29 de mayo 02:00 AM
Son las 2:00 AM.
Seguimos atrapados en este supermercado, rodeados por golpes sordos en la puerta principal. Cada golpe resuena en mis oídos, aumentando mi agitación con cada impacto. La oscuridad se cierra a mi alrededor, envolviéndome en una sensación de desesperación que se agudiza con cada respiración.
Me encuentro en el centro del supermercado, rodeado por las sombras danzantes de unas velas parpadeantes que hemos encontrado. Ni siquiera la luz ofrece algo de consuelo. No me hace sentir mejor poder ver de dónde llegara el peligro.
Siento el corazón martillando en mi pecho, el tiempo parece estirarse hasta lo infinito mientras esperamos en la penumbra.
Sanzo está a mi lado, mirando preocupado alrededor. Los soldados están amilanados. Sus frentes perladas de sudor son el marco perfecto para acompañar los rostros cagados de miedo que dibujan en el semblante.
(Por dentro me rio histéricamente).
No lo he dicho en voz alta, pero me parece que la situación, el lugar. (Me sigo descojonando por dentro). Este supermercado, este "refugió". Ni siquiera es una tumba como mal susurran alguno de estos tipejos.
No que va. Si hay alguna manera de llamar a este sitio es "despensa".
¡Una puta despensa, a la espera de que se abran las puertas y todo el mundo sea devorado!
El soldado al que salvamos está en la puta mierda. Tiene un mordisco en el cuello y ha perdido un montón de sangre. Le han estabilizado, pero en estas condiciones y sin un médico...
Además, la herida parece haberse infectado y se está extendiendo al resto del cuerpo, sus venas empiezan dibujarse por todo el cuerpo con tonos oscuros e irregulares.
El olor es insoportable, una mezcla nauseabunda de sangre, sudor y descomposición que se aferra a nuestras narices como un manto de muerte. Cada inhalación es un recordatorio de la pesadilla en la que estamos atrapados, una presencia opresiva que se cuela en nuestros pulmones y envenena nuestros pensamientos.
El tiempo se desliza como arena entre los dedos, cada momento más pesado que el anterior. Cada golpe en la puerta principal es un recordatorio sombrío de la horda que espera al otro lado, lista para desgarrarnos en pedazos y devorar nuestras almas.
El miedo nos consume, y ya ha comenzado a hacer mella entre nosotros. De vez en cuando, siento la mirada de Navarro clavada en mí, llena de rencor y desconfianza. Puedo ver la tensión en sus hombros, la furia apenas contenida en sus ojos mientras me observa en silencio.Intento ignorar su mirada, concentrándome en cualquier cosa que no sea su rostro sombrío. Pero se me hace imposible. Debe pensar que es culpa de Sanzo y mía que le hayan mandado aquí, o que somos una carga o cualquier chorrada por el estilo que pase por su mente.
Seguramente las cosas no acaben bien entre él y yo. Eso si esas cosas que intentan entrar no zanjan primero el asunto.
Solo es cuestión de tiempo.
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Apocalipsis Z: Caos
Science FictionEn una sociedad inmersa en la rutina y la comodidad, la vida tal como la conocemos llega a un repentino y desgarrador final. Un apocalipsis se ha desatado, transformando las calles familiares en lugares de terror, y las rutinas cotidianas en luchas...