30 de mayo, 13:39
¡Siiiiiiii! ¡Jódete, Álvarez! ¡En toda tu puta cara! (Risa eufórica).
Joder que bien me siento. EL plan ha salido de puta madre. (Sigo riendo).
Dios, perdón. Me estoy adelantando, como siempre me puede esa mala costumbre. Vamos a repasarlo todo desde el principio.
Tras escapar de puñetero supermercado y pasar la noche en la iglesia, Sanzo y yo pasamos las horas cavilando un plan para rescatar a nuestros amigos. Ni de lejos era el mejor de los planes y muchas cosas podían salir mal pero supongo que la fortuna nos ha sonreído una vez más.
Una vez repasado los recursos de los que disponíamos y lo que haría cada uno de nosotros, nos retiramos a descansar para salir por la mañana temprano.
Apenas amaneció, me subí en el vehículo que Navarro había utilizado para traernos aquí. Menos mal que me dio por registrar los bolsillos de su cadáver cuando salimos de allí.
Conduje todo el camino do vuelta al campamento de Álvarez en absoluto silencio. De vez en cuando miraba de reojo la oscura pistola de Navarro que reposaba sobre el asiento del copiloto, repasando mentalmente lo que estaba a punto de hacer.
Reconozco que tenía un nudo en el estomago propio del manojo de nervios que trataba de mantener bajo control. Ni sé la veces que había soltado el aire para tranquilizarme.
Encanuto divisé la colina, donde se encontraba el campamento, aceleré el coche para llegar lo antes posible. Enfilé el tramo de tierra y subí la colina entre meneos y baches hasta llegar al lugar.
Apenas llegué a la cima, varios militares abrieron el improvisado cerco que guardaba el campamento permitiéndome aparcar el blindado en el interior y aquí es donde empezó lo difícil.
La muchedumbre de soldados comenzaba a reunirse alrededor del vehículo, apenas me bajé fatigado y sudando, barios de ellos se acercaron sonrientes para tratar de inspeccionar al blindado.
Antes de que pudieran acercarse más, levanté la pistola nervioso apuntando en todas las direcciones obligando a todo el mundo a retroceder. No tardaron mucho en apuntarme con sus propias armas.
La tensión en el aire era palpable. Los soldados, sorprendidos por mi reacción, intercambiaban miradas nerviosas entre ellos a la par que me ordenaban tirar el arma. Unos segundos después Álvarez apareció con las manos en alto pidiendo mantener la calma, seguido por Claus y por Silvia.
"¡Quietos! ¡Todos quietos!" Bramó abriéndose paso hasta el frente.
Sus hombres se apartaron pero no dejaron de apuntarme en todo momento.
Tras unos segundos vociferando, Álvarez finalmente puso su atención en mí.
"Calma señor escolta, calma." dijo, intentando apaciguar la situación.
"Yo... yo..." Fue lo único que pude decir.
"Tranquilícese, aquí no hay enemigos". Acompañando sus palabras con un tono mas paternal aguardó unos instantes antes de continuar. ¿Dónde están Navarro y mis hombres?
"Muertos". Murmuré con el labio temblando.
"¿Y el señor Sanzo?"
"Mi amigo. ¡Dios! Exclamé con voz quebrada derramando una lagrima.
Inmediatamente vi como Silvia se llevaba las manos a la boca y empezó a sollozar, mientras Claus palidecía.
"Entiendo". Asintió Álvarez con una mueca. "Es una tragedia por supuesto. Esta misión a costado muchas vidas. Pero al parecer han tenido éxito". Señaló hacia el techo del coche donde reposaban unas cajas de galletas y cereales, atadas.
ESTÁS LEYENDO
Apocalipsis Z: Caos
Science FictionEn una sociedad inmersa en la rutina y la comodidad, la vida tal como la conocemos llega a un repentino y desgarrador final. Un apocalipsis se ha desatado, transformando las calles familiares en lugares de terror, y las rutinas cotidianas en luchas...