Parte 58

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19 de marzo, 9:15 AM

Hay algo en la perpetua sonrisa de Borja que me roza la fibra incorrecta. Es como si no entendiera completamente la gravedad de nuestra situación, o quizás, no quiere entenderla. Cada vez que pasa junto a mí, hay una chispa de algo en sus ojos que no puedo descifrar. ¿Es genuina calidez, o hay cálculos detrás de esa fachada amigable?

Esta mañana, mientras revisaba el vehículo, asegurándome de que todo estuviera listo para una posible salida de emergencia, Borja se me acercó con dos tazas de café en las manos. "Pensé que podrías usar algo de esto", dijo, ofreciéndome una. Acepté el café, más por no parecer descortés que por deseo de beberlo.

Intentó entablar una conversación, hablando de trivialidades: el tiempo, el coche, mi relación con los demás miembros del grupo, incluso intentó bromear sobre la situación mundial. Su charla era tan ligera, tan fuera de lugar, que me crispó los nervios. Mis respuestas eran monosílabas, mi atención dividida entre sus palabras y mis manos trabajando en el motor.

En un momento, mientras hablaba, noté un cambio en su tono. Se inclinó un poco más cerca, bajando la voz. "Sabes, creo que podríamos ayudarnos mutuamente", dijo, y su sonrisa se ensanchó un poco. "Tengo información, cosas que he aprendido por ahí. Pero necesitamos confiar el uno en el otro, ¿no?"

Le miré directamente, tratando de leer la sinceridad en sus ojos. Pero todo lo que vi fue esa sonrisa impenetrable y una mirada que, aunque abierta y amigable, ocultaba más de lo que revelaba.

"No hay mucha confianza por aquí, Borja", respondí secamente, cerrando el capó del coche con más fuerza de la necesaria. "Y la información no es gratuita al igual que la hospitalidad. (Le dejé caer). Si tienes algo que decir que nos pueda beneficiar, dilo ahora o no pierdas mi tiempo".

Retrocedió, con las manos levantadas en un gesto de rendición, pero su sonrisa nunca vaciló. "Está bien, está bien, solo pensé...", se detuvo, mirando por encima de mi hombro hacia la cabaña. "Solo pensé que deberíamos intentar llevarnos bien. Estamos juntos en esto, después de todo".

Le observé alejarse, sintiendo cómo la sospecha se enroscaba en mi estómago como una serpiente viva. Algo no está bien. Claus me encontró unos minutos después, no le contado nada sobre esta conversación con Borja. Pero tango claro una cosa. Pienso vigilar a este "superviviente" sonriente con ojos de halcón. En este nuevo mundo, la confianza es una moneda que no estoy dispuesto a gastar a la ligera.

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora