Parte 162

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11 de septiembre, 07:45 AM

Nos ponemos en marcha de nuevo.

La oscuridad se a disipado y con ella comienza un nuevo día. El campamento está prácticamente desmantelado; las tiendas ya guardadas y los caballos preparados para otro día más de viaje. El aire matutino trae consigo un frescor que todavía no ha sido derrotado por el calor del sol. Aunque por estas tierras... Bueno.

Mientras ajusto las riendas de Trueno, mis ojos se desvían hacia Claus, que está en su rutina de siempre, terminando de preparar su montura.

Me acerque a él, asegurándome de que nadie más esté cerca para oírnos.

—¿Cómo estás? —Le pregunto sin rodeos, aunque con un tono más bajo de lo habitual.

Claus me miró de reojo, con una leve sonrisa, aunque noté una sombra de cansancio en su rostro. Supongo que por haber trasnochado.

—Mucho mejor, muchacho. —Respondió, con un tono bajo pero firme. —Gracias por lo de anoche. De verdad.

Verle sonreír al final de la frase me tranquilizo bastante.

Asentí, sin hacer mucho alboroto. No hacía falta. Era suficiente con saber que había vuelto a su centro.

—Venga abuelo. —Cambié de tema. —No, te retrases.

—¿Abuelo? —Sonrió haciéndome un amago de golpearme. —Te voy a dar yo a ti abuelo.

Silvia nos miraba con curiosidad.

—¡Vaya! Parece que algunos se han levantado con energía. —

Claus soltó una risa baja mientras se estiraba.

—El chaval este, que está muy subidito. Ya vera como aun puedo darte una buena lección. —Respondió, con gran alivio en su voz.

Silvia sonrió desde la distancia, mientras terminaba de asegurar su equipo.

—Pues no os confiéis mucho —Dijo con tono divertido. —A ver si en lugar de una carrera, termináis con la lengua fuera antes de salir de aquí.

Me reí entre dientes mientras terminaba de revisar las últimas correas de Trueno.

Sanzo se acercó, ya montado en su caballo, y con su habitual tono despreocupado

—Espero que dejéis de tontear, que el camino no va a hacerse más corto si seguimos aquí de cháchara. —Soltó.

Todos soltamos una pequeña carcajada.

—Venga, movámonos. El sol no nos va a esperar —respondí, lanzando una última mirada al horizonte mientras tiraba suavemente de las riendas de Trueno.

Nos pusimos en marcha en fila, los sonidos del campamento quedándose atrás. El aire fresco de la mañana todavía nos acompañaba, y aunque sabíamos que el día iba a ser largo, la camaradería entre nosotros nos mantenía firmes. Un día más en el camino, pero juntos.

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora