El viento frío rozó mis mejillas cuando Marcus y yo nos acercábamos a la puerta de la fortaleza, y el moreno me estrechó un poco más entre sus brazos al notar mi escalofrío. Justo en ese momento, vi a Connor aparecer con su primo Harald. Ambos jóvenes charlaban animadamente, mientras Harald gesticulaba señalando a su alrededor ante la atenta mirada de Connor. Sonreí para mi al ver la expresión animada de Connor. Desde que llegamos había sentido como poco a poco Connor se iba relajando, sintiéndose cada vez más cómodo, como si comenzara a deshacerse de un enorme peso.
— Estar aquí le hace bien — las palabras escaparon de mi boca sin pensar.
Marcus volvió la mirada hacia los dos primos que ya casi habían llegado a nuestra altura.
— ¿Te refieres a qué ya no parece todo el tiempo que tiene un palo metido por el culo? — soltó el moreno en un tono lo suficientemente alto como para que los otros dos pudieran escucharlo.
Me apresuré a golpearle en el brazo y reprenderlo con la mirada mientras Connor soltaba un bufido de exasperación. ¿Es que la relación de estos dos nunca iba a cambiar? El aire entre nosotros siempre se volvía un poco más pesado cuando los tres estábamos juntos. Había una mezcla de tensión, deseo y... bueno, ese toque competitivo entre ellos que nunca desaparecía.
— Ya pensaba que te habías escapado para librarte de todo este jaleo — Helga apareció, reclamando a Harald con un toque de ironía en la voz pero una mirada de acero — ¿Sabes cuántas cosas quedan por organizar para mañana? No esperarás que lo haga yo todo.
— Por supuesto que no — respondió Harald dando un beso en la mejilla a su luna y luego se despidió brevemente de nosotros y se fue sin rechistar, como si hubiese recibido una orden directa de su superior mientras Helga se cogía de su brazo y me guiñaba un ojo de forma cómplice.
Marcus, Connor y yo quedamos solos en el amplio patio de piedra, mientras el eco de los pasos de Helga y Harald se desvanecían en la distancia.
— ¿Qué tal lo habéis pasado? — preguntó Connor, intentando que su voz sonara casual, pero el destello en sus ojos delataba el leve toque de celos se le comía por dentro.
Aunque sin duda había disfrutado de la compañía de su primo y de sus explicaciones sobre la fortaleza y la vida de la manada, sabía que la idea de que Marcus y yo hubiéramos estado mientras pasado tiempo juntos no le agradaba del todo. Y por supuesto, Marcus no iba a perder la oportunidad de empeorar la situación. Se pasó la mano por el cabello oscuro, sonriendo de una manera que sabía que iba a irritar a Connor.
— ¿De verdad quieres saberlo? — respondió Marcus con una sonrisa provocadora — Ya sabes, yo siempre encuentro formas divertidas de pasar el tiempo.
Puse los ojos en blanco. Siempre tenía que llevar todo un paso más allá. Sentí cómo el calor de la competencia entre ambos empezaba a subir otra vez, ese fuego que siempre parecía encenderse en sus interacciones, pero que también me hacía sonreír. Eran tan previsibles.
— No ha sido para tanto — añadí con un tono de indiferencia, cortando el momento antes de que la conversación degenerara, y continué andando hacia el interior del edificio.
Marcus apretó los labios ligeramente molesto porque yo no le hubiera seguido el juego. Connor dejó escapar una carcajada y pude ver un brillo de satisfacción en sus ojos, como si mi comentario hubiera suavizado la picazón de los celos.
No me detuve al llegar al pie de la escalera, ni me volví a mirar a los dos chicos que seguían provocándose el uno al otro con comentarios absurdos.
— Voy a darme una ducha — anuncié, lanzando la frase al aire.
ESTÁS LEYENDO
Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]
Hombres LoboCuenta la leyenda que cada mil años nace una luna tan fuerte y salvaje que ningún alfa puede controlarla. Una auténtica líder que amenaza las costumbres patriarcales que han imperado en nuestros clanes generación tras generación. Una luna destinada...