejado, continuamos la marcha hasta encontrar un lugar más seguro.

No se muy bien donde nos encontramos ahora mismo. Solo se que estamos refugios en el cobertizo de una finca o algo por el estilo, suficiente para poder pasar la noche. Una suerte encontrar este lugar a ultima hora. Al menos tenemos una vieja estufa de leña para calentarnos.

Claus esta montando guardia fuera junto a los caballos. Hace un rato me he acercado a llevarle un café caliente y una manta.

Me gusta charlar con él. Es increíble que después de lo que a pasado el siga ahí, con su expresión amable y tranquila. No sé qué habría sido de nosotros si no llega a estar hoy aquí.

No se me dan bien las palabras pero, gracias, amigo. Estamos en deuda contigo.    

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora