Parte 76

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14 de abril, 10:25 AM

¡Que hijos de puta! Como nos la han intentado liar.

Como teníamos planeado, nos levantamos temprano para hablar con el padre Gabriel y decirle que nos marchábamos. Tras recoger nuestras cosas nos dirigimos a la iglesia donde como siempre el padre Gabriel ya estaba en pie preparando el sermón matutino.

Gabriel, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, nos deseó buena suerte en nuestro viaje. Pero apenas salimos por la puerta de la iglesia, nos encontramos con un muro humano formado por los habitantes de la comunidad, sus rostros mostraban una mezcla de enfado y fervor religioso.

Gabriel apareció por detrás de nosotros, su expresión había cambiado. No era la del hombre amable y paternal que habíamos conocido. Ahora había algo más oscuro, más siniestro en su mirada.

"Lo siento, pero no puedo permitir que se vayan", dijo con una voz tranquila pero firme. "Su partida podría poner en peligro a nuestra comunidad. No deben alejarse del camino de Dios. Y yo me encargaré de mostrarles la verdad de mis palabras cuando el mundo florezca de nuevo."

Sus palabras cayeron como un jarro de agua fría. Nos miramos entre nosotros, comprendiendo que estábamos atrapados.

"Por favor entreguen su armas pacíficamente, no hay necesidad de violencia"

Los muy bastardos de los habitantes comenzaron a acercarse poco a poco algunos armados con herramientas cuchillos e incluso alguna escopeta.

Y un huevo iba a dejar que nadie nos pusiera una mano encima, y menos que nos dejaran sin las armas. Así que sin consultar con nadie, dispare un escopetazo al aire que sonó como un trueno y en un segundo se formó un pequeño caos.

Muchas de las personas que había en aquella turba gritaron o se agacharon temerosos de ser los siguientes en recibir un disparo. En cambio uno de aquellos mamones, continuo firme con la escopeta apuntando para devolver el fuego.

Tras otro estruendo noté como una enorme posta pasaba cerca de mi cabeza estrellándose con fuerza en la pared de la iglesia justo a mi espalda levantando una lluvia de piedras diminutas.

Tan rápido como me fue posible, tire de la corredera de mi escopeta apunte casi al mismo tiempo que me arrodillaba y casi un segundo y medio después, otro fogonazo salió disparado de mi arma logrando alcanzar al tirador que me había disparado.

Creo que le alcancé en el hombro aunque no estoy seguro, solo se que el tipo cayó al suelo.

Sin perder tiempo. Me di la vuelta encantándome con el rostro pálido y desencajado del padre Gabriel siendo arrastrado hacia el interior de la iglesia por los enormes brazos de Claus que lo tenían aprisionado por el cuello.

Seguí el mismo camino y nada mas entra por el umbral, Sanzo y Silvia se apresuraron a cerrar el enorme portón de madera justo antes de que la enfurecida muchedumbre de fuera comenzara a golpear la puerta con furia.

Hemos atrancado la puerta pero no sé si será suficiente.

Ya llevamos un par de horas aquí, y salvo un par de intentos fútiles por parte de los lugareños de intentar entrar parece que la cosa se a calmado un poco, pero siguen ahí fuera esperando.

"¡No podemos quedarnos aquí". "Si rompen la puerta, estamos acabados."

El padre Gabriel nos mira con ira contenida, hace un rato que dejó de sermonearnos, desde que Claus le amenazó con sacarle los dientes de un puñetazo.

Estamos en grabes problemas, necesito pensar, necesito pensar... Tengo que encontrar una solución. 

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora