Era viernes. La noche había comenzado como cualquier otra salida con amigos. Risas, música vibrante y luces parpadeantes que se mezclaban con el bullicio de la gente en Gryphon's Pub, nuestro bar favorito del campus. Pero había algo más en el aire esa noche, algo que tenía todos mis sentidos alerta. Una especie de fuego bajo la superficie de mi piel que amenazaba con desatarse y arrasar con todo lo que encontrara a su paso. Poderoso, salvaje y desconocido.
— Necesito salir a tomar el aire — grité al oído de Mara tratando de que mi amiga me oyera por encima de la estridente música.
— Voy contigo — respondió al instante.
— No hace falta. Vuelvo enseguida.
Mi amiga sonrió. Estaba bailando con un atractivo chico de tercero de una de mis clases que nos habíamos encontrado por casualidad y no era mi intención separarlos.
Salí al oscuro callejón que daba acceso al bar. La brisa fresca que rozó mi piel enseguida me alivió rebajando la temperatura de mi cuerpo y cerré los ojos aspirando profundamente un aire menos cargado que el del interior del pub.
Un grupo de chicos salió en ese momento del local. Iban tan bebidos que les costaba caminar en línea recta. Tal vez fuera el alcohol, tal vez sólo que eran gilipollas, pero les pareció que abordar a una chica sola era la manera perfecta de acabar su noche de juerga.
— ¿Qué hace una chica tan bonita aquí sola? — dijo el más alto acercándose tanto que noté su aliento pestilente inundando mis fosas nasales. Olía a alcohol, tabaco y sudor.
Me aparté tratando de esquivarlos, pero otro de sus amigos me acorraló por el lado contrario.
— ¿Ya te ibas?
— Sí — respondí tratando de sonar firme — Déjame pasar.
Me agarró por la muñeca cuando intenté rodearlo.
— Espera, espera ¿a dónde vas tan rápido? No seas estirada. Sólo queremos pasar un buen rato.
Mi loba se revolvió. Apreté los puños sintiendo como una fuerza salvaje se apoderaba de mí luchando por salir a la superficie, como un torrente desbocado. No quería perder el control. No sabía que podía suceder si lo hacía. Traté de respirar hondo y calmarme y empecé a contar hasta diez. Sentí como uno de ellos empezaba a tocarme el brazo. Ni siquiera había llegado al tres y el cuerpo de aquel chico salió despedido por los aires chocando contra el muro del callejón con tanta fuerza que me pareció oír sus huesos crujir.
— ¡Joder, vámonos de aquí!
Sus amigos salieron corriendo mientras el chico trataba de ponerse en pie visiblemente mareado. Se llevó una mano a la cabeza, y a pesar de la escasa luz que había en el callejón pude ver como sus dedos estaban manchados de sangre y un pequeño hilo viscoso bajaba por su cuello. Miró en mi dirección, con una mueca de terror en los ojos que hizo que se me pusiera la piel de gallina. Y luego salió corriendo, dando traspiés, en la misma dirección en la que se habían marchado sus amigos.
Me miré las manos, asustada. ¿Qué había hecho? Ni siquiera era consciente de haberlo empujado. ¿Qué clase de monstruo...?
— ¡A qué estabas esperando para defenderte!
Su voz ronca rugió a mi lado sobresaltándome. Me giré de inmediato. Su figura era imponente. Me sacaba casi dos cabezas y su espalda... nunca había visto una espalda así. Llevaba el pelo negro desaliñado y una barba de varios días cubría su mandíbula cuadrada. Una cicatriz atravesaba su ceja izquierda hasta el pómulo. Y sus ojos, sus ojos eran de un verde más intenso de lo que recordaba. Me fijé en sus enormes brazos deteniéndome brevemente en los tatuajes que asomaban por su cuello, tratando de encontrar la marca de algún clan que pudiera reconocer. Pero no vi nada que me resultara familiar.

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Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]
LobisomemCuenta la leyenda que cada mil años nace una luna tan fuerte y salvaje que ningún alfa puede controlarla. Una auténtica líder que amenaza las costumbres patriarcales que han imperado en nuestros clanes generación tras generación. Una luna destinada...