24 de junio, 17:31 PM
Anoche hablé con Samanta.
Debí pillarla justo después de una ducha, su pelo húmedo y suelto delataban que recientemente habían pasado por agua.
No le dije exactamente que le ayudaría a nada, pero si le dije que al menos estaba dispuesto a escuchar lo que tenía planeado.
Me dijo que se conformaba con eso, y en señal de buena voluntad permitiría que pasáramos la noche fuera de la improvisada celda si así lo queríamos. Pero nos estaría vigilando.
Cuando quise preguntarle que tenía en mente, simplemente me dijo que no era el momento, mañana, ósea hoy, reuniría a su grupo y nos contaría todo.
Como sabía que la cosa no iba a ir a ningún sitio no insistí nada. Me limité a pedirle si podía invitarme a un cigarro y salí de su tienda.
Generosamente me dio el paquete que había sobre la mesa, confesando en verdad era de las cosas que nos habían quitado cuando nos capturaron. Ni que decir tiene que el resto del alijo permanece "en custodia o donado al fondo común" y eso incluye comida y armas.
Tras ver como soltaban a mis compañeros, me alejé en solitario seguido en todo momento paro la mirada desafiante de alguno de las machacas del campamento. No quería estar cerca de mis compañeros, aun sigo un poco enfadado con ellos.
Curiosamente nade del campamento quería entablar conversación conmigo, no sé si por alguna orden en concreto o porque simplemente no quieren acercarse a mí. No sé si con el resto de mi grupo ha pasado lo mimo.
Me dirigí a una de las murallas y sentado con las piernas colgadas por fuera, comencé a fumar frustrado por la situación actual.
A los pocos minutos apareció Elena con su bata blanca y cabello rojo que rápidamente despachó al guardia que me vigilaba celosamente en su puesto de guardia.
Me saludo con esa sonrisa suya de chica arcoíris y sin esperar invitación se sentó a mi lado.
—Sam ha dicho que vais a ayudarnos. Te lo agradezco mucho.
—Todavía no he decidido nada.
—¡Venga! No seas así, gruñón. —Me golpeó el hombro como si fuéramos amigos de toda la vida. —Seguro se solo te estás haciendo el difícil.
—Eres muy irritante. —Le soplé entre dientes.
—¡Jo! Lo siento no pretendía molestarte. Es que estoy supercontenta de que hayamos encontrado a otros supervivientes. Y como encima estaba la cosa tan jodida con el material médico, pues tenía la esperanza de que todos pudiéramos ser amigos. ¡En serio no te imaginas lo importante que es que hayáis apetecido!
—¿Y eso? —Me sorprendí por el comentario.
—Veras llevamos tiempo queriendo asaltar el hospital de Burgos. Pero la mayoría de las personas que están aquí no tienen la preparación para ayudar en un golpe así. Y por desgracia no contamos con suficientes personas capaces para ir sin dejar el campamento desprotegido. ¡Pero con vosotros aquí seguro que podemos hacerlo sin problema ninguno! ¿Verdad que nos ayudareis? Porfi, porfiiiiii.
Comenzada a hablar tan rápido y aturullado que me empezaba a dar dolor de cabeza y tuve que cortarla en seco.
—¡Por favor!
Tuve que reprimir muchas cosas. Desde las ganas de estrangularla, a las ganas que tenia de romper a llorar.
—Solo... Déjame solo un momento. —Le pedí a punto de quebrarme.
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Apocalipsis Z: Caos
Science FictionEn una sociedad inmersa en la rutina y la comodidad, la vida tal como la conocemos llega a un repentino y desgarrador final. Un apocalipsis se ha desatado, transformando las calles familiares en lugares de terror, y las rutinas cotidianas en luchas...