Capítulo 4

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— ¡Tayen, sigue corriendo!

La voz de Frank se entremezclaba con el susurro del viento, cada vez más distorsionada por la distancia y el eco entre los árboles. El frondoso bosque se cerraba a mi alrededor como una jaula viva. Las ramas arañaban mi piel mientras las plantas silvestres, altas y despiadadas, enredaban mis piernas impidiéndome avanzar. Mis pulmones ardían con cada inhalación y mi corazón latía con tanta fuerza que parecía querer salirse de mi pecho.

— No puedo continuar — susurré, con la voz rota por el cansancio, mientras sentía cómo mis rodillas cedían, incapaces de sostenerme por más tiempo.

Caí al suelo, y el musgo y la tierra húmeda apenas amortiguaron el golpe. De pronto, como un espectro, Frank surgió entre los árboles y me tomó de la mano con firmeza.

— Vamos, ya casi hemos llegado — me apremió, intentando levantarme con una fuerza que yo no sentía. Miré hacia arriba, a sus ojos llenos de una preocupación palpable, pero era incapaz de moverme — Tayen, tienes que levantarte, nos está alcanzando.

— Pero... — mi voz se quebró, el miedo y la fatiga formaron un nudo denso en mi garganta.

No pude contener más las lágrimas, y dejé que fluyeran libremente, empañando mi visión aún más en la oscuridad del bosque.

— En tu interior sabías que llegaría este día. Tienes que recordar — Frank me ayudaba a sostenerme.

Cerré los ojos, intentando arrastrar a la superficie aquellas imágenes sepultadas bajo años de engaños, confusión y miedo. Pero los fragmentos eran difusos e inconexos y la desesperación que se apoderaba de mí me impedía concentrarme. "Si no eres mía, no serás de nadie" aquella voz teñida de una posesión oscura y amenazante abarrotaba mi cabeza haciéndome temblar.

Un trueno ensordecedor retumbó en mitad de la noche, sacudiendo el bosque y rompiendo el hilo de mis recuerdos. Me desperté de golpe, el corazón galopando en mi pecho, la frente sudorosa y mi cicatriz ardiendo una vez más con ese dolor punzante y familiar. Aquellos sueños recurrentes, cada vez más frecuentes y más intensos, seguían siendo fragmentos dispersos de una realidad que no lograba entender completamente. Como una película a trozos que ha perdido partes imprescindibles para entender la trama completa.

Me volteé en la cama, tratando de conciliar el sueño de nuevo, pero mi mente giraba en torno a las imágenes y sensaciones del vívido sueño que acababa de tener. Necesitaba respuestas, y ni mi madre ni mi abuela parecían dispuestas a dármelas. Pero tal vez Frank Miller, quien también aparecía en esos sueños fragmentados, podría ayudarme a entender qué significaban.

 Pero tal vez Frank Miller, quien también aparecía en esos sueños fragmentados, podría ayudarme a entender qué significaban

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Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora