El bullicio de la fortaleza finalmente había empezado a disminuir. Los recién llegados parecían haber ocupado todos los rincones del castillo. Me sentía abrumada por la cantidad de rostros nuevos y la sensación constante de ser observada. Pero en ese momento, tenía algo más importante en mente. Necesitaba hablar con Marcus, a solas.
Lo busqué entre la multitud y finalmente lo encontré junto a Pietro, que parecía estar disfrutando del ambiente. La sonrisa fácil de Pietro y su forma despreocupada de ser contrastaban con la seriedad de Marcus, que observaba todo con la mirada penetrante que ya conocía tan bien.
— ¿Puedo robártelo un momento? — pregunté, acercándome a ambos. Mi tono era suave, pero directo. Sabía que Marcus entendería que necesitaba hablar con él.
Pietro se giró hacia mí, y como era de esperar, me dedicó una de sus sonrisas pícaras, esa que ya había empezado a reconocer como parte de su forma de ser.
— Claro — dijo Pietro, inclinándose un poco hacia mí en un gesto juguetón — Jamás me atrevería a decirte que no a algo que me pidas.
Me sonrojé ligeramente, pero lo ignoré y me dirigí a Marcus, quien asintió en silencio y me siguió. Ambos caminamos en dirección a los jardines, en busca de un lugar más apartado, lejos del ajetreo.
El aire fresco de la tarde me despejó un poco la mente y mientras avanzábamos traté de pensar las palabras justas para iniciar aquella conversación. Marcus caminaba a mi lado, en silencio, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. Sabía que algo lo atormentaba, algo que había estado guardando dentro de sí desde hacía mucho tiempo.
Finalmente, nos detuvimos cerca de un pequeño estanque rodeado de árboles altos que proporcionaban sombra y privacidad. Me senté en el pequeño reborde de piedra que rodeaba el agua tranquila. Saqué el diario que Marcus me había regalado antes de marcharse y lo sostuve entre mis manos por un momento antes de hablar.
— ¿Por qué nunca me lo dijiste? — pregunté en un tono suave, observando el cuero envejecido del diario — Sé que te cuesta hablar de esto, pero... Marcus, yo sólo quería entenderte.
Marcus se quedó en silencio, con la mandíbula apretada. Pude ver cómo sus ojos se oscurecían, recordando un pasado que preferiría no revivir. Pero después de un momento, finalmente asintió, como si hubiera decidido que era el momento de ser completamente honesto conmigo.
— Lo sé — dijo en voz baja — Pero no es fácil para mí — dejó escapar un suspiro y agachó la cabeza colocándola entre sus brazos — Sigo pensando que fui un cobarde, que podía haber hecho algo más... no quería que vieras ese lado de mi pasado.
Negué efusivamente y tomé su cara entre mis manos para que me mirara a los ojos.
— Jamás pensaría que eres un cobarde — respondí.
Marcus cerró los ojos y yo insistí en que me mirase.
— No lo eres.
El moreno apoyó su mejilla en mi mano dejando que aquel contacto penetrara en su piel, buscando la fuerza para hablar. Por fin abrió los ojos y miró al horizonte, con la vista perdida en el agua oscura del estanque.
— Provengo de una de las manadas más influyentes de Italia — empezó — Mi familia siempre fue respetada, temida incluso. Mi padre... bueno, él era un líder fuerte, pero también despiadado. Y yo... yo era solo un crío cuando ocurrió todo.
Lo miré con atención, sabiendo que cada palabra lo arrastraba un paso más hacia algo profundo y doloroso. Apreté su mano con cariño, para que supiera que yo estaba allí, dispuesta a traerlo de vuelta a la superficie.
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Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]
WerewolfCuenta la leyenda que cada mil años nace una luna tan fuerte y salvaje que ningún alfa puede controlarla. Una auténtica líder que amenaza las costumbres patriarcales que han imperado en nuestros clanes generación tras generación. Una luna destinada...