Capítulo 46

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Me quedé de pie frente a Malcom, observándolo con cautela mientras trataba de no dejarme intimidar por su imponente figura y su presencia dominante. Aunque la habitación era grande y bien iluminada, con ventanales que dejaban entrar la luz del día, el ambiente se sentía denso, cargado de tensión. Mis músculos estaban en alerta, como un resorte listo para saltar si la situación lo requería.

Malcom se paseaba lentamente por la sala, con las manos cruzadas a su espalda. Su andar era calculado, como si quisiera tomarse su tiempo para dominar el espacio. Su sonrisa, aunque parecía cordial, no llegaba a sus ojos. Me miraba como si supiera algo que yo no, y esa arrogancia apenas disfrazada me ponía más nerviosa de lo que quería admitir.

— Tayen — empezó finalmente, con una voz suave y controlada — Me alegra que aceptaras venir aquí hoy. Es un gesto de madurez. Demuestra que quieres evitar una guerra tanto como yo.

Asentí, aunque la palabra "madurez" usada por él me sonaba más como una reprimenda velada. Crucé mis brazos sobre el pecho y planté mis pies firmemente en el suelo, intentando proyectar confianza, aunque mis pensamientos giraban en torno a lo que aquel hombre podía realmente pretender.

— La guerra solo traerá muerte y destrucción, Malcom. Ninguno de nosotros ganará si permitimos que esto escale más. Sabes que no quiero más derramamiento de sangre, pero tampoco cederé ante tus amenazas.

Malcom se rió suavemente, como si todo esto le resultara gracioso. Se acercó a una mesa cercana y sirvió dos copas de vino. Me tendió una, pero yo no hice movimiento alguno por tomarla. Simplemente la miré fijamente hasta que finalmente encogió los hombros y dio un sorbo a la suya sin dejar de mirarme.

— Puedo beber también de la tuya si eso te tranquiliza — sonrió, volviendo a tenderme la copa.

Estiré el brazo y tomé el vaso que me tendía.

— Lo que tú llamas amenazas, yo lo llamo precauciones — continuó Malcom, mientras paseaba con la copa en la mano, gesticulando con teatralidad — Soy un líder, Tayen. Mi responsabilidad es proteger a mi manada, asegurar su futuro. Y en este caso, el futuro de todas las manadas. Sabes lo importante que eres, lo que representas.

— Lo que represento — repetí, intentando que mi voz no temblara — es la esperanza de un cambio, Malcom. ¿Acaso eso es lo que temes? ¿Simplemente porque no soy una pieza que puedas controlar?

Malcom detuvo su paseo por la sala y se giró hacia mí, sus ojos fríos fijos en los míos. Su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una expresión más seria, calculadora.

— Eres más que una pieza. Eres la clave. La llave para un poder que ningún otro ha tenido en siglos. Las lunas alfa... tu linaje... es la respuesta a todo. Durante siglos la historia de nuestro pueblo se ha repetido una y otra vez. Luchas de poder, manadas contra manadas, cientos de vidas perdidas haciendo que cada vez seamos menos. No te engañes. La paz que vivimos ahora es más frágil de lo que pensamos y no durará para siempre. Pero un poder como el tuyo podría poner fin a esos ciclos de guerras, garantizaría la continuidad del poder en una única casa.

— En tú casa — puntualicé.

Malcom hizo una leve inclinación de cabeza, asintiendo.

— No quiero que lo veas como una imposición, Tayen. Quiero que lo veas como una alianza. Un pacto entre nosotros que garantice nuestra cooperación en el futuro.

Fruncí el ceño, sintiendo que algo no encajaba en su tono. Malcom se acercó, cada paso suyo resonando con autoridad en la sala vacía.

— ¿De qué estás hablando, Malcom?

— Paz — dijo, extendiendo una mano, como si estuviera ofreciendo una solución sencilla — La paz a cambio del derecho de camada.

Sentí cómo el aire me abandonaba de golpe. Parpadeé, tratando de entender lo que acababa de decir, pero la frialdad en sus ojos me confirmó que había escuchado bien.

Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora