Parte 31

21 6 0
                                    


9 de Febrero, 11:59 PM

No puedo creerlo, ha funcionado. En realidad, ¡LO HICIMOS! Estamos fuera, al fin, fuera de la urbanización y lejos de la mayoría de esos seres. Nunca me había sentido tan aliviado y aterrorizado a la vez. Mi corazón late con fuerza en mi pecho y mi respiración es errática. Pero estamos a salvo, al menos por ahora.

Pero me estoy adelantando. Será mejor que empiece por el principio.

Nuestro plan era bastante simple: con todos los trastos, muebles y bártulos que pudimos reunir, bloqueamos la entrada directa que lleva al garaje del patio, un camino estrecho que separa el muro delantero de la fachada de la casa.

La segunda parte del plan ya era más arriesgada. Uno de los dos debía quedarse dentro de la casa y esperar en el otro garaje para abrirles la puerta a esos engendros y dejarlos pasar. Aunque esas cosas han demostrado ser letales, también son lentas y torpes, así que era la mejor opción que teníamos.

Por si acaso, pusimos todos los obstáculos pesados que pudimos en el camino hasta el patio trasero. Nada que nosotros no pudiéramos sortear con facilidad, pero que para una de esas cosas podría resultar una molestia.

Al ser yo el único de los dos que tiene experiencia conduciendo, Sanzo se ocupó de llevar a cabo esa última parte mientras yo esperaba junto al coche a que regresara.

Tras hacer unos cuantos simulacros, calculamos que podíamos hacer todo esto más o menos en cuarenta, cuarenta y cinco segundos.

Una vez listos, nos encomendamos a todo lo que se nos ocurrió y empezamos con el plan.

Debo reconocer que no las teníamos todas con nosotros y que muchas cosas podían salir mal. Las típicas cosas que en su momento no ves y que luego, al pensar en ello, te das cuenta.

En el momento que escuché el chasquido metálico del portón y el estruendoso sonido de la chapa al moverse, la sangre se me heló por completo. Mentalmente empecé a contar los segundos hasta que mi compañero apareciera por la puerta y me tocara a mí cumplir con mi parte.

Nada más ver asomar a Sanzo doblando la esquina a la carrera, me puse a empujar y deslizar el enorme portón metálico que cerraba la puerta sobre el rail hasta estrellarlo contra la pared, dejando un enorme hueco para salir.

Lo primero que pensé nada más ver el umbral abierto es que una de esas cosas rezagadas se abalanzaría sobre mí para clavarme los dientes, pero por fortuna, ninguno de esos seres andaba cerca. Debían estar todos en el interior de la casa. Al montar en el coche, mi segundo pensamiento fatídico fue que este no arrancara debido al tiempo que llevaba parado, pero la suerte volvió a estar de nuestra parte.

En cuanto escuchamos el rugido del motor, metí la marcha automática y enfilé el umbral justo cuando esas cosas empezaban a aparecer tambaleantes por el patio detrás de nosotros.

Tomando la dirección prohibida, subí la calle y doblé la esquina, esquivando por los pelos a algunas de esas criaturas hasta salir a la carretera principal por las afueras, desviándome por los caminos secundarios.

Tras recorrer unos cuantos kilómetros, el sol empezó a perderse en la lejanía. Me metí por un camino que llevaba a la carretera de Cedillo y, ahora mismo, aquí estamos, escondidos en medio de un bosque tupido y verde, pero sin alejarnos mucho de la carretera principal.

Por suerte, el maletero estaba lleno de provisiones que nos llevamos de casa. Ahora, aquí estamos, sentados en el asiento trasero, comiendo barritas de proteínas y bebiendo agua embotellada mientras Sanzo repasa la ruta en el mapa con una linterna.

Cada uno de nosotros está procesando lo que acabamos de pasar, cómo hemos logrado escapar. Cómo hemos sobrevivido un día más. Pero al final nos quedamos con lo más importante: una victoria moral.

Estamos vivos y hemos logrado escapar.

Mañana seguiremos el viaje en dirección a Toledo. No me hace gracia tener que acercarme tanto a una ciudad tan grande. Puede que lo mismo que ha ocurrido aquí también haya llegado hasta allí, aunque quizás me equivoque. ¡Qué diablos! Incluso es posible que encontremos a más gente.

Vamos a intentar ser positivos.

Apocalipsis Z: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora