Parte 69

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29 de marzo, 08:15 AM

La mañana ha sido bastante interesante.

Despertamos con una brisa fría que en lo personal me hizo estremecer mientras salíamos de las tiendas. A pesar de la hora temprana, el grupo se mostraba animado, especialmente Silvia. Como le dijimos anoche, hoy iba a ser su primer día aprendiendo a disparar con el fusil que recuperamos ayer.

Tras un desayuno ligero, Claus montó una pequeña zona de prácticas de tiro colgando unas latas vacías con una cuerda entre dos árboles. "No es un campo de tiro, pero servirá", comentó con una sonrisa. Silvia observaba con curiosidad, sujetando el fusil con cierta torpeza. Sanzo y yo intercambiamos miradas, preguntándonos si realmente era buena idea.

Claus, actuando como instructor, comenzó a enseñarle los principios básicos: cómo sostener el arma, la postura correcta, cómo apuntar y respirar antes de disparar. "La calma es tu mejor aliada", le aconsejó. Silvia asentía, absorbida por cada palabra.

Luego vino la práctica. Para hacerlo más interesante organizaos un pequeño concurso. Acordamos que cada uno tendría un solo disparo, para no atraer a los infectados ni desperdiciar municiones. El perdedor tendría que lavar los platos durante el resto del día.

Todavía no estábamos seguros de si el arma funcionaba, asique era una buena manera de averiguarlo.

Sanzo fue el primero, el sonido del arma al ser disparada fue una belleza. Disparando con una precisión impresionante logro rozar una de las latas, nada mal para un novato. Luego fui yo, tratando de recordar mis escasas habilidades de tiro en la academia y las practicas por el campo cazando. Conseguí acertar en uno de los costados de la lata. Un mi tiro bastante decente debo decir.

Luego paso al turno de Silvia. Se notaba que estaba nerviosa, el peso del fusil y la expectativa de todos parecía agobiarla. Claus le dio unas últimas palabras de aliento antes de que tomara posición.

Silvia respiró hondo, apuntó y... el disparo resonó en el aire, un sonido corto y seco. Todos miramos hacia la lata, que seguía en su lugar sin moverse. Silvia bajó el fusil con un suspiro, pero no parecía decepcionada. "Al menos no me disparé en el pie", bromeó, intentando aliviar la tensión.

Instintivamente Sanzo y yo ocultamos la risa, mas que por el comentario por el disparo errado.

Claus que no le pasó desapercibido, nos miró negando con la cabeza reprendiéndonos nuestra acción.

Agarró el fusil con firmeza, colocó la culata entre el pecho y el hombro y casi al instante acarició el gatillo suavemente sin inmutarse. En menos de un segundo, una humeantes agujero se había dibujado en el centro de la lata.

Nos guiño un ojo antes de devolverle el arma a Silvia. "No te preocupes pequeña, ya le cojeras el tranquillo"

Con un par de comentarios de ánimo y algunos consejos adicionales de Claus, terminamos nuestra pequeña competición. Silvia iba a aceptar su derrota con gracia, pero Claus más paternal, intervino diciendo que no estaría bien que dejáramos que una novata que no había disparado un arma en su vida limpiara los platos, no era justo. Así que la cosa quedaba entre Sanzo y yo. Y como además yo le debo un paquete de tabaco a Sanzo. Bueno al final soy yo el que va a terminar lavando los platos.

A pesar del pequeño contratiempo, me lo he pasado bien. El ejercicio ha resultado ser un buen descanso mental de nuestras preocupaciones diarias. Ahora, con las latas recogidas y el fusil guardado, nos preparamos para continuar nuestro viaje.

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora