Parte 48

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9 de marzo, 21:17 PM

(Largo suspiro) 

Madre mía, hoy no sé por dónde empezar. La "aventurita" de la gasolinera casi termina en desastre, nuestro grupo a aumentado de numero y con Silvia parece que cada día me llevo peor. Pero me estoy adelantando.

Vamos a ver. Como teníamos planeado nos dirigimos a la estación de servicio cerca de Cañaveras. Nada mas llegar todo permanencia en calma, no vimos nada fuera de lo normal algunos coches abandonados papeles por el suelo, polvo hojas caídas de los arboles cubriendo partes del suelo. Vamos casi todo lo que habíamos estado viendo hasta ahora.

Con mucha cautela nos acercarnos al perímetro y aguardamos un momento antes de bajarnos del coche por si una o barias de esas cosas decidía aparecer por allí. Cosa que no ocurrió.

Trasteamos inútilmente con los surtidores pero no hubo manera de hacerlos funcionar así que decidimos probar suerte en el interior de la estación por si de alguna forma, milagrosamente conseguíamos ponerlos en marcha u otra opción viable de conseguir el combustible. Y aquí es donde casi se lía parda.

El interior estaba en casi penumbra, lo que quedaba de luz se colaba a través de los ventanales sucios y persianas a medio cerrar. Muchas de las estanterías estaban casi vacías o en su defecto llenas con artículos de poca importancia, revistas descoloridas y antiguas o periódicos amarillentos de hace un porrón de meses.

Mientras rebuscábamos por la sala, el sonido de algo arrastrándose nos sobresalto a los tres inmediatamente. Haciendo un silencioso gesto con la mano indique a todos que aguardaran y no se movieran. Al instante lo volvimos a escuchar.

Apunté la escopeta rápidamente en la dirección por donde se escuchaba el sonido mientras Sanzo me copiaba apuntando con la pistola al umbral. Por su parte Silvia se quedó detrás apretada por lo que pudiera ocurrir.

El arrastrar se hizo más y más audible. Podía oírse esa rasgueo y jadeo que ya conocíamos bien y que nos helaba la sangre.

Me bastaron una fracción de segundos. En cuanto vi asomar los ojos sin vida de aquella cosa embutida en un mono asqueroso, manchado de sangre seca con las venas de su sistema circulatorio dibujadas por todo su rostro, tiré del gatillo y un estallido ensordecedor que debió escucharse a kilómetros resonó como un trueno al tiempo que la cabeza de aquel se desintegraba en miles de pedacitos dibujando la pared del fondo con una macabra pintura action painting compuesta de sangre negruzca y sesos.

Pero justo cuando creí que la amenaza había pasado, un grito desesperado llenó la habitación. Girándome rápidamente, vi a Silvia siendo atacada por otra de esas abominaciones. Esta vez, era una mujer con un chándal rosa descolorido y lleno de manchas. Las uñas largas y sucias de la criatura trataban de aferrarse a Silvia mientras su boca se abría, mostrando una hilera de dientes carcomidos y ennegrecidos.

Ninguno de los dos teníamos tiro claro sin poner en peligro a Silvia. Maldije por lo bajo y corrí hacia ellas, golpeando con la culata de la escopeta la cabeza de la mujer, intentando alejarla de ella. La criatura apenas se inmuto y contino empeñada en culminar su tarea.

De no ser por que afortunadamente este hombre que tengo sentado enfrente de mi ahora mismo, entrado en años, alto como una torre y recio como una roca con el rostro surcado de arrugas y una espesa barba plateada cubriéndole la cara, intervino oportunamente como salido de la nada agarrando a esa cosa por la parte de atrás del chándal, apartándola de un tirón y rematando a la criatura con un fuerte hachazo en el cráneo que resonó con un crujido seco.

Con el corazón latiendo con fuerza y las manos temblorosas, Sanzo se apresuró para ayudar a Silvia a ponerse de pie mientras yo no perdida ojo de aquel individuo que nos había ayudado.

Indicando con las palmas que no pretendía hacernos daño, mantuvo la calma tras su rostro tranquilo y sereno mientras preguntaba si nuestra compañera estaba bien.

Ella asintió con la cabeza, pero su mirada estaba perdida, aturdida por el horror de lo que acababa de pasar. Sanzo se acercó y la abrazó con fuerza, intentando transmitirle algo de consuelo.

Antes de que aquel hombre tratara de moverse para recoger su arma cuando todo se hubo calmado un poco, le apunte con la mía para que no hiciera ningún movimiento. Al menos hasta estar seguros de lo que pretendía.

Rápidamente mis dos compañeros se lanzaron para que me relajara.

Tras calmar un poco los ánimos, el hombre se presentó como Claus, un viejo leñador de Asturias que se quedó atrapado en ese pueblo cuando toda esta pandemia estalló sin aviso.

Amablemente y después de un breve intrecambio de palabras, nos ofreció un lugar donde descansar su pequeño refugio natural en el bosque, en el cual nos encontramos ahora mismo. Por mi parte sin estar convencido debo añadir y más con la decisión que los dos lumbreras que tengo por compañeros me están planteando para que se huna al grupo.

No tiene como objetivo llegar a las Cíes pero le gustaría llegar de algún modo a Asturias.

No sé, hay mucho que pensar.

Pero volviendo al tema. Antes de venir hasta aquí, conseguimos cargar un par de garrafas de combustible y llenar el coche hasta el tope justo a tiempo, ya que más de esas criaturas empezaban a dejarse ver avanzando hacia donde estábamos.

Salimos a toda prisa, y nos dirigimos al refugio de Claus donde hemos pasado el resto del día.

Parece un tipo bastante amable, de hecho incluso diría que es de esos tipos que logra transmitir cierta tranquilidad cuando hablas con ellos. Pero por ahora no me fio de él, no puedo.

Todo lo contrario que Sanzo y Silvia. Ellos parecen mucho mas relajados que yo en ese aspecto.

...

...

Como era de esperar me ha tocado discutir con Silvia, una discusión fuerte la verdad. Opina que cuantos más seamos mejor y más protegidos, yo no lo tengo tan claro. La lógica me sugiere que deberíamos ser cautelosos antes de confiar en cualquier desconocido y eso por no hablar de que es otra boca que alimentar.

Puede que me equivoque, pero es lo que pienso.

Sanzo por su parte, aunque neural, le parece bien que Claus venga con nosotros o al menos nos acompañe hasta donde podamos.

...

...

Me da que se viene otra noche de reflexión.

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora