Parte 81

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15 de abril, 22:13 PM

Madre mía. Aun no me lo creo.

Joder. Tenemos transporte. Dios, que bien me siento ahora mismo.

Tres caballos. Tres preciosos caballos para que viajemos. Pero me estoy adelantando muchísimo. Vamos desde el principio.

Como habíamos acordado, nos repartimos en dos grupos para sorprender a la inesperada comitiva de salvajes que había llegado. Sanzo y yo formamos equipo mientras que Silva y Claus rodeaban el campamento por otro lugar.

Cuando llegó el momento, Claus y Silvia atacaron desde un flanco, provocando una distracción perfecta. Sanzo y yo aprovechamos para lanzarnos sobre los caníbales, tumbando a uno de ellos con un culatazo en la nuca. A pesar de su resistencia inicial, no tardaron en comprender la situación en la que se encontraban, y pronto los tuvimos controlados y atados a un árbol.

Una vez asegurados los caníbales, procedimos a inspeccionar el campamento. No había mucho de valor, pero los caballos... esos sí que eran un verdadero tesoro. Estaban nerviosos por el altercado, pero con cuidado y paciencia, logramos calmarlos y prepararlos para montar.

Sinceramente no quería ni tocar los utensilios y herramientas que traían estos tipos consigo. Quizás solo estuviera en mi cabeza pero transmitían un aura malsana. Como casi todo lo que componía aquel campamento.

Me quedé un rato mirando en silencio los trozos humanos colgando de finas cuerdas en las ramas de un árbol. Sintiendo un escalofrió punzante atravesando mis vértebras al alternar la vista entre las furiosas miradas de odio que los tipos atados al árbol lanzaban y el grotesco espectáculo de partes colgadas que tenía delante.

¿Cómo puede un ser humano llegar a esto? ¿Tanto puede apretar la necesidad?

Sin decir nada a nadie comencé a descolgar una a una todas la partes arrojándolas al fuego que estos salvajes tenían encendido. Era lo mas parecido a un entierro digno que estas pobres victimas iban a tener.

El momento de montar en los caballos fue liberador. Sentir el viento en el rostro mientras nos alejábamos trotando lejos del campamento de caníbales fue una sensación indescriptible. Parece que, por fin, la fortuna nos ha favorecido.

Ni siquiera me arrepiento de dejar a aquellos monstruos atados al árbol. Dejaron de ser humanos en el momento que cometieron sus actos.

Ahora me encuentro vigilando y cuidado de los caballos. Solo tenemos tres peor se pueden compartir fácilmente. Pero está claro que cada uno a elegido el suyo.

Al mío ya le he cogido mucho cariño. Negro con una mancha blanca en la frente, me recuerda a algo de cuando era pequeño.

Miro al cielo sonriendo tímidamente mientras recuerdo ese nombre.

Trueno. Creo que le llamare igual.  

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora